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Crítica exprés: El lago de los cisnes (Ballet nacional ruso de Radchenko)

Publicado el 02 noviembre 2016 por Universo De A @UniversodeA

Crítica exprés: El lago de los cisnes (Ballet nacional ruso de Radchenko)

El programa de mano fue de vergüenza ajena, para hacerlo así, mejor ahorrarse el dinero y el papel. Es especialmente terrible, en este caso, el que no hayan incluido el argumento del ballet (como siempre se suele hacer), no todo el mundo se lo sabe de memoria, y no faltó quien, en el descanso, se pusiera como loco a consultar el móvil para enterarse de algo.

Por su parte, la atención al público me resultó absolutamente sublime.

Con toda seguridad, este ballet merecería una crítica completa, pero ha habido varios factores que me han llevado a desechar esa posibilidad:

Ya hice una en su momento de una producción del de Ángel Corella, así que quizás me extendería más hablando de lo mismo… y la que he visto en esta ocasión no es tan deslumbrantemente extraordinaria como para hacerlo.

-Cuando eché una ojeada, en la web del Fernán Gómez, a las fotos de la producción… me di cuenta de que mentían cuales bellacos; está claro que nos han traído la versión más simple para la gira, porque no hay ni un sólo cambio de decorado, como sí se refleja que había en el montaje original (cosa que incluso se puede ver en el programa de mano); y a falta de auténticas imágenes del espectáculo, pues nada puedo poner. Eso sin mencionar, que hasta el vestuario cambia, para mí, todo esto es inexplicable, es como si hubiesen puesto las fotos de otra producción anterior. Ilógico.

Sin embargo, he de decir que tenía muchas ganas de acudir a ves este ballet, básicamente porque el año pasado vino la misma compañía, las entradas se agotaron totalmente, y yo me quedé sin verla… una pena; pero este año, no estaba dispuesto a lo mismo, y he de decirlo, no lo tuve fácil porque, efectivamente, apenas quedan entradas para los únicos seis días que están. En cualquier caso, todo esto nos puede llevar a unas reflexiones muy interesantes, y estas son que, como es posible, si cada vez que se escenifica un ballet clásico, las entradas se agotan… ¿por qué no hay más oferta de una actividad que, evidentemente y a todas luces, interesa al público?, ¿por qué no se organiza más a menudo?.

Tal vez todo ello tenga que ver con que nosotros tenemos nuestra propia tradición de danza, y nuestros ballets son de otro tipo, pero se agradecería ver más producciones, con buenas compañías, que recuperaran algunos de los míticos y tradicionales, puesto que es evidente que el asunto vende y a la gente le interesa.

No está de más decir, que tratándose además, como se trata, de alta cultura, las altas instituciones públicas tendrían especialmente el deber de programar este tipo de eventos culturales (y por favor, no tanta danza contemporánea, que con los creadores que hay, suele tener resultados desastrosos).

-El lago de los cisnes: mil veces he disfrutado este ballet: en directo, en grabaciones ya sea sólo en audio o video… etc; y no me canso, también es debido a que Tchaikovski es uno de mis compositores favoritos, su música tiene una emocionalidad tan poderosa, realmente habla por si sola y embarga totalmente.

Así que, y por esta razón, acudí al Fernán Gómez nuevamente, para que me volvieran a contar por milésima vez la historia de Odette, la princesa cisne (y, desde luego, dejarme seducir y pervertir por Odile, el cisne negro);  a través de ese precioso libreto que cuenta tan encantador (nunca mejor dicho) cuento de hadas.

En primer lugar, he de decir que el teatro Fernán Gómez no está preparado para este tipo de espectáculo: en primer lugar, porque no puede albergar un foso para orquesta (tal vez quitando butacas… no sé, yo la verdad es que estoy demasiado acostumbrado a ver el ballet con músicos el directo, así que me pareció extraño apreciarlo con música pregrabada, una grabación que, por cierto, sonaba un tanto antigua o mal digitalizada, puesto que se distorsionaba en los altavoces), e incluso me atrevería a decir que la caja escénica no es suficientemente amplia (con toda probabilidad, no permite los necesarios cambios de decorados que se pudieran haber hecho de ser todo el espacio más amplio y estar mejor acondicionado para ello). A pesar de ello, se nota que en el teatro ponen toda la buena voluntad para que el espectáculo salga adelante, y es evidente que los bailarines tuvieron sitio sobrado para bailar.

En cuanto al espectáculo en sí mismo, decidí ir preparado desde el principio, al fin y al cabo, yo he llegado a ver bailar a artistas del Bolshoi o del Mariinsky, y sabía que ese nombre, tan grandilocuente, de “ballet nacional ruso” era una pura engañifa, pues las cosas llevan el nombre que les ponen, y esta no es sino una de las primeras compañías privadas de ballet de Rusia (así que de estatal y pública, nada de nada, con todo lo que ello implica de exigencias a la hora de la selección), que dirigen los Radchenko… pero no obstante, quería darle una oportunidad, no en vano, si en algún lugar hay tradición de ballet, es en Rusia (y de ahí el astuto nombre que le han puesto a la compañía, ¿quién iba a decir que no son buenos con semejante nombre, si todo el mundo sabe que los ballets rusos son famosos en el mundo entero?… aunque los espectadores más astutos y enterados, si investigan y escarban un poco en esta compañía, descubrirán que hacen la gira más insólita por teatros de lo más provincianos, lo que, es evidente, jamás haría un ballet de gran nivel); y además, como siempre digo, yo nunca juzgo sin conocer, y como dijo Wittgenstein, “de lo que no se sabe, lo mejor es callar”.

