SOA sigue sin calibrar sus motores
Nota: 5,5
Hace unos días terminó la sexta y en principio penúltima temporada de Sons of Anarchy. Su último capítulo A Mother´s Work arrasó en audiencia, llevando la cifra hasta los 5,2 millones de espectadores, que unidos a la repetición alcanzaron los 6,4 millones. Números enormes que sitúan a la serie de la FX como la más vista en la televisión por cable después de The Walking Dead y la ya finalizada Breaking Bad. Que es una serie con tirón es indiscutible ya no solo por su seguimiento al otro lado del charco sino también a través de la red y especialmente en nuestro país. No obstante y a pesar de que siempre he mantenido que SOA es un producto de entretenimiento sobresaliente, la serie de Kurt Sutter no es ni la sombra de The Shield y ni mucho menos jamás podría ostentar un puesto entre cualquier gran obra del crimen marca HBO. Esta última temporada vuelve de nuevo a pecar de inverosímil y sobre todo de apoyarse en el giro final previsible. El análisis completo, tras el salto.
Pero volvamos un paso atrás, Doc. Tras el final de la aburrida quinta temporada, Sutter al menos nos dejó un buen aliciente para el próximo año: la aparición de Lee Toric. El Marshall retirado encarnado por el gran Donal Logue prometía llevar a SAMCRO al borde de su destrucción, después de acabar su hermana muerta como daño colateral de las triquiñuelas del Club y sus socios. Sin embargo, tras el arranque de este año, en el que ya vimos que los tiros iban por otro lado, optaron por abocar al destierro a un personaje con carisma, transformándolo de azote de los indeseables a putero heroinómano que acaba sus días en un final tremendamente chapucero. Tras esta nueva decepción parecía que la temporada no tenía un rumbo claro. Por un lado emerge una nueva figura judicial encarnada por la actriz CCH Pounders, a la que ya vimos y disfrutamos en The Shield – Mackey no diría lo mismo –, y por el otro los Irlandeses con su negativa a permitir que SAMCRO abandone el negocio de las armas.
Sin embargo, la fiscal Patterson –el tema de la peluca recuerda al flequillo de Tobey Maguire en Spiderman 3- no acaba desgraciadamente ni mucho menos siendo una auténtica amenaza para SAMCRO. De hecho, el propio Teller acaba toreándola con ovación incluida, por lo que de nuevo el argumento de este año vuelve a centrarse en la intentona de Teller por abandonar el negocio de las armas y montárselo de la forma más legal posible - ¿En serio las putas de lujo es la mina de oro que a nadie más en Charming se le había ocurrido?- para la supervivencia del Club. Un argumento que ya acaba sonando repetitivo y carente de frescura, ejemplo del hecho consumado de que a Sons of Anarchy le sobran probablemente dos temporadas.
Los Irlandeses, siempre trajeados vete a saber por qué, emergen como nueva amenaza para la subsistencia de Jax y sus chicos al no ceder la distribución al sucesor de Damon Pope. Los chicos del IRA no dudan en hacer una exhibición de fuerza ante SAMCRO, dejando a la banda de moteros a merced de éstos hasta que Teller vuelve a girar el tablero a su favor. Y he aquí una de esas cosas por las que SOA siempre me acaba pareciendo del todo un disparate, ¿de verdad una banda de moteros con sedes en toda California acaba con los huevos encogidos por un grupo terrorista venido a menos, cuyos miembros en Estados Unidos son limitados y que bordean la frontera a su voluntad inexplicablemente en uno de los países más vigilados del mundo? A partir de aquí ya resulta complicado creerse que sea tan complicado abandonar el negocio, a no ser que la razón esté en los eventos sangrientos que se suceden tras ese vacío de poder que SOA deja en Charming, como vimos en su último capítulo, y que apenas se explota.
