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Crítica de TV: 'Spartacus: War of Damned' (final)

Publicado el 22 abril 2013 por Lapalomitamecanica
Espartaco vuelve a entrar en la historia con una despedida memorable
Crítica de TV: 'Spartacus: War of Damned' (final)
Nota: 8
Pocos momentos hay equiparables a la sensación que producen los momentos finales de una serie a la que has dedicado tantas horas de tu tiempo y a la que finalmente tienes que dejar partir, así como a unos personajes con los que has compartido sus grandezas y miserias año a año. Por ello, cualquier espectador fiel espera que el momento esté a la altura, que sea una eclosión de emociones y que su huella perdure en nuestra memoria muchos años después de su punto y final. En contraposición nos encontramos con cierres tan agónicos como el de la innombrable Lost, House o incluso el reciente de Fringe, cuya decepción y tibieza en sus minutos finales causó la misma indiferencia que toda la quinta temporada. En cambio, ahí tenemos Six Feet Under, Battlestar Galactica o -por poner un ejemplo reciente algo cogido con pinzas- 30 Rock, cuyos finales no solo fueron el golpe de gracia de unas series que perdurarán en la memoria sino homenajes para el deleite de un espectador entregado. En el caso de Spartacus afortunadamente han sabido cerrar esta epopeya histórica con un capítulo que además de ser el mejor de sus cuatro entregas es posiblemente uno de los más espectaculares de la historia de la televisión.
La serie de la cadena Starz nunca ha sido una obra que buscara estar entre las más laureadas ya que su formato, cercano a la película de Zack Snyder 300, y su alto nivel de erotismo y sangre siempre han sido obstáculos que han condenado a un producto que forjaba sus puntos fuertes en la acción y  la espectacularidad.  No obstante, Spartacus: Blood and Sand dejó patente que al margen del torpe piloto había mucha más tela que cortar en una primera temporada que fue de menos a más acabando con un órdago final de impresión en el ya recordado “1x13 Kill them all”. La primera entrega fue con total seguridad la más redonda adentrándose en el misticismo de los consagrados gladiadores, los Ludus o de la histórica Capua, donde no solo Espartaco ocupaba la atención de los focos. Hablamos claro de Batiato, un John Hanna que se comía literalmente al resto del reparto en la piel del lanista que intentó someter a Espartaco en vano. Es decir, una vez atravesada su coraza descubríamos que la grandeza de Spartacus estaba en sus personajes. 
Crítica de TV: 'Spartacus: War of Damned' (final)
Tras la desgraciada enfermedad de Andy WhitfieldStarz optó por una precuela en formato miniserie a la espera de ver si su actor protagonista podía volver a encarnar su papel.  Lamentablemente y como todos sabemos, al final no fue así. Spartacus: Gods of the Arenasin embargo, supuso de nuevo el retorno a unos orígenes sobre los que la serie siempre se ha desenvuelto ejemplarmente, regalando seis capítulos que no solo redondearon si cabe mejor los roles sino que también nos dejaron la aportación de personajes nuevos como Gannicus, quién se incorporaría definitivamente al resto de la serie y cuya relación tortuosa con Doctore supuso de lo mejorcito de dicha precuela. Por su parte, Spartacus: Vengeance significó el punto de inflexión para la serie no ya solo por un cambio de protagonista – un Liam McIntyre sencillamente perfecto- sino ya por la temática de la serie. Dejar Capua y el microcosmos de los gladiadores fue un salto que le costó asimilar con unos primeros capítulos algo tibios hasta terminar con otro final pletórico tras poner fin a la existencia del Pretor Glaber – un indiferente Craig Parker, incapaz de escapar de la sombra de John Hanna-, convirtiendo a Espartaco en algo más que un fugitivo de Roma.
Spartacus: War of the Damned también ha supuesto un nuevo reto para los guionistas y productores ya que además de presentar a Espartaco como un comandante que lideraba a miles de hombres también han tenido que aglomerar toda la historia restante en una sola temporada tras la incomprensible decisión de la cadena de poner un punto y final tempranero. Durante este último año hemos podido ver cómo la historia se concentraba siendo el pistoletazo de salida con la caída de los cónsules Lentulo y Gelio, lo que provocaría la entrada de Marco Licineo Craso. Posteriormente veríamos la toma de la región de Calabria y las disensiones entre Crixo y Espartaco, lo cual es una de las muchas inexactitudes históricas – que tampoco ha resultado un problema- ya que Crixo tomó su camino mucho antes siendo derrotado ante su falta de habilidad estratégica por el ayudante del Cónsul Gelio, el propretor Arrio en Apulia o el mismo Gannicus, cuya escisión del ejercito de Espartaco resultó un golpe mortal para el futuro de los esclavos libres. No obstante, ha sido toda una sorpresa ver el respeto a los hechos en momentos como la narración del diezmo que el pretor Craso instauró entre sus legiones tras poner éstas pies en polvorosa en una batalla, o la traición de los Piratas de Cicilia prometiendo al tracio una flota para navegar a Sicilia y convertir a la isla en un bastión inexpugnable, por no hablar de la línea fortificada de 65 km que Craso mandó construir con un profundo foso intentando encerrar a los esclavos en el extremo suroccidental de la península itálica.
