Revista Comunicación

Crítica exprés: Nu-Ca, I festival internacional de Nu-Cabaret

Publicado el 06 mayo 2018 por Universo De A @UniversodeA

I Festival Internacional de Nu-Cabaret

Comenzaré mi crítica por un comentario muy positivo: Todas las veces que acudí al festival, encontré la atención al público absolutamente excelsa (mejor que nunca, incluso).

La verdad es que, últimamente, por una serie de muy variadas circunstancias, me he vuelto mucho más selectivo con mis actividades de ocio, he ido menos al Fernán Gómez, y aunque no me he despistado en lo que se refiere a su programación, sinceramente, me resulta menos atractiva que antes.

Sin embargo, y a pesar de eso, quería tratar de volver este mes, así que le eché una ojeada a este festival y, teniendo en cuenta que en este lugar se les suelen dar bien los ciclos musicales (lo cual, quizás se haya convertido en una de sus señas identificativas), y que vi algunos espectáculos programados que aparentaban ser aceptablemente confiables, allí decidí ir.

Aunque, confieso que, cuando vi el cartel por primera vez, me temí lo peor, pensé: “genial, Pía Tedesco día y noche”… pues, como ya he mencionado en alguna ocasión, dado que este teatro es público, hace no demasiado tiempo daba la impresión de que esta mujer se había sacado una oposición para estar en el Fernán Gómez actuando ad eternam. Y es que, independientemente de la calidad que pueda tener la anteriormente mencionada (tema sobre el que sobradamente he hablado), lo cierto es que mucho me temo que, lo que hoy día llamamos un espectáculo de cabaret no deja de ser el pobre entretenimiento de fondo de un local de copas, al que, cuando se le da la oportunidad de ser elevado a un escenario muy rara vez sabe ganárselo… de lo cual inferimos dos cosas: 1, no nos hallamos ni ante espectáculos o artistas infravalorados, que han acabado en un lugar por debajo de su categoría y necesitan ser reivindicados, pues cuando se les da la posibilidad u oportunidad de ir más allá, son incapaces de aprovecharla; 2, casi siempre, la falta de medios no esconde el talento para quien quiera verlo, y, consecuentemente, la posesión de los primeros a menudo descubre, de forma flagrante, la falta del segundo, pues rápidamente se detecta que no se ha tenido la auténtica y necesaria capacidad para utilizarlos.

En realidad, ni siquiera el nombre de “cabaret” les va bien a estos espectáculos (cómo ya expliqué ampliamente en su momento), deberían calificarlo de “neocabaret” (o algo parecido), para ser precisos y correctos, puesto que los espectáculos que tenían este nombre originalmente, poco tenían que ver con lo que hoy se representa con la misma denominación… y no me satisface el nuevo vocablo, que parece haber creado Roma Calderón, de “Nu-Cabaret”, pues, para empezar ¿qué coño es “Nu”?, ¿de verdad todos, o siquiera alguno, de los espectáculos presentados entra dentro de las características que ella les exige para ser “Nu-Cabaret”? (según ella, y cito literalmente el programa de mano: “esta nueva forma de entender el género basada en la incursión de nuevas tecnologías, el no-personaje o la revisión del lenguaje en este género”), francamente, me parece muy, pero que muy cuestionable.

Es decir, que el festival huele a farsa (y lo es ya desde el título, pues, según la propia Calderón, esta es la tercera edición, y no la primera, cómo se anuncia en toda la publicidad… aunque quizás el Fernán Gómez prefiera distanciarse ampliamente de dónde y cómo se han hecho los dos festivales previos)… si a ello le sumamos sus pretendidos aires de internacionalidad, que se basan en la existencia de un único espectáculo extranjero invitado… podemos imaginarnos el resto.

