Nuevamente, y para no salir del eterno tópico del cine español, llueven las películas sobre la guerra civil o relacionadas con ella… a veces uno se pregunta si en este país tuvimos otro conflicto bélico, porque cuesta creerlo.
Sin embargo, y a pesar de lo mucho que me desagrada un tema tan manido, confieso que iba a ver dos, “El elegido” y “Gernika”… teniendo en cuenta que la primera era la que tenía buenas críticas (aunque mi opinión, tras visionarla, no ha sido tan positiva, como leeréis abajo), y la segunda las tenía malas o cuanto menos regulares… pues me da, que me voy a conformar con sólo haber visto una, en vez de llevar a cabo mi plan inicial del doblete.
En cualquier caso, reconozco que me interesaba ver una dramatización del asesinato de Trotsky, me parecía un tema apasionante que podía crear una muy buena película… pero no fue así en este caso.
-El elegido: Antonio Chavarrías es sin duda, el gran culpable del fracaso de su propia película, básicamente porque metió la mano en todo, y nada supo hacer bien (es el guionista y director). Su defecto es muy sencillo de adivinar: es un mal narrador, no sabe contar historias, es incapaz de transmitir de forma correcta y entretenida un relato; y por eso, su película no funciona ni puede salir bien de ninguna manera.
Comencemos hablando de su guión: es muy malo, la historia está contada a bandazos, mal hilada, sin definición ni caracterización de personajes… si se hubiera hecho en Hollywood, sería la típica de la que diría que la han escrito mil guionistas, porque todo está tan poco cohesionado, tan mal perfilado, que asombra que una sola mano haya sido incapaz de comprender a sus propios personajes e historia, y esté todo tan abocetado, tan emborronado…. Y dado que el texto, además, carece de emocionalidad, y exige al público que se crea las cosas porque sí, que acepte todo lo que se nos presenta porque a Chavarrías le da la gana… pues al final, el producto termina por resultar como un documental, porque no hay emoción, no hay tensión, ningún tipo de emocionalidad… etc, es decir, aceptamos lo que se nos cuenta porque para eso hemos ido a verlo, pero no porque se nos halla seducido adecuadamente como haría cualquier buen contador de historias.
También, resulta extremadamente irritante lo superficial y frívola que es la película en el tratamiento del tema del comunismo, el estalinismo y el trotskismo, el totalitarismo… al final, todo se reduce a blancos y negros, y a que la Rusia comunista era como una secta malísima, en la que la gente obedecía sin más, tal cual si fueran androides programados… fuera de la película (o muy pasado por encima), se queda lo que tan interesante sería de dramatizar como: los debates morales, la concienciación, la conjugación de las ideas políticas con la realidad, la confrontación del ideal con los hechos, el hasta que punto un fin está por encima de cualquier cosa y justifica todos los medios… y un largo etcétera que podría haber convertido a esta película en una obra maestra… pero el desprecio a todo esto, hace el filme que se quede en algo frío e insustancial.
A todo ello no ayuda una dirección muy lenta, poco apropiada y, por paradójico que pueda resultar, que parece carente de oficio, de amateur total. Si a eso le sumamos un montaje de carnicero, con una elección pésima de planos, y en lo que todo parece hacerse lo más mal posible, tomando las peores elecciones narrativas y visuales de la forma más persistente y concienzuda… pues tenemos definitivamente condenada la película.
Sólo se puede salvar el apartado técnico artístico de la película, con unos decorados y un vestuario, si bien no deslumbrantes, que al menos mantienen el tipo, que ya es mucho decir teniendo en cuenta el resto.
¿Los actores?, apenas tienen con qué trabajar, así que tratan de salir adelante con lo que pueden, que es casi nada, ya que sus personajes han sido escritos de forma plana, estereotipada, y, en general, sin la más mínima habilidad. Obviamente, con ese material, no pueden hacer sino una interpretación muy superficial, como de docudrama. A destacar, de forma especialmente negativa, a Hannah Murray, una chica que se empeña en ser actriz sin serlo, pues sólo sabe poner cara de tonta mientras actúa como si fuera estúpida… y nunca la he visto salirse de ese registro en ningún otro producto, así que se deduce que es lo único que sabe hacer.
En definitiva, de una película sobre el asesinato de Trotsky se podría esperar un gran debate sobre el comunismo: las distintas formas que hubo de enfocarlo, el como se desarrolló, el enfrentamiento entre los ideales y las ideas frente a los hechos y la realidad, el fanatismo, el funcionamiento de un estado totalitario, hasta que punto el estado tiene derecho sobre el individuo, o que importancia tendría este en una sociedad basada en la colectividad… etc. Y aunque no fuera eso, en un filme con esa temática histórica, deberíamos esperar al menos suspense, intriga, emoción, grandes momentos que nos dejaran sin aliento, estar tensos durante todo el metraje esperando llegar al clímax, que la emoción de la historia que nos están contando nos ha hecho olvidar, a pesar de que sabemos de sobra que va a pasar, pero la intensidad de lo que se nos cuenta hace que no importe… etc… y la triste realidad, es que “El elegido” no tiene nada de eso, falla a todos los niveles: no es emocionante, llega a resultar, incluso, muy aburrida (para muestra un botón: una persona se puso a roncar, literalmente, y muy alto; una pareja empezó a hacerse carantoñas; y unas señoras no paraban de comentar sus vidas personales mientras agitaban una bolsa de una forma constante e irritante, mientras otros nos removíamos permanentemente en la butaca), no se crea ningún tipo de identificación; no es inteligente… y en definitiva, no sabe contar la historia que quiere relatar; sí, es muy fiel a los hechos reales, pero eso sólo la convierte en un documental, no en una película de suspense; ¿qué se puede alabar su fidelidad a la hora de hacer una crónica?, sin duda, pero jamás su calidad cinematográfica, puesto que no la tiene.
En definitiva, esta película tenía todas las cartas para convertirse en un gran filme, pero la realidad es que la falta de talento para desarrollarla, por parte de Antonio Chavarrías, la convierte en mala, como ficción; pues si queremos sacarle una virtud, hay que reconocer que es una buena crónica del hecho histórico que cuenta (aunque lo narre pésima y plúmbeamente) y que, vendido como docudrama, funcionaría mejor que como película cinematográfica convencional.