Han pasado ya dos semanas desde que se emitiera The Time of the Doctor, y todo ese tiempo me ha costado sacar en claro qué puntuación darle a este episodio. Siempre es complicado escribir una despedida a un Doctor y siempre es difícil elegir qué tipo de despedida darle, ¿rápida, lenta, repentina? ¿En un episodio dedicado en su totalidad a la regeneración? ¿En un episodio que no tiene nada que ver con la regeneración hasta en el momento en el que ocurre? Veamos cuál de todas ha elegido Moffat:
En el universo se oye un mensaje codificado que atrae a todas las razas alienígenas a un desconocido planeta (que luego descubriremos es Trenzalore). El mensaje causa terror entre todas las especies. Es por eso que la madre superiora de una iglesia gigante interespacial, ante tal evento, decide bloquear el acceso al planeta para evitar su destrucción y llama al Doctor para que descubra quién envía la señal y qué significa.
Pronto descubriremos que el mensaje es, nada más y nada menos que la pregunta que el Doctor ha estado tratando de evitar: ¿Doctor quién? El significado de la pregunta cobra sentido cuando descubrimos que son los Señores del Tiempo, a través de la enorme grieta que ya conocemos, los que están haciendo la pregunta. Si el Doctor responde con su verdadero nombre, los Señores del Tiempo sabrán que pueden volver a este universo. Pero claro, ¿cómo van a volver los temidos Señores del Tiempo sin problemas? Las demás razas, una vez descubierto el significado de la pregunta, se ponen, literalmente, en pie de guerra e intentan evitar que el Doctor llegue a Trenzalore de todas las maneras posibles (desde crear a River Song para matarle, hasta infiltrar su propia línea del tiempo) creando, por el camino, la propia grieta por la que los Señores del Tiempo quieren salir. No sería Doctor Who si no hubiera paradojas al tutiplén.
![tasha_frikarte [Crítica] Doctor Who: The Time of the Doctor](https://m1.paperblog.com/i/235/2356439/critica-doctor-who-the-time-of-the-doctor-L-tglLqi.jpeg)
Por tanto, el Doctor decide quedarse en Navidad sin responder la pregunta, tratando de evitar que sus enemigos infiltren el planeta y acaben con todos sus habitantes, y evitar una guerra hasta el momento en el que muera de viejo, cuando ya no quede nadie que pueda responder a la pregunta de los Señores del Tiempo.
Steven Moffat se ha visto obligado a cerrar un arco argumental en el que lleva trabajando desde la quinta temporada en dos episodios: el 50 aniversario y este especial de Navidad (recordemos que la decisión de Matt Smith de abandonar la serie nos llegó a todos por sorpresa) y lo ha hecho de una manera apresurada, y eso, por supuesto se ha notado.
Aunque hemos recibido respuestas a muchas de las preguntas que nos habían sido planteadas, lo cierto es que aunque coherentes, no han sido satisfactorias por la velocidad con las que se nos han explicado. En menos de una hora hemos descubierto el origen de la grieta, quiénes eran el Silencio y Madame Kovarian, por qué fue creada River Song, por qué la Gran Inteligencia trató de eliminar al Doctor adentrándose en su propia linea del tiempo, qué vio el Doctor en la habitación número 11, nos han resuelto el problema de las 13 regeneraciones y nos han metido la propia regeneración, todo esto mientras nos introducen a un nuevo personaje (Tasha Lem). ¿Mucho, no?
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Y aun así, hay veces en las que parece que en el episodio no está pasando nada. El Doctor está literalmente sentado en la villa de Navidad y tras echar a Clara dos veces (y la pobre va y vuelve, porque sabe que lo hace para salvarla) se sienta allí arreglando juguetes, jugando con niños y contándoles historias, hasta que los Daleks acaban infiltrando el planeta. Es en estos últimos diez minutos cuando por fin pasa algo, aunque no sean exactamente exhilarantes.
Moffat se saca de la manga un deux ex machina como una casa para solucionar el problema de las regeneraciones, haciendo que los Señores del Tiempo le regalen un ciclo entero de regeneraciones, imagino que esperando que en una de estas les saque del universo en el que están atrapados. En este caso, no puedo culpar a Moffat, ya que de cualquier manera solucionar el tema de las regeneraciones hubiera sido un gran deux ex machina. Siempre estaba la opción de decir que como el límite de regeneraciones estaba impuesto por los Señores del Tiempo, este ya no existía, pero claro, es que los Señores del Tiempo han vuelto y están llamando a la puerta por una grieta.
Sin embargo, una vez llegados al gran momento de la regeneración, casi se te olvida el desastre que ha sido el episodio. El Doctor se marca un gran monólogo de esos que sólo el undécimo Doctor puede dar acerca de cómo le afecta el cambio cada vez que se regenera. Y te lo crees. Te crees que el Doctor ha disfrutado cada segundo en el cuerpo en el que está y que por mucho que cambie por fuera, por dentro sigue siendo el mismo hombre y nunca olvidará un sólo minuto de la persona que es. Y Amy, la primera cara que esa cara vio, reaparece para decirle adiós y aunque es un poco surrealista, es un paralelo muy bonito al hecho de que el Doctor fuese su amigo imaginario (y ahora ella lo es para él).
Y de repente aparece Peter Capaldi, totalmente desconcertado y dando gritos, tal y como esperábamos que fuera su Doctor, y con él llega la esperanza de una nueva tanda de grandes episodios. Habrá que esperar a agosto para verlos.