En definitiva, y para concluir este primer comentario previo a modo de pincelada general, lo cierto es que, mucho me temo que lo que he visto programado no ha conseguido contradecir mis afirmaciones anteriores: veo espectáculos dignos de ser ofrecidos en un pub con mucha animación, gente hablando, con unas cuántas copas encima… pero que en absoluto tienen el nivel y la categoría para alzarse a un escenario teatral, cuyo ambiente es absolutamente distinto, que exige una mayor complejidad, intelectualidad y concentración. Así, al igual que no se puede filmar, con una cámara fija, una obra de teatro encima de un escenario y luego pretender llamarlo cine… tampoco los participantes en este ciclo pueden decir que hayan hecho un espectáculo teatral, simplemente, han subido su show del bareto a un escenario… aunque, muy posiblemente, tampoco tenían capacidad para más.

En definitiva, muchas veces, los espectadores, como yo, que buscamos una cierta calidad, un cierto nivel en las propuestas escénicas que vamos a ver, nos hacemos una serie de preguntas en medio de nuestra, en ocasiones, frustrante e infructuosa búsqueda (que a veces explotan, como alguna que otra vez puedo recordar), y estas son: ¿pero quién programa estas cosas?, ¿qué bebe cuando tiene estas ocurrencias?, ¿qué se mete en el cuerpo para alcanzar tales revelaciones?… pero ciertamente, ahora se me han ocurrido nuevas preguntas, quizás mucho más importantes, y son, “¿dónde?” y “¿con quién?”; porque sí señores, mucho me temo que el programador del Fernán Gómez tiene la absurda idea de que aquello que ha visto, a altas horas de la noche, y que le ha hecho gracia porque determinadas ingestas alteran la percepción de la realidad (y esa es, paradójicamente, su mejor defensa y disculpa, porque si estaba plenamente sereno no tiene perdón de Dios), mientras estaba de fiesta es equivalente a espectáculo de calidad, y que aquello que ha funcionado como ruido de fondo, tendrá el mismo efecto en un templo teatral… por favor, hace falta ser muy poco profesional y muy ignorante de su propio medio… sería como si alguien fuera a una iglesia y cambiara la Biblia por un libro de Harry Potter, cierto, los dos son libros de éxito y tienen muchos seguidores, ¡pero no me compares, cada cosa en su sitio!. Todo ello, sin mencionar que, sabiendo como sabemos que este tipo de espectáculos se han programado antes, y siempre han pasado sin pena ni gloria (en el mejor de los casos), ¡¿por qué insistir en algo que claramente no funciona?!.

Tampoco se puede culpar de todo a la persona anteriormente dicha, pues sobre la que se ha delegado la organización de todo, ya que lo había hecho anteriormente, es sobre Roma Calderón (la cual presume de ello con descaro, dejándonos claro que, cuando compartamos en las redes sociales, es su nombre el que tiene que tiene que aparecer principal, bien grande y en primera fila, por encima de cualquier otro), que, simplemente, hace unas cuántas llamadas a sus amigos y conocidos, ¡y hala, festival montado!. Sin embargo, no puedo, ni voy a negar su esfuerzo (infructuoso, pero esfuerzo al fin y al cabo) en la organización del evento: ella presenta todos los espectáculos e intenta (con sus limitaciones) que todo funcione; además, hay una exposición, carente de interés y de lo más proselitista en lo que se refiere a la temática LGTBI, que casi parece una parodia o una especie de broma más (recomiendo leer con mucha atención el apartado dedicado a Oscar Wilde, y la reinterpretación que se hace de su obra… no sé si es para reírse o para llorar)… en fin, que veo mucha buena intención y afán, pero también muy poco talento y capacidades para sacar el tema adelante; y, al final, en el fondo, como público todo se reduce al resultado final, el proceso, y las personas implicas en él, importan más bien poco, a nadie le interesan.

En realidad, prueba de todo lo anterior, es el público que acudió a todas las representaciones que fui: nunca jamás se llenó ni la mitad de la sala Guirau (normalmente, este tipo de espectáculos usan la Jardiel Poncela, de modo que el escaso número de asistentes se disimula más… cierto que también se está usando en esta ocasión, ¡pero a unas horas de lo más estrambóticas!, lo dicho, hasta en la programación de los horarios demuestran ser espectáculos tipo “ruido de fondo de pub”); y la gran mayoría de los asistentes eran familiares y amigos, cosa que nadie se molestó en disimular (casi parecía que estaba en una función escolar -con la curiosa diferencia de que en vez de padres cuarentones heterosexuales casi todos los asistentes eran gays-).

