¡Se acabó el hacer el vago!, que con la tontería de lo de los Premios 20Blogs, tengo la excusa eterna para no publicar… así que nada, ¡a recuperar el ritmo publicatorio del blog pero ya!.
Bueno, la verdad, no voy a mentir, lo cierto es que una serie de circunstancias personales y profesionales hicieron que estuviera extremadamente ocupado (al final, puede que sea para bien), con lo cual también tuve que dejar de escribir cosas nuevas… y se me acumularon, y acumularon los artículos pendientes.
¡Así que preparaos!, especialmente los nuevos seguidores (creo que los perderé antes de que acabe el fin de semana ante tanto acoso de novedades jajaja), ¡pues se acerca un aluvión de publicaciones bastante seguidas!.
Por otro lado, y hasta que acabe el tiempo de las votaciones, seguiré manteniendo en el blog, fijado como primer artículo, el dedicado a mi crónica de los premios, que seguiré actualizando, como indico en él, si algo hubiera que decir (sí, se va a hacer más largo, ¿pero tal cosa es posible?, ¡sí!, y no olvidéis que cuando acabe el concurso publicaré en ese mismo artículo mis muy inmorales -y mordaces- conclusiones de lo qué hay que hacer para ganar los premios, ¡es que soy terrible!)… ¡pero eso no me impedirá seguir publicando novedades, así que, vamos allá!:
Spielberg, director del filme, es conocido como uno de los midas de Hollywood, y se le considera ya, con razón, una leyenda del séptimo arte, que cuenta en su reciente recorrido (no olvidemos que los 80 y los 90 para muchos fueron hace dos días) con películas que pueden y deben considerarse como clásicos del séptimo arte, que, con toda probabilidad pasarán el duro examen al que la historia con mayúsculas somete a todo y a todos.
Pero en el arte, existe el mal vicio (proveniente de ese gusto humano por sentirse seguro, por lo cual siente la necesidad de clasificarlo todo) de otorgar la impunidad a un nombre; me explico: todos los Picassos y los Dalís son buenos; da igual que sean dibujos de juventud, bocetos, o que el propio artista haya renegado de ellos… su precio es astronómico por el mero motivo de estar avalados por un nombre consagrado.
Lo mismo pasa en otras artes, quizás el ejemplo más evidente en el séptimo arte lo vemos en Woody Allen, que con su múltiple y prolífica cinematografía (prácticamente un filme por año, si te descuidas) consigue realizar algunas auténticas obras maestras… pero también horrores incontestables, y muchos más productos regulares que todas las anteriores categorías juntas. Pero siempre leerás a la crítica oficial (e incluso la que no lo es) expresarse positivamente acerca de él, es lógico, un nombre consolidado nadie se arriesga a cuestionarlo, y más cuando tienes un nombre del que mantener la reputación (y eso en todo, recordemos el caso de Vargas Llosa en España). Y ahora entendéis porque Universo de A es anónimo, ¡así puedo decir lo que me da la gana!.
De todos modos, el caso de Spielberg es el mismo que el de Allen, ha hecho grandes filmes… pero ahora nos encontramos con uno menor, uno que no termina de ser digno de llevar su nombre o asociarse con lo que ello significa. Por otro lado, dado el gusto que le ha cogido últimamente este director a probar múltiples géneros, tal vez haya llegado el momento de admitir que no todo se nos puede dar bien, y que podemos tener talento para unas cosas y no para otras.
-El puente de los espías: a la película le cuesta mucho clasificar en qué genero está, y esa sensación de estar perdida en sí misma, y no saber qué hacer con el material que tiene, se extiende por todo el metraje, que, por otro lado, es de una duración claramente excesiva y muy poco medida.
Los problemas comienzan en el guión, que contiene demasiados argumentos, personajes y no logra profundizar demasiado en ninguno de ellos (y no me extrañaría que fuese reescrito una y mil veces), todo queda excesivamente superficial (además de tener más de un cliché). Lo mismo se puede aplicar a la cuestión histórica (en la que la parcialidad se impone descaradamente, ¡pero qué mal se vive en los países comunistas, de verdad!, menos mal que formamos parte del capitalismo atroz y podemos llevar abrigos de la 5ª avenida…).
Siguen los problemas en la dirección, a la que le falta ritmo (lo que mejor refleja esta cuestión es el principio, extremadamente lento, sin tensión… hablando claro, aburrido), no digo que no se consigan momentos emocionantes o que te aburras, pero nunca terminas de engancharte del todo a la historia y esta te resulta sumamente fría, no hay empatía (lo que se debe también muy en parte al guión ya comentado).
A nivel técnico está muy bien (sólo faltaría). Excepto el montaje, que es casi de carnicero, y refleja a la perfección lo perdidos que estaban los creadores del filme con todo el material que tienen.
El reparto se queda simplemente en aceptable, cumplen su función pero ninguna otra cosa.
Al final te quedas con la impresión de que esa historia hubiera dado para mucho más, que tenían un material épico entre las manos y que, simplemente, no lo supieron utilizar y manejar adecuadamente. ¿Qué la película es aceptable, entretiene e incluso puede gustar?, sin duda, pero no te dejará marca en absoluto, saldrás como entraste (tal vez sabiendo algunas anécdotas más de la guerra fría).