Revista Cine
El racismo, la integración y la soledad son los pilares sobre los que se asienta la película del crítico y escritor Vicente Molina Foix. Un film que tiene como actriz protagonista y principal a Marisa Paredes, ganadora del premio a la mejor actriz en el pasado Festival de Málaga. "El dios de madera" no consigue enganchar al espectador limitándose a contar una historia llena de tópicos predecibles y poco originales.
El racismo no es un tema nuevo. Películas como "American History X", "Malcolm X", "Arde Mississippi",... y tantas otras se han convertido en clásicos por mostrar diferentes puntos de vista de un mismo problema. Largometrajes que el paso de los años han convertido en clásicos y han sabido sacar los colores a ciertos colectivos que sobreviven gracias al odio al prójimo.
"El dios de madera" no será un clásico, más bien todo lo contrario. Lo normal sería que pasara sin pena ni gloria por las carteleras españolas. Un joven inmigrante negro acaba en la casa de una viuda con dinero, presa de la soledad. Mantienen una relación sin futuro en una sociedad de aparente permisividad pero que aún no ha sabido tomar con cotidianidad la llegada de personas de otras culturas y razas.
Vicente Molina Foix dirige su segunda película tras la olvidable "Sagitario" que interpretaron Angela Molina y Eusebio Poncela. Lo problemático es que da la impresión de que no tiene nada nuevo que contar ni aportar al mundo cinematográfico. La historia está llena de tópicos y los planos son básicos y mil veces vistos.
Las interpretaciones tampoco salvan el resultado. Está claro que Marisa Paredes ya tiene muchas tablas y tira de experiencia para otorgar a su personaje el respeto que merece. Su premio en Málaga posiblemente radique más en su trayectoria y carisma que en cualquier otra cosa. El resto de intérpretes, desconocidos y novatos, necesitan aún unas cuantas clases exceptuando al actor Nao Albet que interpreta al hijo de la protagonista con un nivel medio superior al resto.
Un producto más parecido a un telefilm que a una película para la gran pantalla. Que no pase directamente al DVD o las televisiones ya es un éxito para este proyecto tan mediocre.
José Daniel Díaz
El racismo no es un tema nuevo. Películas como "American History X", "Malcolm X", "Arde Mississippi",... y tantas otras se han convertido en clásicos por mostrar diferentes puntos de vista de un mismo problema. Largometrajes que el paso de los años han convertido en clásicos y han sabido sacar los colores a ciertos colectivos que sobreviven gracias al odio al prójimo.
"El dios de madera" no será un clásico, más bien todo lo contrario. Lo normal sería que pasara sin pena ni gloria por las carteleras españolas. Un joven inmigrante negro acaba en la casa de una viuda con dinero, presa de la soledad. Mantienen una relación sin futuro en una sociedad de aparente permisividad pero que aún no ha sabido tomar con cotidianidad la llegada de personas de otras culturas y razas.
Vicente Molina Foix dirige su segunda película tras la olvidable "Sagitario" que interpretaron Angela Molina y Eusebio Poncela. Lo problemático es que da la impresión de que no tiene nada nuevo que contar ni aportar al mundo cinematográfico. La historia está llena de tópicos y los planos son básicos y mil veces vistos.
Las interpretaciones tampoco salvan el resultado. Está claro que Marisa Paredes ya tiene muchas tablas y tira de experiencia para otorgar a su personaje el respeto que merece. Su premio en Málaga posiblemente radique más en su trayectoria y carisma que en cualquier otra cosa. El resto de intérpretes, desconocidos y novatos, necesitan aún unas cuantas clases exceptuando al actor Nao Albet que interpreta al hijo de la protagonista con un nivel medio superior al resto.
Un producto más parecido a un telefilm que a una película para la gran pantalla. Que no pase directamente al DVD o las televisiones ya es un éxito para este proyecto tan mediocre.
José Daniel Díaz
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