Y lo cierto es que, todo a lo que he acudido, y lo que he intuido de lo que no he visto (que confirma indirectamente aquello a lo que sí he asistido), desprende un importante hedor de amateurismo, de personas sin tablas, no habituadas ni conocedoras de cómo hacer auténtico teatro con mayúsculas.

Concluyendo, y ya dirigiéndome a las críticas individualizadas de cada espectáculo, decidí acudir a una selección de funciones que son las que comento a continuación:

-Apasionata (Roma Calderón): en el programa de mano de este espectáculo dice lo siguiente en la sección agradecimientos: “mi madre, que aunque no entienda ná de lo que hago, se sigue emocionando al verme”… muy lamentablemente, nosotros no hemos parido a Roma Calderón, ni la conocemos de nada (ni falta que hace) y tampoco somos uno de sus amigos gays que le ríen las gracias… por lo cual, al igual que su madre, no hemos entendido nada, y encima, no nos hemos emocionado en absoluto. Algún significado tendrá eso. Tal vez, ello se deba a que haya que darle un toque de atención a la tía de la Calderón, que esté dónde esté, no está haciendo muy bien su trabajo de aportarle coherencia (o cualquier otra cosa).

Yo creo que todos hemos tenido (y nos hemos librado de ella cuánto antes, según veíamos de que iba el tema) la típica amiga que te usa para contarte sus milongas sentimentales: al principio te dejas llevar por el culebrón, pero luego, ves que la historia se repite, una y otra vez, ya sea con distintos tíos, o en ocasiones, encima con el mismo varias veces como fuese una yonqui enganchada a una droga superadictiva: la chica comete una y mil veces los mismos errores, encima se lamenta de ello, y se empeña en no comprender porque es tan desgraciada, tiene tan mala suerte y por qué le pasan esas cosas. Al principio, escuchas, luego intentas aconsejarla, pero cuando te das cuenta de que estás predicando en el desierto, además de que que no hay peor sordo que el que no quiere oír, te hartas, y, o acabas siendo desagradable, o buscas la manera de evitarla. En poco tiempo, si eres inteligente, te habrás distanciado lo suficiente como para no seguir aguantando el asunto, y, aunque de vez en cuando te llegue un repaso informativo, te darás cuenta de que, incluso aun en el caso de que los protagonistas de su relato sean diferentes, verás claramente que no te has perdido nada en los últimos meses, que todo sigue exactamente igual a como lo dejaste y que no te has perdido ninguna novedad en su vida: no hay evolución, la historia sigue estancada exactamente en el mismo lugar.

De acuerdo, ahora imagínate que tienes a una persona como esa; que, por extrañas circunstancias eres incapaz de participar en la conversación, y no puedes desviarla hacia ninguna otra cuestión; y que ella, en su bucle personal, habla de su tema único y favorito durante más de una hora y media (que parecen mil años) sin que tengas posibilidad de escapatoria; imagínate, además, que cada dos frases intercala una canción espantosa que parece no terminar nunca, y que llega un momento en que ya no sabes que es peor, si que hable o que cante; complementa todo esto con que, además, te ha traído allí engañado y que tú le has dado dinero previamente para que te sometiera a tan inhumano trato… ¿te parece horrible, cruel, injusto, malvado?, ¿crees que va contra el artículo 5 de la Declaración de los derechos humanos o contra el artículo 3 de los Convenios de Ginebra de 1949 que prohíben la tortura?, ¿consideras que nunca podría darse una situación tan espantosa e hipotética como la que planteo?… ¡pues deja de imaginar!, ¡sí que existe!, ¡tal cosa es real y no ha sido denunciado a ningún tribunal de derecho internacional!: ¡es el espectáculo de Roma Calderón, “Apasionata”!.

