Excelente atención al público.
Programa de mano poco interesante.
-Las cervantas: tenía muchas ganas de ver esta obra, suponía que iba a resultar sumamente interesante, pero me decepcionó mucho.
Toda la culpa es del texto de Inma Chacón y José Ramón Fernández (ya se sabe, “muchos cocineros arruinan el caldo”, y si ninguno de ellos tiene ni idea de lo que hace, pues imagínate), que está muy mal escrito: no existe la más mínima presentación o definición de los personajes; la historia está contada a trompicones y de mala manera (sin conseguir crear una estructura clara, sin centrarse en nada); tampoco alcanza a determinar el género al que pertenece… y por si fuera poco, los diálogos tampoco funcionan, en ese intento de mezclar lenguaje actual con el de la época, de modo que ni suenan veraces o interesantes. En realidad, todo el escrito acaba viéndose como algo extremadamente torpe, carente de talento y terriblemente amateur.
Y todo ello es especialmente criminal, cuando se parte de una buenísima idea original como es contar el proceso al que se vio abocada la familia Cervantes… aunque, la verdad sea dicha, se toman bastantes libertades y licencias artísticas (por más que al principio osen decir que todo lo que se ve es verdad, ¡ja!).
Con este material, Fernando Soto hace lo que bien puede, tratando de tomar las decisiones correctas (lo que, como ya digo, no le pone nada fácil un texto imposible), y a veces lo consigue. Ejemplos paradigmáticos: el uso de determinados objetos para señalar las fechas y momentos en los que estamos, lo que funciona y queda bien… hasta que ese mismo objeto se utiliza para otra cosa en escena, y como no se oculta la parte en la que se ve la fecha, pues acaba liando al público; o también el vestuario, que es contemporáneo pero a la vez intenta recordar al de época, de modo que al final no se decide por ninguna de las opciones, y acaba siendo un intermedio grotesco e indeciso.
Pero, sin duda alguna, lo mejor de la función es la música en vivo y en directo, gracias al violonchelista José Luis López, que a través de sus composiciones consigue hacer un homenaje a la música barroca a la vez que crear una gran banda sonora perfectamente ajustada a la obra, ¡brillante!; de hecho, escucharle fue lo mejor de toda la representación (aunque bueno, ya sabéis lo mucho que aprecio este tipo de cosas, como tantas veces he dicho).
En lo que respecta a las actrices, pues se las ve extremadamente perdidas en general, aunque no es para menos, ¡no tienen con qué trabajar!; a las jóvenes les faltan muchas tablas y se pasan toda la representación buscando el personaje o intentando averiguar de que va lo que están diciendo; y las mayores, pues consiguen tener gracia y sostenerse gracias a su aprendida capacidad (después de mucho rodaje) de tener presencia en escena… pero ninguna engaña a nadie, no hay quien compre sus personajes o se los crea, podremos hacer el esfuerzo momentáneo de fingir que tragamos con ello, pero es un autoengaño ridículo, y además, apenas se consigue durante unos pocos minutos.
En definitiva, un fracaso, tenían buenos cimientos, pero no el talento para que la arquitectura creciera y resultara soberbia; por lo que el resultado final resulta decepcionante y aburrido.