Nuevo triunfo del Fernán Gomez y estrepitoso fracaso otra vez del Español… a veces uno se pregunta como es posible que ambos pertenezcan a la misma institución, porque es evidente que en uno se están haciendo bien las cosas y en otro no.
Nuevamente, nos encontramos con el problema de ideas en apariencia buenas que no se desarrollan bien por no confiarlas a las personas adecuadas; y ese parece ser el problema principal (ya detallaré en las críticas).
Sea como sea, mientras la programación del Teatro Fernán Gómez se mantiene variada y atractiva y destaca por la originalidad de sus propuestas (leer las críticas respectivas abajo), la del Español y el Matadero apenas levantan cabeza últimamente, ¿qué está pasando?, alguien debería de repensar seriamente la organización y dirección artística de estos teatros.
Así, mientras que en el Fernán Gómez nos encontramos con la originalidad de traer un espectáculo de clown en una sala y en la otra el triunfal Gospel; en el Español van de desastre en desastre, con espectáculos que no merecen ni ser programados (especialmente en la sala principal; “El burlador de Sevilla” de Facal, y ahora este de Rossy de Palma, ¿en serio?, si lo que buscan es que el público no vuelva, están dando totalmente en el clavo), y en el Matadero no se va por mejor camino… (especialmente debido al terrible “Danzad malditos”).
La atención al público en los teatros municipales permanece absolutamente excelente (especialmente en el Fernán Gómez, donde ya he empezado a apreciar familiaridad por parte de los acomodadores, que reconocen a los habituales; algo que me agrada, y que siempre fue una de las cosas que más alabé del Teatro de la Zarzuela; la verdad es que creo que esa es una gran arma de relaciones públicas en cualquier trabajo de cara al público, y como no, funciona maravillosamente en un teatro).
Pero los programas de mano se están volviendo muy mejorables en todos los teatros (¡en los conciertos de Gospel ni los había!, ¡ni siquiera algo con las canciones que se iban a cantar!), pues los textos que traen se están empezando a volver muy tontos o ser un vulgar corta y pega de cualquier sitio.
Me rindo al clown, lo reconozco, sucumbo absolutamente, ¡son necesarios más espectáculos de este tipo!.
Vamos a entendernos, no es que sea algo novedoso que no se haya visto nunca jamás, pero sí que es bastante infrecuente verlo en un teatro o en una sala de este, lugar este último, sin duda adecuadísimo para un espectáculo de este tipo, ya que un gran teatro sería excesivo (pues se perdería la necesaria intimidad y cercanía, tan adecuadas para una representación de este tipo).
Y eso que he de reconocer que mi relación con el circo, “el mayor espectáculo del mundo” jamás fue muy fluida, de hecho ni de pequeño me impresionaba demasiado (raras veces), y tengo un recuerdo incluso aburrido de este… pero tampoco me suele atraer demasiado ver deportes… supongo que indirectamente tiene que ver, pues siempre prefiero que haya una narración.
Tampoco con los payasos tengo mejores recuerdos, de quienes me vino antes la imagen terrorífica, triste y contradictoria, que la original; leyenda negra que me impidió entenderles durante mucho tiempo y poder comprender su auténtica naturaleza (aunque no soy el único, esta cuestión nunca ha ayudado a una profesión que, al menos en la teoría, siempre ha buscado algo tan hermoso como producir la felicidad ajena; aún a día de hoy, hay tantos niños a los que un hombre, todo maquillado de forma extraña, les da miedo…).
En cualquier caso, me agradan estos espectáculos de payasos, son diferentes, sorpresivos, inesperados… y tienen un gran encanto infantil adulto por estar llenos de una deliciosa ingenuidad.
Aunque en el caso de “Natta” costaba identificarlo como tal, y si no fuera por esa aclaración en el cartel de que era para todos los públicos o por la publicidad… la verdad es que no ha sido nada buena, toda la promoción realizada disuade a ver este espectáculo, ¡es espantosa! (da miedo, ¡es casi peor que la del Teatro de la Zarzuela! -que no se que les ha dado con eso este año, aunque no sé que será peor, si eso o las formas geométricas de los carteles de temporadas pasadas-).
