Crítica cinematográfica por Javier Gragera
La sátira es un género idóneo para retratar los entresijos del poder y sus maquiavélicas estructuras internas. El humor nos inmunización ante el espanto, o al menos lo hace más digerible. Y en este caso, el espanto tiene nombre y apellido: Dick Cheney. Muchas personas se preguntarán ahora: ¿y ese tipo quién es? Bueno, de eso trata esta película. De explicarnos quién es el hombre que, al parecer, metió a los EE.UU. en la intervención militar más hipócrita y bochornosa de su historia reciente: la guerra de Irak.
No es fácil trazar el retrato de alguien que siempre ofreció una resistencia férrea a airear sus trapos sucios. Como buen político de altos vuelos, Cheney sabía que su proyección pública dependía de mostrar al mundo solo lo justo y necesario. El director Adam McKay asume está dificultad con desparpajo y mucha manga ancha. Su biopic se basa en el exceso y en el absurdo, configurando un retrato deformante y caricaturesco de su protagonista, para que a nadie se le ocurra tomarse tan al pie de la letra lo que se muestra en pantalla. El montaje también es cómplice de esta farsa, que recuerda en su descaro a la visión lúdica y trágica que tantas veces ha mostrado Michael Moore (Bowling for Columbine, Fahrenheit 9/11) en sus documentales de denuncia social.
En El vicio del poder todo discurre sin demasiada malicia hasta que el cinismo se vuelve retorcido en la segunda mitad del filme, cuando se narran las implicaciones de Cheney, interpretado por un Christian Bale hinchado como un oso para esta formidable caracterización, en la guerra de Irak. A partir de ahí ya no hay lugar a la risa. Según la hipótesis de McKay, también guionista en solitario de la película, la ofensiva contra el régimen de Sadam Hussein fue una maniobra política orquestada por el entonces Vicepresidente de Gobierno y su círculo de confianza, casi a espaldas de George W. Bush, que siempre aparece como una figura manipulable y sin margen de maniobra. La decisión de matar está ligada aquí a la voluntad de hacerse oír. Cheney fue un personaje que actuaba todo el rato mirándose el ombligo, y cuya megalomanía sibilina relega a Bush a un personaje secundario.
Especialmente estimulante, al margen de la alta política, resultan los conflictos que le plantean a Cheney tener una hija lesbiana y ser miembro del partido conservador. El protagonista se verá ante la encrucijada de anteponer la integridad familiar a su ambición política. Será prácticamente la única concesión del director para configurar el lado humano de Cheney, al que convierte sin compasión en un títere cuyos hilos están a merced de las luchas de poder. ¿O no será que, en realidad, el titiritero es él?
+ INFO
Título original: Vice
Dirección: Adam McKay
Guion: Adam McKay
Reparto: Christian Bale, Amy Adams, Steve Carell, Sam Rockwell
Fotografía: Greig Fraser
Género: Comedia
País: EE.UU. (2018)
Duración: 132’