Dice un viejo refrán que “más vale malo conocido que bueno por conocer”, y Carme Portaceli parece dispuesta a probarlo. Si horrorizados estábamos con Pérez de la Fuente, me parece que la nueva directora no sólo no nos va a traer nada mejor, sino que encima lo va a empeorar gravemente… y la pregunta es, ¿quedará alguna butaca ocupada al final de la temporada?, ¿no están ya suficientemente escarmentados los espectadores?.
De momento, yo, tras haber visto y analizado la temporada entera del Teatro Español (bueno es que se haya publicado, a los que nos gusta planificarnos, nos lo ponen fácil, y no tenemos que estar pendientes), francamente, apenas he encontrado un espectáculo que me interese, y, con todo, al que trataré de acudir, lo haré con reservas.
Sí lo sé, van en decadencia y caída, directos a la catástrofe.
Sublime atención al público en el Teatro Español, nunca mejor.
Han cambiado ligeramente los programas de mano, la estética sigue siendo vulgar (blanco y rojo, mira tú que descubrimiento), y además se nota que son más caros de hacer (calidad del papel, en color…)… es más que evidente que sólo es una forma de la dirección de llamar la atención, resaltar que esta ha cambiado y que ahora hay otra persona al mando. Si se centraran más en mejorar las cosas que merecen la pena, como en elaborar unos programas de manos más completos, con más información, de más páginas; mejor andaríamos… aunque si eso fuera lo único que hay que mejorar, suerte que tendríamos.
Tenía muchas ganas de ver una adaptación teatral del “Fausto” de Goethe. Tenía muchas ganas de volver a la preciosa e histórica sala principal del Español. Tenía muchas ganas de ver teatro de fuera de nuestras fronteras. Tenía muchas ganas de ver como eran las nuevas elecciones artísticas de la nueva directora… y en apenas cinco minutos, todo mi gozo estuvo en un pozo.
-Fausto: vuelve la política del amiguismo, que, aunque sea en forma de homenaje, no se hace de la manera más discreta que digamos.
En mi función varias personas se fueron y una sección del teatro se pasó media obra riéndose (y, obviamente, “Fausto” no es una comedia) además de hablando entre sí, con eso lo digo todo.
Sin duda, queda muy grandilocuente traer una obra en versión original, muy pseudointelectual, muy gafapastas… pero mientras leía los subtítulos, de repente me pregunté: “y si esto fuera en español, ¿qué opinarías?, si le quitamos ese barniz de gran producto venido de fuera, ¿qué se ve realmente?”… pues que es una mierda.
Bueno, con barniz o sin él, porque en apenas cinco minutos (diez máximo) ya te estás dando cuenta de que todo es la típica “artistada” en la que se ha malgastado tanto dinero como tonterías se han hecho; si no, ¿qué se puede decir de una obra en la que los actores se pasan toda la representación chapoteando en el agua (sin razón alguna) o hablando de cara al público con filosofías que aburren hasta el cabreo?, pues eso es lo que se ve en la obra, no hay más (bueno sí, también alguna que otra proyección y movimiento de decorado de delante a atrás y viceversa… mira tú que maravilla nos han traído de fuera).
Trataría de decir lo que está mal, pero es que es todo; o tal vez me enfocaría en lo que está bien, pero es que es nada… al final resulta algo vergonzoso, el típico teatro que a nadie gusta y que sólo los pretenciosos califican de interesante… en realidad, lo más triste, es que es la típica obra diseñada para que unos pocos puedan darse aires, y que al público en general repugna totalmente, mientras se les intenta engañar y hacerles creer que son estúpidos y que no tienen criterio ni sensibilidad artística, intentando darles gato por libre.
Pues no señor, yo por ahí no paso. Si de algo me enorgullezco en este blog, es por dar una información a las claras, veraz y honesta, de aquel que nada tiene que perder, por eso “Universo de A” es famoso y leído tanto por profesionales como por aficionados.
Así pues, digo de forma contundente, con absoluta convicción, que la producción de “Fausto” de Tomaz Pandur es una vulgaridad repugnante, presuntuosa y carente de todo gusto o estilo, el típico producto que esconde una inmensa falta de talento bajo una pretendida pseudointelectualidad, además de una supuesta engañosa visión artística, con las que pretende engañar y estafar a los espectadores deliberadamente.
En definitiva, durante el visionado de esta obra sentí vergüenza ajena y asco… y el inmenso deseo de que jamás se vuelva a repetir algo así, cosa que, tal y como he dicho, tras repasar la programación del Teatro Español, mucho me temo que volveremos a presenciar una y otra vez esta temporada, y probablemente, también las siguientes… pero a mí otra vez no me cogen en una de estas, de ninguna manera.
Sin mencionar que me parece intolerable que, aguantar las “artistadas” nacionales, pase… pero también las extranjeras, y encima hacer gasto de dinero público español en ellas… yo no me explico como todo esto no acaba en el pleno del ayuntamiento de Madrid, y no empiezan a rodar cabezas de responsables, cual las de los langostinos en la cena de Nochebuena.
Remataría la crítica desrecomendando totalmente esta prosaica “artistada” que es esta producción de “Fausto”, milésima estulticia de otro ridículo “artisto” presuntuoso que se cree que los demás nos chupamos el dedo… pero dado que en todo el inmenso teatro apenas estaba ocupada poco más que la platea de butacas (y no toda, sobre el 70% como mucho), y además las representaciones están a punto de acabarse (y seguro que estos, apenas cuatro días, nos costaron más que un mes con cualquier otra compañía nacional), pues es que no me hace falta despotricar nada más… el público está harto, está muy cansado de encontrar estupideces en este teatro, se está agotando de tanta tontería, se le ha espantado, no quiere arriesgar y con razón (que es lo peor)… al Teatro Español, que tanto necesita una regeneración, que necesita desesperadamente que lo hagan resurgir de sus cenizas, lo están hundiendo definitivamente en una muerte lenta y dolorosa.
Y yo sigo insistiendo, no me explico como es posible que todo esto se haga a fondo perdido con el dinero de los contribuyentes, y más en un país donde el paro es tan alto, donde hay tantas familias en riesgo de pobreza y exclusión social, donde mucha gente no puede pagar ni la luz, donde se producen incendios porque la gente enciende velas ya que no puede pagar la calefacción, donde todo sube de precio de una manera escandalosa (incluidos alimentos básicos)… y un largo etcétera; por eso, no se explica que mientras tanto, el Teatro Español se dedique a dilapidar el dinero en “artistadas” extranjeras. El colmo. Por extravagancias así, en Francia se hizo una revolución en 1789… la diferencia es que, en aquel caso, las barbaridades que se le atribuían a la pobre Reina María Antonieta eran falsas… y en el caso que estoy tratando en este artículo, son todas ciertas, comprobables a simple vista sin mayor esfuerzo.