En cualquier caso, tras el triunfo esta misma temporada de “El minuto del payaso” (crítica de próxima publicación), llegué a la conclusión de que quería más; así que allí fui a esta obra, y aunque “Natta” es muy regular, no dejo de pensar que necesitamos más clown en nuestras vidas, que los payasos realmente son necesarios, ¡larga vida a estos!, ¡que vivan!.
-Natta: regular, sumamente regular, en muchos momentos no pude evitar tener la sensación de estar viendo un espectáculo callejero (de esos típicos que se contratan con motivo de diversas fiestas o celebraciones) trasladado a un escenario teatral.
El slogan “la comedia más brutal de los últimos años” es sorprendentemente acertado, y sin duda alguna hay que tenerlo en cuenta a la hora de ir, pues el humor es bastante bruto y agresivo; yo personalmente, no considero que la obra sea para todos los públicos, y seguramente, el padre que tuvo que salir con el niño llorando en volandas durante mi función, tampoco. Adolescentes como muy jóvenes.
En realidad, en mi opinión, esta es una obra para los muy fans del clown, para aquellos a los que les encanten los payasos y sean incondicionales de estos, puesto que para el resto les resultará muy regular e incluso no les entusiasmará, ya que el espectáculo nunca termina de despegar del todo; sin duda tiene momentos muy divertidos, incuestionablemente da sorpresas y llega a emocionar… pero el conjunto cojea demasiado.
Probablemente lo que falle sea que no haya un argumento ni ningún tipo, ni apenas historia de fondo; que realmente nada tenga demasiado sentido; y que sólo se trate de una serie de gags cómicos físicos enlazados uno tras otro sin mayor motivo; todo lo cual produce que sea imposible empatizar con los personajes y sus vivencias de verdad.
Si a todo lo anterior le unimos el gusto por lo esperpéntico, el feísmo, y lo escatológico, termina de formar un panorama que difícilmente agradará a muchas personas.
En definitiva, lo dicho, para aquellos a los que les guste mucho este tipo de espectáculo, porque al resto, mucho me temo que no les terminará de convencer.
Indudablemente, otro triunfo de la programación del Teatro Fernán Gómez, que no se puede dejar de alabar en su acierto, y no puedo imaginar fechas más adecuadas para ello; por otro lado, el público ha respondido, y está acudiendo masivamente. La verdad, hay que decirlo, es toda una oportunidad para escuchar un tipo de música que no es habitual que podamos escuchar en directo para las voces para las que fue concebida.
-Los grandes del góspel : no hay duda alguna de la importancia que ha tenido la música negra en la historia (jazz, góspel, blues, soul…), muy especialmente a partir del siglo XX, y que, sin duda alguna, ha influido en todo lo que siguió ayudando a la posterior creación de muchos de los géneros actuales. Sin duda alguna es un imprescindible histórico para comprender nuestra evolución melódica, especialmente en occidente.
Además, para aquellos amantes del género musical (teatral y cinematográfico), es especialmente importante, pues fue su base, bien es cierto que no aparecían muchas personas de raza negra ni en los escenarios o en las películas, pero su presencia, más o menos intuida, siempre estaba allí.
Así pues, creo que podemos concluir sin duda alguna que esta música fue y es sin duda uno de los grandes legados de esta raza a la humanidad.
Por otro lado, si algo podemos destacar de estos géneros musicales, es que suelen ser un maravilloso canto a la vida, que aportan una felicidad inmensa; lo cual es especialmente irónico sabiendo de su origen esclavo, pero siempre se ha sabido que las mejores obras de arte surgen en las peores épocas.
