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Crítica el hoyo (2019), por albert graells

Publicado el 03 mayo 2020 por Matias Olmedo @DragsterWav3
CRÍTICA EL HOYO (2019), POR ALBERT GRAELLS
Sinopsis: Goreng se despierta en una celda de hormigón marcada con el número 48. Su compañero de celda, Trimagasi, le revela cómo funciona el "Centro de autogestión vertical" : un cantidad limitad de alimentos se reparte a través de una plataforma que viaja desde la parte superior, deteniéndose por un período fijo en cada piso. Aquellos en niveles más bajos pueden comer sólo lo que los que están en la parte superior les dejan, y no pueden acumular alimentos. Cada mes, las personas son reasignadas aleatoriamente a un nuevo nivel. 
“El hoyo” es una cinta española que viene a ser un remake encubierto de “Cube” (Vincenzo Natali, 1997), con un mejor planteamiento y desarrollo, pero con un tramo final más decepcionante. En conjunto es una buena película, y sobretodo un buena película de battle royale (que no la mejor), pero el final chirría de manera que el film se desgasta a cada visionado, del mismo modo que en la plataforma hay menos comida a cada nivel que baja. 
Técnica y artísticamente “El hoyo” está muy bien realizada. El diseño de producción es muy elaborado, pese a no ser muy extensivo. Se ve que el trabajo de escenografía está muy currado. Y los efectos visuales muestran un gran acabado. La fotografía y el montaje son igual de destacables, sin olvidar las convincentes interpretaciones de los actores. 
Sin embargo, la película falla sobretodo en dos aspectos. El primero, transmitir una explicación contextual; el segundo, transmitir una tesitura. 
“El hoyo”, sobretodo en su tramo final, debería haber cogido más de “El señor de las moscas” que de “Cube”. Da la sensación que el guión lo ha escrito J. J. Abrams (que además seguro se basó en “El señor de las moscas” para su “Lost”), con respecto a que el final no da ninguna respuesta y, en cambio, genera más preguntas. 
CRÍTICA EL HOYO (2019), POR ALBERT GRAELLS
Lo mismo se podría decir de “Cube”, pero hay un diferencia destacable. En la película de Vincenzo Natali la historia no se salía del cubo, todo se desarrollaba dentro del cubo, no fuera. Claramente un cubo de dimensiones tan colosales es inverosímil, tanto por la cantidad de material como por el espacio necesario para construirlo, así como los recursos humanos y logísticos, la maquinaria, el coste... El espectador sabe que en la vida real no es viable semejante construcción, y mucho menos mantenerla en secreto. Sin embargo, al no salirse del cubo, Natali obvia los elementos verosímiles que estarían en el exterior. Al no haber elementos verosímiles, los elementos inverosímiles se convierten en verosímiles en el contexto de la película. 
Eso no sucede en “El hoyo”. En la película dirigida por Galder Gaztelu-Urrutia, la historia sale del marco de contención, vemos a los celadores de la prisión, a los cocineros, al personal administrativo... El espectador es testigo de una organización físicamente existente, de un contexto verosímil. De ese modo, el hoyo, que es algo inverosímil, no deja de ser inverosímil, un elemento inverosímil dentro de uno verosímil, y entonces el espectador si que demanda respuestas que expliquen dicha inverosimilitud, porque se le ha presentando una situación de verosimilitud. 
Para entenderlo mejor, pongamos como ejemplo la película “Valkiria” (Bryn Singeer, 2008). Dicho film fue rodado en inglés, pese a que la historia sucede principalmente en Alemania y los personajes son alemanes. El espectador sabe que es inverosímil que dichos personajes hablen inglés, sin embargo el espectador imagina que ese inglés en realidad es alemán, que los personajes hablan en alemán pese que el idioma que oye es el inglés. Es decir, lo inverosímil se hace verosímil, y eso es porque no hay otro elemento que sí sea verosímil y que recuerde al espectador la inverosimilitud del elemento inverosímil. Es lo que hubiese sucedido si “Valkiria”, en un momento dado, algunos de los personajes mantuvieran en conversación rodada en alemán. Eso haría que el espectador se desengañara y que entendiera que durante el resto de la película se sucede una situación inverosímil, que los personajes, cuando se les oye hablar en inglés, están hablando verdaderamente en inglés. Es entonces cuando el espectador empieza a hacerse preguntas como ¿Porqué hablan en inglés entre ellos si están en Alemania y son alemanes? 
CRÍTICA EL HOYO (2019), POR ALBERT GRAELLS
En “El hoyo” sucede lo mismo. Mientras estamos en el hoyo, nos autoengañamos para aceptar como verosímil una situación que no lo es. Pero cuando salimos del hoyo es cuando nos desengañamos y no podemos aceptar la inverosimilitud de ese elemento. Eso Natali lo sabía, y por eso en ningún momento salió del cubo en “Cube”, no cometió el error que sí Urrutía. Como no aceptamos como verosímil una situación que no lo es, nos hacemos preguntas para entender cómo puede haber dicha situación inverosímil dentro de otra verosímil. 