En fin, ¿qué puedo decir?, ¿de qué hacer una crítica si ni siquiera hay de qué?, ¿de qué puedo hablar?, ¿del texto inexistente, incoherente e inconexo, que incluso siendo una improvisación o una primera lluvia de ideas sería mejor?, ¿de la falta absoluta de ingenio en este?, ¿de unas canciones que te entran ganas de gritar “¡fuego!” para poder huir de la sala cuanto antes y evitar seguir siendo torturado por ellas?, ¡joder!, ¿de qué coño voy a hablar?, ¡es que ni siquiera eso me lo pone fácil!.

Eso ya sin mencionar todos los fallos técnicos que hubo en mi función, ¡madre mía!, sin exagerar, cada menos de cinco minutos había uno… yo incluso pensé que el espectáculo era así, porque parece imposible cometer tantísimos errores sin que sea a propósito: ¡que todo falle!, ¡que a la mínima que hay que activar cualquier cosa se tenga que hacer un mínimo de dos intentos!, ¡que un técnico del Fernán Gómez pase casi tanto tiempo en el escenario como la propia protagonista del espectáculo!.

Lo peor de todo es que ella cree, con extremada ingenuidad, y por olvidarse que ha cambiado totalmente de su medio, público y ambiente habitual, que todo lo puede disimular con su supuesta simpatía y encanto natural; que todos vamos a ser condescendientes y que haremos la vista gorda ante tanta ineptitud, atrocidad e incompetencia… pero, como es obvio, ni todos los presentes éramos su familia y amigos, y por tanto, no tenemos porque aguantar ni perdonar sus tonterías. Lo siento pero no. Si vas a presentar un espectáculo en un lugar como es un teatro municipal, ante un público de verdad (y repito: conocidos, familiares y amigos no cuentan como tal), por lo menos se te exigirá un mínimo de profesionalidad y preparación; y ninguna de ambas cosas demostró Calderón. Un comentario simpático puede indultar un error que no se ha conseguido que pase desapercibido al público (cosa que hay que evitar a toda costa, en el medio teatral hay que conseguir hacer del defecto virtud, siempre)… pero todo el ingenio de Lope de Vega sería incapaz de perdonar una representación plagada de fallos continuos, y que, por encima, se repiten implacable y continuamente, poniendo, ya no sólo la paciencia del espectador a prueba, sino haciendo que te preguntes si te están tomando el pelo, si se están riendo de ti en tu puta cara, o qué coño pasa aquí y por qué todo es tan jodidamente desastroso y de vergüenza ajena (o de impudicia absoluta por su parte).

Pero tampoco le quiero echar toda la culpa a ella, la verdad es que los fallos técnicos estuvieron por todos los lados, no sólo por su parte: el sonido se distorsionaba, estaba demasiado alto, llegaba a resultar insufrible, difícil de escuchar, y a veces era imposible entender lo que decía o las letras de las canciones… en definitiva, un horror y un amasijo de ruidos insoportable.

Y respecto a ella y su actuación en el escenario… pues hace de sí misma, en realidad, elabora una especie de personaje escénico exagerado, muy visto, que a menudo solemos aceptar porque nos resulta simpático… pero que estamos aburridos de ver y que ninguna novedad aporta, ni en este género (en lo que menos, de hecho, es el culmen del tópico y del estereotipo que se ve habitualmente en espectáculos de este tipo), ni en ningún otro.