Quizás por eso la música negra gusta tanto y es una gran obra maestra, porque habla de cualidades tan importantes del ser humano como su capacidad para la supervivencia o su instinto de conservación, porque siempre hay esperanza, porque siempre hay razones para vivir, porque siempre hay algo por lo que merece la pena seguir luchando y salir adelante; la vida siempre es hermosa (aunque muchas veces no lo creamos), y esta maravillosa música es la perfecta demostración de ello.
Y como toda obra maestra, sus valores son totalmente actuales, y un público enfervorizado, ovacionando en pie a los artistas demostró haberse contagiado totalmente de las ganas de vivir que estas melodías producen.
Bien es cierto que nos separaban muchas cosas de los cantantes americanos: lengua (mucha gente no entendía lo que decían, cuando hablaban o cantaban; en este caso supongo que era difícil subtitular puesto que todo era semi improvisado), estilo de vida, país, continente… y también es cierto que ellos estarían acostumbrados a otro tipo de público que se conociera las canciones, que les entendiera al hablar, que pudieran participar más efectivamente (¡sí, cantamos en el concierto!); y bien es cierto que quizás el espacio para el concepto de acto que ellos querían no era el más adecuado (probablemente desearían que bailáramos y nosotros íbamos para sentarnos y escuchar, ¡pero como no moverse con tal ritmo!)… pero todas las dificultades, todas las diferencias las venció la música, probando una vez más que el arte es algo universal, que llega a todos los lugares y personas porque apela a nuestra condición más básica.
Criticar, no obstante, que no entiendo la necesidad de los micrófonos y altavoces, me parece absurdo en el teatro y estoy seguro de que los cantantes podían llenarlo totalmente con sus voces si necesidad de recurrir a ningún tipo de absurda e innecesaria tecnología.
En fin, que me alegro mucho de poder recomendar estos conciertos, todos los cuales, que menciono a continuación, se repetirán al menos una vez más, ¡no perdáis la magnífica y única oportunidad que se os ofrece!, ¡y cuidado, que las entradas vuelan!:
-The voices of jubilation: aunque no soy gran fan de Ray Charles, fui por todo lo comentado arriba. El concierto, según nos comentaron, es una reproducción de uno de los últimos que hicieron con él. Y es fantástico.
Varias canciones conocidas y otras no tanto, en todo caso es todo tan bonito y alegre que no podrás evitar dejarte llevar por su ritmo y salir con una sonrisa en la cara. Fabuloso.
Al final también venden discos (una costumbre que me parece fuera de lugar en un teatro) y te pasan sus redes sociales.
Por primera vez (o una de las pocas veces que lo he hecho, ahora no recuerdo ninguna anterior) debo criticar a los técnicos del teatro, pues el sonido en este concierto estaba demasiado alto e incluso se llegaba a distorsionar, resultando incluso molesto (o a lo mejor me estoy haciendo viejo jajaja). En el siguiente concierto (crítica abajo) el problema desapareció, así que es probable que fuera el caso de una única vez.
-The gospel times: concierto algo menos movido que el anterior, también les encanta que participes y cuentan con grandes voces, además de sentido del humor. Igualmente algo encantador.
Como, la verdad sea dicha, no son espectáculos baratos (como de costumbre hay descuentos, pero el precio no baja en exceso), y no tienen los precios habitualmente accesibles de este teatro (y con todo la asistencia de público es muy alta), por si tuvierais que decidir entre uno de los anteriores, mi recomendación es para “The voices of jubilation”, me pareció más festivo y alegre (comprobaréis que hay un tercero de “Chicago mass choir”, pero a ese en principio no voy a poder acudir, así que quedáis desamparados de mi crítica en ese caso jajajaja).
En definitiva, estos conciertos de Gospel son absolutísimamente recomendables y una oportunidad única para poder disfrutar en directo de un tipo de música que habitualmente no solemos poder escuchar en este país. Aunque sólo sea por la excepcionalidad del caso, ya merece mucho la pena (sin mencionar lo apropiado de ello por las fechas navideñas); y además, ¡te provocan un subidón de felicidad!.
