Sutter se queda definitivamente sin combustible
Nota: 4
Sons of Anarchy
es una serie entretenida de narices, ahora bien, su creador Kurt Sutter, quién compartió vivencias
con Shawn Ryan en la extraordinaria The
Shield, no creo que en un principio quisiera limitar su obra a un mero divertimento
de menor categoría. A pesar de ello y visto el resultado de sus cinco temporadas
emitidas hasta la fecha, me entristece sentenciar que SOA no
pasará a la historia más que por ser una serie mediocre que apuntó más bajo de
lo que podía haber aspirado desde un principio. Y es que su quinta temporada ha sido un verdadero despropósito con un montón de
ideas desparramadas sin ton ni son y en la que Sutter ha terminado por hacer borrón
y cuenta nueva para volver al punto de partida. Sí, otra vez.
Como íbamos diciendo y a pesar de que no son pocos los
lectores que nos exigieron colocar a SOA
dentro de nuestros ranking -pendiente de actualización- Las 50 mejores series de lahistoria, la serie de Sutter
alcanzó su techo en sus dos primeras temporadas. Dos entregas que, a pesar de
contar con imperfecciones, suponían una base lo suficientemente fuerte en lo que se refiere al misticismo que rodea al club para
desplegar todo el arsenal que podía dar de si el argumento de esta obra “shakesperiana”.
Con su tercer año llegó la hecatombe, con una temporada soporífera repleta de insensateces
y que quisieron corregir un año después con una cuarta entrega muy superior pero que terminó por desinflarse igualmente en su recta final. De ahí la responsabilidad añadida.
Durante este último año de la serie del canal de pago FX, hemos podido ver como han tenido lugar tantos acontecimientos que es bastante complicado determinar cuál ha
sido el verdadero eje central. Damon
Pope entró en escena de forma
prometedora, haciendo arder viva a la hija del desgraciado Tig ante los ojos de éste y prometiendo el fin de los hijos de la
anarquía con el solo chasquido de sus dedos. Todo un acontecimiento que parecía
que al final iba a poner patas arriba el mundo de SANCROW, aunque nada más lejos de la realidad. Una vez más, nos
topamos con una curva cerrada que los guionistas sortean de forma inverosímil,
ya que finalmente y para nuestra decepción, se evita la necesitada orgía de sangre que podría haber conseguido
elevar el nivel de SOA. No obstante, no es la primera vez que vemos estas
pasadas de frenada de Kurt Sutter. Recordemos a Opie y las nulas
consecuencias tras la muerte de su padre y esposa, o simplemente que Clay
Morrow siga respirando. Uno de los
grandes inconvenientes que siempre he tenido esta serie ha sido
la definición de unos personajes excesivamente ambiguos que navegan entre la escala
moral sin definirse del todo como los auténticos hijos de puta que debieran
ser un grupo de moteros criminales. De ahí que permitir que Pope pueda ver un
día más ante un acontecimiento tan abominable resulta inverosímil. Es decir, que SOA siempre
ha adolecido de la visceralidad que puede llegar a tener series del calibre de The Shield o la renacida The Walking Dead.
Pope, en cambio,
consigue en un principio incrementar el nivel del juego llevando a los chicos
de Jax al talego y declarándolos
muertos sin ninguna protección dentro de ella. Es aquí cuando tenemos la
segunda oportunidad de nuevo de poner todo patas arriba tras el sacrificio -algo forzado, dejando a dos hijos por el
camino en favor de un club que solo le ha dado quebraderos de cabeza- de Opie (un personaje desdibujado que
nunca debió dejar pasar ni una). Entonces, ¿es el momento para qu comience una guerra sin
cuartel como la que Nucky Thompson
se ve obligado a acontecer en la magnífica tercera temporada de Boardwalk Empire? Ni por asomo. De nuevo y
para perjuicio de la serie, tal acontecimiento no sirve más que para rellenar dos episodios con
un Jax desolado, reclamando sangre
por su colega de filas caído en las trincheras cual capítulo procedimental. Una vez más, volvemos al pit lane y vemos como SOA no deja de
dar vueltas en círculos con un argumento ya visto anteriormente.
