Revista Comunicación

Crítica exprés: Las golondrinas

Publicado el 13 octubre 2016 por Universo De A @UniversodeA

¡Qué irregular comienza el Teatro de la Zarzuela la temporada!, lo cual es una pésima señal, y más teniendo en cuenta que en la pasada, se terminó con la que, con toda probabilidad, sea la peor producción jamás estrenada en este teatro (y si no lo es, se merece un puesto de honor entre lo más repugnante y mediocre). 

En cualquier caso, por una parte, el nuevo director, Daniel Bianco, ya se ha encargado de poner su nombre en todos los sitios y asegurarse de que todo el mundo sepa de quién es el feudo; tal vez ello nos ayude a acordarnos de él, y de su familia, cuando la pésima navegabilidad de la web, que hace imposible acceder a cualquier información (a menos que estés dispuesto a esperar pacientemente una hora, y a actualizar una y otra vez la página incansablemente), nos ponga de los nervios. Todo ello, sin mencionar que han desaparecido por completo las decoraciones del teatro, con motivo de cada obra, que ampliaban la ficción del escenario al resto del lugar; tampoco hay las exposiciones en el ambigú… vamos, que nos estamos quedando sin todo lo bueno, y que se había convertido en característico de este teatro, gracias al nuevo directivo.

Aunque también es cierto, hay que reconocerlo y decirlo, que se ha organizado un gran recital con puertas abiertas para todo el mundo, algo indudablemente maravilloso, y muy en la línea de las cosas que debe hacer un teatro público; que también se sigue colaborando con otras instituciones para diversas producciones (aunque algunas de ellas son pedagógicas, con lo que a la mayor parte del público tanto le da) o que se continúan organizando conferencias (muy a destiempo, pero bueno).

Por otra parte, nos encontramos con una temporada lírica extraña, llena de programas dobles, y atractiva sólo hasta cierto punto… en fin, habrá que ver para juzgar. En la programación, muchas cosas se echan de menos (el cine mudo, por ejemplo) y otras de más (¿conciertos de grupos actuales?, supongo que desde que el Real se ha vendido, todos consideran que pueden hacerlo también).

La publicidad de este año, es algo más aceptable (desde luego, mejor que la de los años pasados que siempre era espantosa), pero tampoco ninguna maravilla deslumbradora.

En fin, ¿triunfará el Teatro de la Zarzuela (y por tanto Bianco) en esta temporada?, con franqueza, tengo muchas reservas para dar una respuesta contundentemente afirmativa.

Crítica exprés: Las golondrinas

En principio no iba a ver esta obra pues no me atraía mucho, pero se dieron las circunstancias… y allí acabé; al fin y al cabo, para qué voy a mentir, me encanta ir al Teatro de la Zarzuela, pues adoro el género del que es baluarte y adalid.

La atención al público es, como siempre, un maravilloso ejemplo de perfección, familiaridad y amabilidad.

En fin, procedamos a la crítica del espectáculo:

-Las golondrinas: me gustaría recordar las palabras de aquel conocido vate (aunque las esté metiendo un poco con calzador) que dijo aquello de:

“Volverán las oscuras golondrinas
de tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a tus cristales,
jugando, llamarán.

Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres…
ésas …. ¡no volverán !”

Pues mira chico, si esas golondrinas son como las están en el Teatro de la Zarzuela, ¡qué no vuelvan, por favor, qué no vuelvan nunca jamás en la vida!, ¡qué se queden en su casa, en África, o a dónde coño emigren!… ojalá que las palabras de Bécquer se hagan realidad, y que efectivamente, esas “Las golondrinas” que han colgado sus nidos en ese teatro, no vuelvan tampoco.

Pero dejando de lado los juegos de palabras y las referencias cultas forzadas; la realidad es que con “Las golondrinas”, nos encontramos ante una zarzuela muy prescindible en todos los sentidos: el libreto es un topicazo de agárrate, con todos los lugares comunes esperables, tanto, que los momentos que deberían de ser de más clímax dramático dan auténtica risa, y el resto, parecen directamente plagiados de otras obras líricas anteriores; sin mencionar que el texto está mal escrito en general: una estructura narrativa que no se sostiene, unos personajes mal definidos y con evoluciones dramáticas “deus ex machina”, unos diálogos mil veces oídos… etc.

A todo ello, no ayuda la música de Usandizaga que suena siempre muy poco original, busca un dramatismo desmesurado que no alcanza nunca, se pasa toda la función intentando levantar el vuelo, pero apenas lo consigue un par de veces  y el resto del tiempo, se deja oír, más o menos pesadamente.

En cuanto a esta producción, está dirigida musicalmente, con escaso dinamismo y falta de interés por parte de Oliver Díaz; y la parte escénica la lleva aún peor Giancarlo del Monaco, que si bien logra algo medianamente aceptable estéticamente con los decorados, y el vestuario… el resto es una atrocidad absoluta, en la que nadie sabe que tiene que hacer en el escenario, y llega a parecer improvisado en el momento; lo peor, de lejos, son las escenas violentas o de acción, que consiguen provocar la carcajada, de lo mal hechas que están, y lo evidente que es que nadie se toca, llegando a resultar absolutamente ridículo.

Tampoco, nada bueno se puede esperar de un reparto artístico, que ni goza de grandes voces que nos deslumbren, y encima, sus interpretaciones dan vergüenza ajena, pues hacen todo lo típico y tópico que siempre realizan todos los cantantes que no saben actuar, gesto por gesto, movimiento por movimiento… como reproduciendo eternamente los mismos errores que hacen que sus personajes no sean creíbles, carezcan de toda naturalidad, y que no haya quién se los trague… como además el libreto ya no se lo pone fácil, pues tenemos el desastre completo y total.

En definitiva “Las golondrinas” como zarzuela es mala, y esta producción además, lo es también; por tanto, ¿cuál debería ser la conclusión de mi crítica?, exacto.


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