Así, por primera vez (y una vez que sé que está aprobado oficialmente, y en los diccionarios) me decido a cambiar mi denominación tradicional de “crítica express” a “crítica exprés” (y probablemente de modo definitivo, aunque lo más seguro es que las vaya alternando) castellanizando la palabra, algo de lo que yo siempre he sido partidario (de que si hay una palabra castellana que nos pueda evitar un anglicismo… ¡usémosla!… quizás algún día publique un artículo sobre estas opiniones…).
-Mr. Holmes: podría empezar esta crítica, especialmente si fuera una completa y no exprés (aunque este último caso nunca me ha impedido extenderme más de lo que debería y me gustaría), reflexionando sobre el personaje de Sherlock Holmes, su influencia y su importancia dentro de nuestra cultura, el como es una de las mayores inspiraciones a través del tiempo, una muestra perfecta de como los clásicos nunca mueren, o como son capaces de fascinar a millones de personas indefinidamente. Sin duda, pondría múltiples ejemplos, como demostración de mis argumentos, algunos de los cuales recopilados durante la existencia de Universo de A, como: la serie televisiva que en un comienzo nos deslumbró, pero que luego fue en decadencia y caída; tal vez hablaría de la adaptación de un cómic sobre el personaje que se adaptó a la pantalla; probablemente citaría también el como el famoso detective inglés paseó por Madrid en una delirante producción española… y sin duda alguna, pondría también un enlace al artículo de este blog (escrito en sus comienzos, como pasa el tiempo) sobre mi libro favorito acerca del detective de Baker Street.
Sí, indudablemente haría todo eso si esta película fuera sobre Sherlock Holmes y hubiera que ponerse a analizar el personaje y el como ha sido adaptado de las páginas de Conan Doyle a la pantalla… pero lamentablemente eso es imposible, porque los creadores de este filme pasan totalmente del tema.
No es ya que nos encontremos con la típica y demasiado usual adaptación del habitual lumbreras que se ha creído que él está destinado por la providencia a superar al propio Sir Arthur Conan Doyle creando una versión mejorada del personaje (para más detalles, ver muchas de las anteriores adaptaciones a las que puse enlaces), y si lo es, es una versión tan extremadamente evolucionada de esa idea, que nada queda del personaje original, que se empeñan en negar drástica y radicalmente una y otra vez con todo descaro, para pasmo de un espectador que reconsulta una y otra vez su ticket de entrada para ver, si realmente, en esta pone “Mr. Holmes”.
Dicho de otro modo, la película bien se hubiera podido titular: “Mr. Adams”, “Mr. Davis”, “Mr. Smith”, o incluso “Mr. Churchill”, y si me apuras, hasta “Mr. Windsor”; ¿por qué entonces, ¡oh dioses de lo demasiado escrutable!, se llama entonces esta película “Mr. Holmes”?, ¿nadie lo adivina?, pues tal vez sea porque “Mr. Adams”, “Mr. Davis”, “Mr. Smith”… etc, no venden tanto como “Mr. Holmes”, que luego tenga algo que ver con el conocido Sherlock, eso ya es otro tema.
Así vemos una película sobre un tipo que fue detective (pero desde luego no el personaje de Conan Doyle) en su vejez y el como se enfrenta a su pasado, partiendo de este punto, pasamos a comentar el filme en si mismo.
Las críticas en general, tanto oficiales como amateurs eran regulares e incluso malas, una palabra se repetía, expresada de un modo u otro, con constancia: fallida; y es verdad, yo lo sabía y decidí arriesgarme a pesar de todo (tenía unas ganas de ir al cine que no podía con ellas, así que, ¡hala!).
La historia ya no es digna del mito de Sherlock Holmes ni en broma, con unos casos y unos misterios ridículos, de andar por casa, a los que, en el caso de que Conan Doyle se hubiera molestado en redactarlos, no les habría dedicado más de una línea o un párrafo, como algo anecdótico y prueba de la gran sagacidad de su gran personaje (como hace varias veces en sus libros), pero desde luego jamás les hubiera dedicado una mayor atención.
Si obviamos el tema Holmes, no dejan de ser unos casos bastante mediocres para un detective normalito, que a veces contienen cierta intriga, pero absolutamente decepcionantes en su resolución. Su único valor es su grado de intimismo, pero aún así, dado que no se venden como deberían, se está intentando hinchar permanentemente un globo (más mal que bien) para pincharlo en el momento álgido, con la consecuente decepción.
En este desastre tiene una gran responsabilidad un guión que es incapaz de conseguir que la historia tenga vuelo, que se enreda en unas minucias y una pobre imitación del género detectivesco bastante vergonzosa. Si a eso le unimos su incapacidad narrativa, que sólo consigue liar al público con múltiples flashbacks e historias que no dejan de perder interés progresivamente debido a su irrelevancia permanente, pues vamos a peor.
No lo mejora una dirección muy poco dinámica, incapaz de imponerse sobre una historia caótica; o una fotografía que no se molesta en diferenciar la actualidad del pasado; un departamento de maquillaje que podría haberlo hecho mucho mejor a la hora de diferenciar las edades del protagonista; y desde luego tampoco un montaje que es incapaz de hacer otra cosa que cortes de carnicero, haciendo saltos temporales incomprensibles (complicándole la vida al público y obligándole a reubicarse permanentemente), como si fuese el caballo de un tiovivo, al igual que si lo hubiese realizado un estudiante de la escuela de cine en prácticas, o un aficionado completo.
Como la gran mayoría, coincido en que lo poco salvable de esta película es el gran Ian McKellen (aunque también se niega a actuar como Sherlock Holmes), capaz de interpretar la versión más decadente de la vejez (aunque aparentemente no es su caso -debido a los múltiples proyectos en los que se sigue embarcando-, su experiencia le ha hecho conocer a personas que tienen problemas de salud derivados de la edad, y él consigue plasmarlos a las mil maravillas), aunque lamento decir, que no es suficiente motivo para ver el filme. El resto de las interpretaciones, por lo general, dejan que desear (especialmente la del niño, que se vuelve más y más repelente a medida que avanzan los fotogramas).
En definitiva, con Sherlock Holmes ya he comentado que no tiene nada que ver; como película se deja ver, aunque es muy regular y no consigue ninguno de sus objetivos: ni imitar el género detectivesco; ni plasmar la decadencia de la vejez… etc. Lo dicho, se deja ver, pero no aporta nada.