Si le destacaré, no obstante, alguna virtud a Roma Calderón; así, a pesar de su nulo talento como gestora cultural, escritora, directora, y, muy posiblemente, también como cantante y actriz (de lo poco que se pudo apreciar en estos dos últimos aspectos); lo cierto es que soy incapaz de negar que, a pesar de que haya sido un tema que mucho he mencionado y criticado ferozmente en este artículo, es muy cierto que el “Apasionata” de Calderón, al menos a nivel de puesta en escena y escenografía (porque, en lo que respecta al resto de los elementos de los que consta la representación, se puede trasladar todo sin problema alguno y con toda facilidad mañana mismo a la tasca de en frente… y seguramente algún día se hará), no podría ser hecho en un bar de copas; hay que reconocerle a Roma Calderón el gran mérito de haber intentado (a pesar de haber fracasado, pero al menos ha hecho el esfuerzo) crear un auténtico espectáculo teatral (cosa que no todos se han molestado en hacer en absoluto); de haberse adaptado al medio; de haber creado algo para el escenario en el que lo ha presentado; de no haber trasladado, sin más, su show de pub al Fernán Gómez… en eso ha demostrado respeto, inteligencia y altura de miras (cosa que, como ya digo, no se puede decir de todos), y yo se lo reconozco, y además la felicito por ello: brava. Otra cosa es que, muy desgraciadamente, no haya tenido ni el talento ni las capacidades para llevarlo a cabo, pero eso, ya es otra cosa distinta y de la que ya he hablado. Tal vez, simplemente debería rodearse de gente con esas capacidades, y quizás, conseguiría salir adelante mínimamente, y de ese modo, quizás, evitaría obtener un tan estrepitoso y bochornoso fracaso.

Y es que todo, en su conjunto, resultaba además irritantemente de aficionado, desprendía una pestilencia amateur, de persona que no sabe lo que hace… etc.

En realidad, al final, teniendo en cuenta cómo acabó siendo todo, tanto el espectáculo como sus asistentes, daba la impresión de que estaba en un primer ensayo, ¡qué digo!, ni siquiera eso, en un momento de comienzo de creación de un espectáculo, de búsqueda de ideas, de experimentación, cuando aún no se sabe cómo va a ser, por dónde va a tirar y en el que todo está permitido, porque nada se toma demasiado en serio y con las personas a las que se les muestra hay confianza… pero lo siento mucho, no se le cobra a un espectador por ver los previos a un primer ensayo o una obra que se intenta empezar a construir, lo cual es, siendo muy generosos y benevolentes, a lo más a lo que puede aspirar Roma Calderón con su “Apasionata”.

Resumiendo, y como dirían los italianos juntando los dedos: “ma che cosa?!”.

En definitiva, si tienes al típico amigo/a que vaya de artista por la vida, te puede ofrecer (y seguramente con sumo gusto) exactamente lo mismo que Roma Calderón en el Fernán Gómez, sólo que gratis, sin salir de tu casa, además de tener la ventaja de que puedes pararlo cuando quieras y se le vaya mucho la pinza. A mí me parece que la cosa queda muy clara y meridiana.

-Hagiografía (De la puríssima): la primera vez que los descubrí, en la Sala Alcalá, en una de las Noches de los teatros, me parecieron una genialidad y una revelación, el como habían reinventado, resucitado, revivido el género del cuplé me tenía absolutamente fascinado. Y fue en ese momento cuando decidí tratar de seguirles la pista.

Un tiempo más tarde, cuando fueron invitados a las fiestas de san Isidro, culminando al resto de las habituales cupletistas, me decepcionaron porque vi que no estaban aportando novedades a lo anteriormente visto.

Y de la decadencia, cuando he acudido a verlos en este festival (con mucha seguridad, por última vez), hemos pasado a la caída: se me demostró claramente que lo que había comenzado como una buena idea no ha conseguido desarrollarse y ha acabado culminando en nada.

Y es que, como muchas veces he dicho, aunque las ideas sean importantes, no lo son tanto como el desarrollo; es decir, no es tan importante el “qué”, como el “cómo” y el “quién”, aquí se tenía al primero, pero han fallado el segundo y el tercero. Es cierto, había una idea magnífica: la regeneración del cuplé y de todo el género sicalíptico de principios del siglo XX; pero ha fallado el ingenio, el talento y la capacidad para llevar el concepto más allá. De la puríssima ha fracasado, esperábamos un nacimiento y ha resultado ser un aborto.

Tampoco a nada ayudaron los distintos invitados que participaron en el espectáculo (y que sólo contribuyeron a su mayor empobrecimiento), más bien, aumentaron la sensación de decadencia y de que el grupo no daba más de sí, y necesitaba una ayuda desesperada de otros para poder subsistir en el escenario.