Tras el estrepitoso y desastroso fracaso de “El burlador de Sevilla” (sin mencionar la forzosa prorroga de un espectáculo tan fallido como “Al galope”), que por encima inauguró la temporada, cualquiera hubiera pensado que era el momento de hacer serias reformas y de pensarse muy bien el siguiente paso a dar… pero la inconsciencia parece ser el leit motiv de la dirección del que debería ser el teatro por excelencia de nuestra nación.
Ya hablaré de la obra en la crítica, pero es suficiente con decir que apenas la programaron poco más de un fin de semana, y que en mi función no se había llenado ni la mitad del patio de butacas, y salvo una pequeña parte del primer piso, todos los palcos y el resto del inmenso teatro estaba vacío. Resultaba muy deprimente. No vamos a entrar en la obviedad de que a este espectáculo no era en absoluto lógico que se le concediera la sala principal de tan inmenso lugar para el que no es en absoluto apto, ni ha sido concebido, ni adaptado; pero sí diré que la contemplación de la situación anteriormente descrita ya lo decía todo acerca de lo ilógico de semejante programación; eso, y que apenas un minuto después de terminar la función, el teatro entero se hubiera despejado como si no hubiera pasado nada en la hora anterior. Desierto, parecía un cuadro de Giorgio de Chirico, bueno, a decir verdad, si te descuidas, la función también (y no en el buen sentido).
Sin duda en el Español se consideró que el famoso nombre de Rossy de Palma tendría un efecto llamada (una estrategia muy hábil que llevan mucho tiempo explotando en la Compañía nacional de teatro clásico)… pero está claro que ha resultado absolutamente insuficiente, y la ínfima calidad de la obra hizo el resto.
-Resilienza d’amore: este es, con toda seguridad, otro de esos magníficos ejemplos de como tener una buena idea (un espectáculo de evocación surrealista) y arruinarlo por encargárselo a alguien poco o nada apto.
Hablemos de Rossy de Palma, ya que, al fin y al cabo, todo gira alrededor de ella en esta obra (actúa, dirige, escribe…). Seamos realistas, de Palma no es una actriz, si estuviéramos en otra época en EEUU (pues hoy día se la puede calificar con el genérico “celebrity” que es un magnífico y práctico cajón de sastre que vale para todo), probablemente se le podría aplicar el viejo dicho de que “es más estrella que actriz”, pero como en este país tal cosa no existe (como muchísimo podríamos hablar de estrellas en la época de Cifesa, y por supuesto con Bronston, pero esas ya eran de Hollywood…), dejémoslo en la tradicional denominación de “chica Almodóvar” (director que la definió en una ocasión, acertadamente, como “una belleza cubista”, dando buena cuenta del siempre fascinante atractivo y morbo que nos causa la más deliberada e insolente fealdad -a todo esto, que mal le sientan los años a esta mujer, ha engordado muchísimo-… sin duda uno de los aspectos más cautivadores y grotescos del ser humano); y lo cierto es que la mujer no pasa de ahí, porque a la hora de la verdad, no tiene registros, nunca la hemos visto hacer nada diferente que no sea de ella misma; lo cual puede ser perfectamente legítimo, pero es una limitación que hay que aceptar, empezando por ella propiamente; dicho de otro modo, ¿si no tienes capacidades como actriz, qué te hace creer que las tienes como escritora o directora?, he ahí la interesante e importante cuestión; y lo que es más cruel, ¿quién te quiere tan mal como para hacerte creer que las tienes?. No sé que es peor, si que te engañen o engañarte a ti mismo, pero ambas cosas a la vez, es realmente demencial.