Crítica de TV: 'Spartacus: War of Damned' (final)
Pero como comentábamos, las inexactitudes históricas nunca han sido un problema para una serie que optaba por no mantenerse maniatada a la rigurosidad de los acontecimientos pasados del mismo modo que hizo su creado en la magnífica LosTudor de Showtime. Spartacus War of Damwed, sin llegar al nivel del cierre de las aventuras maritales de Enrique VIII, bien es cierto que se ha visto beneficiada no sólo por ese final de vértigo sino también por la fuerza creciente de sus roles. Sin duda, la entrada de Craso (interpretado por un contundente Simon Merrells) ha sido uno de los pilares de esta tercera entrega llegando incluso a usurpar por momentos el protagonismo al mismísimo Espartaco. Craso se ha mostrado como un hombre de honor cuya admiración por el tracio le procuraba la templanza necesaria para no caer en el engaño fruto de subestimar al adversario. No obstante, su comportamiento contradictorio como hombre de honor pero con un sadismo incuestionable incluso entre los de su condición le convierten en una figura que contrasta totalmente con Julio Cesar, con mayores preocupaciones para con los suyos a pesar de la banalidad y arrogancia de las que hace gala.
Uno de los puntos negativos de enfocar una serie o película histórica es que por, mucho que intentes decorar el desarrollo, al final siempre tienes que dar una imagen fiel del resultado. Cuando Starz comenzó a emitir Spartacus todos sabíamos que no contaríamos con un final feliz, aunque tampoco  estaba claro cómo los productores querían cerrar la serie ya que, sin ir más lejos, la célebre película de Kubrick también optó por saltarse a la torera las fuentes históricas más contrastadas para crucificar al héroe. De hecho, ninguna deja clara que ocurrió con el combativo tracio dado que muchas coinciden en que los romanos no fueron capaces de encontrar su cuerpo en la cruenta batalla que supuso el fin de las Guerras Serviles e incluso otros historiadores han llegado a afirmar que pudo haber escapado por las montañas del norte. Por ello siempre hubo un resquicio de esperanza al que muchos nos agarrábamos aunque finalmente se desvaneciera cruelmente tras ver caer al gladiador que hizo temblar a Roma. Un final en el que también sucumbía un Gannicus que, por azares del destino, acaba siendo el que mayor coste acaba pagando tras huir permanentemente de la capitanía. Sin olvidar otro momento a tener en cuenta que no es otro que la caída de un Crixo envalentonado, cuya escalada de tensión con el tracio acaba provocando inexorablemente la separación de ambos, cerrando una relación que ya nos regaló sus mejores momentos en la primera temporada.
Crítica de TV: 'Spartacus: War of Damned' (final)
En definitiva, Spartacus War of Damwed ha sabido ofrecernos el máximo exponente del entretenimiento que la pequeña pantalla puede darnos. Bien es cierto que a mitad de temporada se llegó a estancar el desarrollo con las disensiones entre los esclavos o las inverosímiles tretas de un Cesar que pasa sigilosamente sin pena ni gloria. De la misma forma tampoco podemos obviar por segundo año consecutivo  la terrible decisión de los responsables de casting al elegir a la  pésima actriz  Cynthia Addai-Robinson para poner rostro al cargante personaje de Naevia. Sea como fuere, Spartacus nunca ha sido una serie que buscase un lugar que no le correspondiese. Se ha mantenido fiel a sí misma y ha sabido crear su propia imprenta alejada de la vacía obra de Snyder. Porque es cierto que en  la serie de la cadena de pago Starz encontraremos sexo y sangre a borbotones, pero siempre acompañados de una pasión en la descripción de sus personajes pareja a la espectacularidad del contexto. Una combinación ganadora que se ha mantenido intacta hasta su glorioso final.

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