Por ejemplo ¿No es el hoyo una contradicción y una incoherencia con respecto a su finalidad, que la solidaridad ha de salir de dentro con el convencimiento y no impuesta exteriormente? ¿Cómo se puede pretender aspirar a la solidaridad mediante métodos sádicos? ¿Porqué hay un niña en el hoyo? Se entiende que hayan adultos, que además entran allí, en principio, voluntariamente. ¿Pero niños? ¿Esa niña entró allí voluntariamente? ¿Porqué ella, a su edad, ha de pasar éste proceso para ser solidaria y generosa? ¿Porqué no le dan la oportunidad de tratar de serlo libremente en el exterior? ¿Cómo funciona la plataforma tecnológicamente? ¿Cómo cambian aleatoriamente de celda a 666 personas en una noche? ¿Dónde puñetas está el hoyo? Ha de ser una construcción de más de dos kilómetros de altura o de profundidad, una construcción así debe haber costado muchos miles de millones de euros. ¿Quién se gasta tanto dinero en un proyecto tan sádico para una finalidad tan alcanzable por medios más económicos y menos invasivos? ¿Todo esto es legal? ¿Es de conocimiento público o es secreto? ¿Si es secreto, cómo hay peña que se entera de esto para entrar voluntariamente? ¿Ningún trabajador del hoyo se va de la lengua, ni nadie de las miles de personas que participó en su construcción? ¿Qué significa ese final tan celestial? 
Si “El hoyo” se hubiese desarrollado íntegramente dentro del hoyo, entonces no molestaría que no se expliquen tantas cosas ni ese final tan abstracto. 
El segundo aspecto en el que “El hoyo” falla es en transmitir su tesitura. Esta es, presuntamente, una película anticapitalista, sin embargo el film se equivoca en el modo de expresar ese mensaje y termina convirtiéndolo en un manifiesto anticomunista. 
CRÍTICA EL HOYO (2019), POR ALBERT GRAELLS
“El hoyo” pretende decir: mirad que malo es el capitalismo, los de arriba se quedan con todo y los de abajo se quedn sin nada, la solución es el comunismo, el reparto de la riqueza, que todos tengamos sólo lo que necesitamos y no acumulemos riquezas, abajo el capitalismo, viva el comunismo, alza el buño camarada contra los opresores capitalistas, todos juntos campesinos y proletariado apoyemos la unión de repúblicas socialistas soviéticas, larga vida al anhelo del pueblo, unámonos al partido de Lenin y llevámoslo al triunfo, el comunismo es sagrado, Lenin es divino, lámeme el c--- Lenin, estrújame las masas, hazme sentir socialista, quiero chu----- el comunismo. En fin, una sarta de paridas. 
Sin embargo, a la película le termina saliendo el tiro por la culata, y lo que expone sin darse cuenta es un feroz retrato de esa enfermedad mental que es el sovietismo. Porque una de las bases del capitalismo es que se produce más de lo que se consume o más de lo consumible. Es decir, si el hoyo una representación del capitalismo, habría comida de sobras para todos los 666 internados. Es cierto que, siguiendio las bases del capitalismo, los de los primeros 33 niveles acumularían comida, pero en conjunto habría comida para los 666 internados y sobraría. 
Por el contrario, en la película el hoyo sólo dispone de una cantidad limitada para los internados, y ni siquiera es suficiente para todos ellos. Es decir, aunque todos comieran sólo lo indispensable para vivir un día más, aún así habría gente que se quedaría sin comer, y si se repartiera la comida a partes iguales no sería suficiente para vivir un día más, la única solución es que un día comieron sólo los primeros 333 internados y al día siguiente comieron sólo los otros 333 e ir alternando. 
Es decir, tanto haya capitalismo como sovietismo, hay gente que se muere de hambre. Sin embargo, mientras que en el capitalismo hay hambre porque los de arriba acumulan más de lo que necesitan, en el sovietismo hay hambre porque simplemente el sovietismo no puede y/o no sabe y/o no quiere producir suficiente para todo el mundo, que es el caso del hoyo, en el hoyo no hay suficiente para todo el mundo por mucho que sólo se consuma lo indispensable, el hoyo o todos se mueren de hambre o sólo unos pocos, pero no hay comida suficiente para que no haya hambre. Lo que “El hoyo” expone no es el capitalismo, sino el sovietismo. “El hoyo” no sólo pretende transmitir una tesitura estúpida, sino que además lo hace mal y expone lo contrario de lo que quiere expresar. 
“El hoyo” es una propuesta técnica y artísticamente comptente, pero no es original ni novedosa, e ideológicamente es errónea.
Mi calificación es:CRÍTICA EL HOYO (2019), POR ALBERT GRAELLS

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