Así, en la obra no hay historia, no hay argumento, nada tiene demasiado sentido… pero no se consigue una auténtica obra surrealista, puesto que se nota que todo está demasiado pensado e intelectualizado, plagado de una falsa profundidad y de unas reflexiones que no interesan a nadie porque son sumamente vulgares. Es el producto de una persona sumamente común, ordinaria, como todos, que no tiene nada novedoso que aportar; al fin y al cabo, la triste verdad es que sentirse diferente no es ser diferente; una lección que muchos deberían molestarse en aprender para no aburrir a los demás con sus tonterías mil veces vistas. Sin mencionar que todo el conjunto apesta a amateurismo.
Lo cierto es que tuve permanentemente la impresión de estar viendo la típica obra de una amiga o conocida, a la que de repente le entra la vena artística, le da por hacer el tonto en un centro cultural (en vez de tener la prudencia de guardárselo para la intimidad hasta tener mayor perspectiva y criterio), y a la que al final tendría que decirle lo bien que lo había hecho por no quedar mal, aunque durante todo el rato estuviera pensando, “ya se te pasará la tontería, ya entrarás en razón… qué remedio te va a quedar, a mí total no vas a escucharme, y encima te vas a enfadar, así que, ¿para qué decirte nada?”.
En realidad, quizás la mejor forma de decidir si quieres ver esta obra es responder a si te interesa ver a de Palma probarse zapatos durante diez minutos seguidos (sin hacer ninguna otra cosa); fingir sollozar cubierta de papeles durante otros diez minutos mientras se arrastra por unas líneas negras previamente pintadas; o bailar malamente, como haría cualquiera, haciendo el tonto. Teniendo en cuenta que esta descripción ya bien podrían ser treinta minutos, me parece que da una buena idea de lo que se va a encontrar durante una buena parte de la función.
Aunque eso no es lo peor, que la obra se estrenase en Italia, no significa que haya que mantener la mayoría del espectáculo en el idioma de ese país sin ningún tipo de traducción (¡¿por qué a nadie se le ha ocurrido subtitularla?!, ¡es absurdo e inconcebible!); sin mencionar que a mí, personalmente, me parece un intolerable insulto al Teatro Español, una institución que debe y merece ser la representante por excelencia del teatro de este país, y por tanto máximo embajador de nuestra lengua también, teniendo en las artes escénicas la misma función que puedan tener la RAE o el Instituto Cervantes en sus respectivas áreas. Me parece vergonzoso y una infamia.
La verdad es que sólo se atisban una o dos buenas ideas, el resto es un canto narcisista de Rossy de Palma que se va exaltando más a medida que avanza el tiempo de la representación, y pasa de poner imágenes evocadoras de las vanguardias a fotos suyas en todo tipo de poses. Algo absolutamente bochornoso.
Y el porqué de que el espectáculo se autodefina como “recital” no deja de ser un misterio para mí. Evidentemente Rossy de Palma no sabe lo que significa la palabra, porque otra cosa….
Por otro lado, la señal evidente de que la cosa no iba bien es que, apenas habían pasado diez minutos, y ya me estaba centrando en la decoración del marco del escenario, poco después me preguntaba cuánto cristal quedaría original de la lámpara de principios de siglo, y no paraba de encontrar momentos para quedar admirado con una parte u otra del teatro. Y cierto, el Español es un lugar precioso e histórico, pero si un sitio al que estás acostumbrado a ir capta más tu atención que lo que hay en la escena… rápidamente te das cuenta de que lo que has ido a ver es un desastre. No fui el único, como tuve demasiado tiempo para buscar algo interesante que no encontraba en el escenario, pude ver a muchas otras personas con la mirada perdida en cualquier parte que no fuera la escena. Y teniendo en cuenta que apenas había público o lo rápido que se despejó el lugar según terminó la función… bueno, haced cuentas de la impresión que produjo a los espectadores y el éxito que cosechó. Yo sólo digo que 2+2 son 4.
En definitiva, una vulgaridad que podría haber hecho tu vecina de al lado si le da por creerse artista, que es muy profunda y tiene mucho que contar. Y ya bastantes compromisos y tonterías tenemos que aguantar en la vida sin tolerar esto también. Así que no lo recomiendo en absoluto.