Pero aceptemos que un par de tipos bien vestidos y con malas maneras consiguen extorsionar y coaccionar a todo el Club. Otros años hemos dicho que Clay Morrow debió acabar sus días tras la cuarta temporada y que sin embargo Kurt Sutter decidió tomar la vía menos valiente y dejar que el personaje muriese lentamente, convirtiéndose en la sombra de lo que fue. Este año, para justificar de nuevo su existencia, los irlandeses quieren que Morrow, en ausencia de los SOA, se ocupe del negocio como hombre de confianza. De nuevo volvemos a otro punto de incredulidad, ¿de verdad Morrow es tan irreemplazable como para ayudar en su fuga y posteriormente enviarle rumbo a Irlanda? Si algo nos demuestra este mundo es que todos somos reemplazables y que la vida continua sin tí, por lo que acaba siendo una total estupidez de plan que ni el más ferviente guionista a cargo de Sutter se acaba tragando. Finalmente, todo acaba de nuevo en otro endiablado giro de guión, en la línea de lo que ya nos tienen acostumbrados Jax Teller, sólo que en está ocasión acaba siendo demasiado pirotécnico, terminando con Gaalan volviendo al plan original, que no es otro que ceder la distribución a los negros de Charming. Pero lo verdaderamente significativo llega en el final de Clay, un personaje que ganó respeto a medida que su imagen de cordura se fue tornado en sadismo para volver desgraciadamente a ser un santurrón arrepentido que acaba en el matadero sin apenas batalla.
Los irlandeses y el final tanto de Gaalan como de Morrow no acabaron sin embargo siendo los protagonistas de la season finale. Porque si esta temporada tiene una protagonista es por supuesto Tara Teller y su determinación por abandonar definitivamente SAMCRO. Tara siempre fue un personaje convincente, una mujer independiente que, a pesar de haber estado rodeada durante su vida entre algodones, supo endurecerse dentro del Club, representando la alternativa de Jax para abandonar esa vorágine de violencia. Sin embargo, a excepción de esta temporada, Tara parecía sometida completamente ante las demandas no ya de Teller sino del Club entero, perdiendo totalmente su identidad. Si en The Shield siempre vimos suficientes minutos de Mackey y su entorno familiar para justificar tal amor del personaje, en SOA rara vez acabamos viendo suficiente metraje para resultar verosímil la relación entre Teller y Tara, y por consiguiente sus hijos. Es por ello que este nuevo giro de Tara, aunque comprensible, resulta tremendamente brusco y sobre todo extremadamente chapucero.
Jax Teller, a pesar de ser un bastardo de cuidado, nunca ha demostrado no ser un marido respetable. De ahí que Tara se vea obligada a elaborar una artimaña con más agujeros que la cara de Jordi González. En vez de tratar de pedir un divorcio como el común de los mortales, urde un maquiavélico plan que acaba cayendo por si solo, llevando a Tara a hacer un acuerdo con los federales. Lo cual nos lleva al apoteosis final con el asesinato de la doctora a manos de la quemada Gemma, sin acuerdo en realidad. Un final que se olía a la legua y que se basa en el clásico recurso del guionista lúcido basado en el enajenamiento que te impide mirar el móvil para enterar de lo que realmente estaba ocurriendo. Una situación demasiado forzada y que se antojaba predecible a la vista de que estábamos en la recta final de la temporada y no había pasado gran cosa.
Muchos afirman que Sons of Anarchy es una obra con tintes shakespearianos, aunque la realidad está muy alejada de tanta grandeza y más cercana a la pedantería. Y es que a pesar de ser una serie de entretenimiento sobresaliente, tanto su historia como sus personajes están muy alejados de las grandes plumas que firmaron obras maestras como Boardwalk Empire o por supuesto Los Soprano. Porque la principal diferencia con esas obras maestras es que en SOA nunca hay consecuencias y nadie paga los platos rotos. Capitulo a capitulo hay tiroteos, muertos y daños colaterales en Charming como si fuera el parque de recreo de los chicos de SAMCRO sin que nadie pague las facturas. La disciplina de los chicos de Baltimore, comandada por Marlo o Stringer, dejan en evidencia el marco narrativo de SOA, donde los federales y por supuesto la policía local quedan retratados como absolutos incompetentes, incapaces de dar caza al Club. Sin embargo, vuelvo a destacar que SOA es sobre todo una serie perfecta para pasar el rato y que personalmente disfruto. Por el bien de la serie, esperemos que la séptima entrega ponga punto y final a una obra que lo tenía todo para ser una de las grandes -la segunda temporada es una muestra de ello- y que se quedó sin gas a mitad de camino.