De todo aquello que resultaba de admirar al principio apenas queda nada:

-La música: que era actual pero con referencias y guiños a los orígenes, ha derivado en algo electrónico inaudible (que, en cualquier caso, es más digno de una discoteca a las cinco de la mañana, que de cualquier tipo de espectáculo que exija un mínimo de atención… incluso el de un pub), posiblemente para librarse de músicos (casi sólo ha quedado el bajista, que, cómo cofundador del grupo, no se le puede echar), lo que ha demostrado ser un grave error.

-Las letras: anteriormente resultaban atrevidas y frescas, ahora suenan fingidas, pretenciosas y muy artificiales.

-La parte hablada: es lo que más ha caído en picado, y, precisa y paradójicamente, lo más diferencial de este grupo. Vamos a entendernos todos aquí: cantar melodías atrevidas lo puede hacer, y lo hace cualquiera, desde Olga María Ramos hasta Eminem, pasando por Ska-p y un largo etc… pero crear una cohesión entre las distintas canciones, establecer un contacto directo con el público, crear una especie de argumento y personajes, provocar una implicación o una identificación… eso ya es mucho más difícil y tiene más mérito (además de que son algunos de los requisitos para crear un auténtico espectáculo teatral). La verdad es que la parte hablada ha desaparecido casi completamente, y apenas quedan unos rastros que ya estamos hartos y aburridos de oír: todos sabemos que Zeus se disfrazó de Artemisa para gozar de la ninfa Calisto, se nos ha repetido más que la tabla de multiplicar (la propia vocalista es consciente de ello y tiene que frenar las prematuras respuestas que se le venían encima). Y, por cierto: no, que nos cuente que vive en Roma, dónde se encuentra con amigos borrachines, de ningún modo cuenta como experiencia reveladora o emocionante.

-La estética: quizás sea de lo que menos se ha perdido, y aún así, se ha empobrecido, se nota la falta de ideas, el grupo parece sentir que ya no queda nada que enseñar (literal y figuradamente); ha desaparecido totalmente ese vanguardismo desvergonzado, ese erotismo orgulloso, para ser sustituido por lo vulgar y lo innecesariamente explícito.

-La vocalista: Julia de Castro ha perdido el personaje y la voz. Respecto a lo primero, ha perdido todo el carisma (o el del personaje que había creado), ya no resulta esa deslenguada simpática (o según ella, una auténtica castellana), su discurso ya no tiene coherencia y ella como persona ha perdido muchísima estabilidad en el escenario. Respecto a lo segundo, quizás, debido a ese nuevo sonido al que equivocadísimamente se han dirigido, ahora ella está siempre en los extremos de su voz, en un arriba y abajo continuos que resultan de lo más irritantes, se supone que ello debería redundar en su mayor lucimiento canoro, pero, irónicamente, resulta exactamente lo contrario. Respecto a los músicos, ya no digo nada, pues todo protagonismo les ha sido quitado y negado, pues, como he comentado, ahora sólo escuchamos a un ordenador de Apple haciendo sonidos insoportables.

Debo comentar, que durante la representación se fueron varias personas (y teniendo en cuenta que la sala estaba casi vacía… no os costará calcular el éxito de público que tuvo). La vocalista se lo tomó con humor… pero no está de más decir que algo así no había pasado antes en ninguna otra actuación de ellos en la que yo haya estado (ni tenía porque pasar ahora, pero, del antes al ahora mucho han cambiado las cosas…).

En definitiva, concluyendo y hablando en general, se ha pasado de algo que resultaba deliciosamente provocativo, a otra cosa que sólo lo pretende y que, encima, apenas puede aspirar a ello, pues resulta conformista y artificial. Pero, sobre todo, se nota demasiado la falta de novedad, de ideas, de originalidad… se percibe un estancamiento absoluto del que dudo muchísimo que consigan salir. Supongo que fue bonito mientras duró, porque mucho me temo que De la Puríssima está dando su canto de cisne… y no resulta nada hermoso (aunque, teniendo en cuenta que esta ave, realmente, tampoco canta antes de morir, supongo que es un símil extremadamente apropiado). Verdaderamente, es un triste final.


Volver a la Portada de Logo Paperblog