Clay Morrow -o
mejor dicho, Ron Perlman- estaba
llamado a ser un personaje a recordar al estilo de Vic Mackey o el gran Omar Little, sin embargo y a pesar de contar con
la capacidad del veterano actor para otorgarnos un rol carismático, éste
naufraga en su intento llegando a su máxima capacidad en la cuarta temporada,
donde por fin pudimos ver a ese Morrow
motherfucker que anteriormente navegaba
en un océano de ambigüedad sin llegar a saber donde querían llevar al personaje. Como ya comentamos el año pasado, la cuarta entrega de SOA supuso una escalada de tensión sin
precedentes que hubiera supuesto el colofón final para el personaje de Perlman. Sin embargo, Sutter se marcó un farol en un final
errante que no hizo sino volver de nuevo al punto de partida. Las consecuencias
se aprecian esta temporada con un Morrow
moribundo que se pasea torpemente con planes absurdos y
un carisma nulo. Este es uno de los grandes problemas de los guionistas: que no
saben hacer partir a grandes personajes cuando el libreto lo está pidiendo a
gritos, y sino que se lo digan a Unser,
posiblemente el despropósito más grande de la serie: un ex-sheriff corrupto que
aún carece de motivaciones para trabajar gratis para una banda criminal.
Gemma -en mi caso personal- se ha convertido en uno de los personajes más
absurdos y odiosos de la pequeña pantalla. En un principio ostentaba el rol de
matriarca, protectora de sus cachorros y guardiana de los secretos de SOA.
Después de la tercera temporada su personaje se fue perfilando hacia una parodia,
como una confabuladora cuyas intrigas tenían menos sutilidad que Chicote en Pesadilla en la Cocina. Gemma se ha convertido descaradamente
en el relleno que toda serie escasa de ideas antes o después se ve obligada a
insertar, sobre todo teniendo en cuenta que los capítulos de SOA son de aproximadamente
de una hora de duración. Pero su turuculento trayecto de esta temporada se ha
visto aún más caricaturizado con su affair con Nero Padilla (un irrelevante Jimmy
Smits, al que podemos recordar por su Miguel
de Dexter), un latinoamericano putero y expandillero al que nos lo presentan
tras amanecer después de una noche de orgías con Gemma. La introducción de Padilla
dentro de SANCROW roza la insensatez
más burda, siendo Jax quién desde el
primer minuto entrega totalmente la confianza y la suerte del Club a un
latinoamericano (recordemos que dichos clubs no son precisamente abiertos de
mentalidad, aunque a Sutter no le interese hablarnos de ello) que recordemos acaba de acostarse con su madre.
El camino de Tara también ha sido un recorrido de curvas y
contrasentidos. En un principio se nos dibujó a una mujer con carácter que no
se sometería nunca a los caprichos de un club al que nunca amó y
que sabía que acabaría con un Jax que podría haber triunfado en cualquier meta
que se hubiera impuesto. Ahora, en cambio, se encuentra bajo la esperanza de huir
de él a pesar de no sentir animadversión alguna ante lo que se produce de
puertas adentro. Para bien o para mal, finalmente
Tara resulta ser de nuevo el eje sobre el que se marcará la nueva temporada
ante ese final dubitativo que aún no sabemos quién habrá provocado. ¿Gemma o un Lee Toric que ha entrado en escena de forma arrolladora? Esperemos
que sea Toric. Y otro apunte, ¿Alguien entiende la absurda relación que tiene la directora de su hospital con Tara?
En conclusión, tras una temporada que no ha progresado en
una escala de tensión como nos hubiera gustado, ni un último episodio emotivo es capaz de reorientar el rumbo. El Ira, las drogas, el caso Rico, Romeo…todo ello demasiado
enrevesado y con la agria sensación de deja vu constante, y un Pope que nunca se ha erigido -salvo en los
primeros compases- como la némesis a la que SANCROW tendría que hacer frente para perdurar en Charming, son demasiados frentes. Harrold Perrineau (Lost), a pesar de calzar impolutamente a Pope, desaparece de escena en un
nuevo torpe giro de guion cuya única consecuencia es que SOA pierda
progresivamente gas. Del mismo modo ocurre con Morrow, que sigue perdurando muy a pesar de que su personaje ya no
de más de sí, y que acaba enchironado en una maniobra de Jax con menos astucia
que Woody Allen en Granujas de medio
pelo. Quedan aún dos temporadas con las que estirar una de las series que
mejores resultados le ofrece a la cadena FX y todo hace indicar que, lamentablemente y
al igual que hemos visto con Dexter, su deterioro se hará cada vez más
progresivo hasta un final que ya sólo puede aspirar a resultar, cuanto menos, entretenido.