Así pues, la propuesta que el ballet de Radchenko nos trae, es de lo más tradicional, con la salvedad de elegir el final feliz, que todos sabemos que vende más, para qué mentir. No quiero dejar de comentar, respecto a la coreografía, que no deja de resultar curiosa la tan poderosísima influencia que ha tenido Marius Petipa en el arte del ballet, pues consiguió modernizarlo y la vez anquilosarlo, pues hoy día, es casi inconcebible que ninguno de los ballets que coreografió, ¡en el siglo XIX!, incluido este, se haga de otra manera que la suya (tal vez, también, porque fue la original); no obstante, esto, para los amantes del ballet puede resultar muy útil, pues al haber visto y conocer bien la coreografía, podemos distinguir a la perfección, y sin demasiadas dudas, cuando hay una ejecución buena o torpe por parte de los bailarines, cuando lo dan todo o cuando no llegan al nivel exigido.

Así pues, ¿tiene nivel el autocalificado “ballet nacional ruso” que yo prefiero llamar la compañía de Serei Radchenko?, pues no mentiré, indudablemente los bailarines con los papeles protagónicos son los mejores, y su ejecución es digna, no perfecta, no sublime, pero sí apropiada y agradable de ver, superando el mero amateurismo pero sin llegar a la maestría (de lejos, el mejor de todos, es el bailarín que hace del bufón). No puedo decir lo mismo del resto de la compañía, pues, en cuanto te empiezas a fijar con cierta insistencia en alguno de los cisnes o de los cortesanos, rápidamente empiezas a ver de todo: descoordinación, falta de tensión física, pérdida del equilibrio y la verticalidad… en definitiva, falta de técnica en general, pues hay todo tipo de impurezas que le quitan belleza al conjunto… no diré que sea una catástrofe absoluta, pues gracias a Dios no lo es, pero se nota una clara falta de pericia.

Por lo demás, el resto del espectáculo es impecable, como ya digo, buscan crear una representación tradicional, en el buen sentido, y lo hacen: vestuario precioso, lujoso y vistoso; además de decorados de fondos pintados (bueno, en este caso, sólo uno, pero bonito al menos… la cosa se queda escasa, pero es lo que hay); es decir, la imagen del encanto del viejo ballet que todos tenemos en la mente.

En definitiva, si bien el “ballet nacional ruso” o compañía de los Radchenko no hace honor al nombre que lleva por el mundo adelante; yo no me arrepentí en absoluto de ir, e incluso lo recomiendo; no es perfecto, no es sublime ni maravilloso, pero sí aceptable, y si no se es extremadamente exigente y purista, se puede disfrutar (yo lo hice)… de hecho, quizás es especialmente recomendable para aquellos que se quieran iniciar en el tema, pues es una producción lo suficientemente buena como para hacerse una idea de lo bonito que puede resultar el ballet, pero con la necesaria falta de calidad como para que no haya que pagar un potosí, y que no importen o se capten los defectos que ven los más avezados en la materia.

Es más, con toda probabilidad, la falta de destreza de los bailarines, ayuda también a que el ballet sea mejor a nivel narrativo (y por tanto, más accesible para los que quieren iniciarse)… puesto que, por lo general, los grandes ballets de Rusia que he visto (en otros sitios como Londres o París también se ve, pero menos), como contaran con un reparto especialmente excepcional y hábil, rápidamente se olvidan de que tienen que contar una historia, para supeditarlo todo al gran artista de turno haciendo cabriolas y piruetas sin parar con tal arrancar el aplauso del público (y por tanto, el ballet se llena de solos y dúos interminables); acabando por ser finalmente la representación, más una exhibición de virtuosismo de danza, que la narración de un libreto a través de esta (es decir, se pierde la perspectiva y se le acaba dando más importancia a la forma que al contenido). Afortunadamente, en el caso de la producción de esta crítica, eso no es así, y la historia se cuenta sumamente bien.

Además, seamos sinceros, en este país, no hay muchas más posibilidades de ver ballet clásico, así que, a menos que tengáis pensado hacer periódicos viajes al norte de Europa, y gastar una auténtica fortuna en los grandes teatros (porque vamos a ser sinceros, por el precio que se paga en el Fernán Gómez, tampoco se puede hacer exigencias desmedidas… que vale, sí, tal vez podríamos encontrar una entrada para una gran producción de una compañía real o nacional extranjera espectacular, con fama y prestigio, por una cantidad similar de dinero en un gran teatro… pero sería en el gallinero, a muchos pisos de altura); por lo cual, por todo ello, si conseguís entrada (y ya está difícil), yo sí recomiendo acudir a este espectáculo.


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