Revista Comunicación

Crítica exprés: saga Ocho apellidos

Publicado el 23 noviembre 2015 por Universo De A @UniversodeA

Es muy probable que la primera película de esta saga se mereciera una crítica completa… pero no tengo tiempo ni ganas, y así, de una tacada publico las dos.

Todos conocemos el fenómeno producido por el primer filme, y su inmenso éxito, que la segunda, a pesar de las malas críticas (tanto de profesionales como aficionados), está repitiendo también. Sinceramente, no es muy de extrañar, Emilio Martínez-Lázaro es un director que ha probado ser altísimamente efectivo, con un éxito tras otro en los últimos años (no olvidemos su otra saga musical de “El otro lado de la cama”); y que, aunque su cine siempre es bastante intrascendente (y, dejando eso de lado, a mí nunca me ha terminado de convencer como contador de historias), además de que, con toda probabilidad nunca se le nombrará entre los directores más intelectuales y sesudos, es innegable que tiene algo, que sabe dar en la diana. Suerte y buena vista, supongo.

Saga Ocho apellidos:

Crítica exprés: saga Ocho apellidos

Recuerdo cuando salió esta película: el tráiler era pésimo (se trataba de fragmentos de la primera escena, peor promoción imposible, ni tráiler se le podía llamar); la publicidad gráfica horrorosa; y la temática me tenía la peor pinta (otra vez el encontronazo entre norte-sur, copiando lo que ya se ha hecho y parodiado mil veces antes; y especialmente los últimos años en el cine Europeo; primero en Francia con la fallida -aunque exitosa en taquilla- “Bienvenidos al norte”, a la que siguieron una estela de versiones cada una de su propio país, y que, curiosamente se perfeccionaría y desbordaría de la mejor manera por el creador de la original, el propio Dany Boon, con su magnífica “Nada que declarar”, donde ya abordaba el conflicto cultural europeo); así que ni me molesté en ir al cine.

Luego supe el éxito que había tenido; recuerdo que hablé de ella con vascos, que tenían opiniones muy diferentes sobre el tema; y también descubrí que había reforzado el turismo en la zona….

En conclusión, el destino quiso que en un viaje me la encontrara como opción para ver… y por supuesto la elegí, quería ver a que venía tanto revuelo (y no me imaginaba lo apropiado que era, pues estaba yendo del sur al norte). Estaba convencido de que vería una película vulgar, chabacana, una españolada en el peor y más clásico sentido del término… pero olvidé que, cuando algo tiene éxito, nos guste más o menos, suele ser por algo, y estaba a punto de descubrirlo.

-Ocho apellidos vascos: me gustó esta película, lo reconozco; no se puede decir que sea el colmo de la originalidad, está lejos de ser perfecta, pero es divertida, eso es innegable.

El guión no es más que la típica y tópica comedia romántica mil veces vista en la que todo el argumento general lo puedes predecir desde la primera escena. Pero lo cierto es que da sorpresas, hay giros interesantes y golpes de ingenio muy buenos en el guión, y sí que tiene cierto punto de originalidad; e incluso algunas reflexiones interesantes, puesto que ya se sabe que, entre broma y broma, la verdad asoma; y el humor siempre ha sido un arma poderosa.

Emilio Martínez-Lázaro, consigue mantener bastante bien el dinamismo que requiere una comedia, y digo bastante bien porque en sus películas siempre hay un no sé qué que no me termina de convencer. Quizás sea más un artesano que un artista.

El resto del apartado técnico se ocupa en conseguir unas magníficas localizaciones para la película. Quizás lo peor es el vestuario, que yo pienso que no existen tales estereotipos, pero bueno (¿los andaluces van de pijos y los vascos de perroflautas?, ¡eso no tiene ningún sentido!; con lo fácil que hubiera sido dejar a los unos muy escasos de ropa y a los otros excesivamente vestidos).

Respecto a los actores, Dani Rovira se descubre como increíblemente carismático, probablemente no sea un actor de verdad, ni sea capaz de interpretar personajes (lo comprobaremos en un futuro), pero la cámara le adora y tiene una vis cómica alucinante. El resto del reparto cumple su función, especialmente Karra Ejealde, que es quien mejor aprovecha y rentabiliza su papel.

En definitiva, “Ocho apellidos vascos” no es una película perfecta, no es extremadamente original… pero te ríes mucho, y aporta algunas reflexiones interesantes.

Crítica exprés: saga Ocho apellidos

Esta vez, ya sabiendo que habría segunda parte, tenía ganas de ir a verla. Incluso intuyendo que no sería capaz de repetir la calidad de la primera ni en broma, sentía que se lo debía, por no haberle dado una oportunidad a los “Ocho apellidos vascos” en su momento….

En cualquier caso, tras el taquillazo de la primera, y no siendo la primera vez que Martínez-Lázaro dirige una secuela, era de esperar que llegara una segunda parte, ahora bien, “Ocho apellidos vascos” no nació con voluntad de ser un exitazo ni de arrasar; sólo de ser una opción a elegir en la cartelera… y si bien las expectativas son malas para el público, no lo son mejores para los cineastas, que se ven obligados a tratar de superarlas y a intentar darle al público lo que quiere, ¿pero qué pasa cuando no se sabe qué es, cuándo no se acaba de entender el porqué de un inesperado éxito? (y ello podría llevar a que nos hagamos la terrible pregunta de ¿con la primera simplemente sonó la flauta?).

-Ocho apellidos catalanes: cualquier producto, antes de triunfar, siempre suele tener una frescura, una independencia de la que luego ya no puede volver a gozar, puesto que la masa se ha apoderado de él, y sus autores se ven influenciados por ello.

No creo que ninguno de los creadores de la primera parte se planteara siquiera, ni en sus más locos sueños, tener que hacer una segunda parte, así que el verse obligados a realizarla, les ha llevado a tener que forzar la maquinaria. Generalmente, las mentes preclaras y brillantes, son capaces de trabajar en casi cualquier circunstancia, pues desbordan ingenio e imaginación, y por tanto pueden superar esa prueba… pero los que son normales, comunes u ordinarios, jamás.

Y eso es lo que les ha pasado a los guionistas de la saga, que se han visto desbordados por el éxito y obligados a tratar de seguir alargándolo. Por tanto, el guión de Borja Cobeaga y Diego San José no tiene ni pies ni cabeza desde el principio, está muy forzado, y tiene demasiados lugares comunes, le falta frescura, además de que tira de modo muy abusivo y de forma muy evidente de tratar de evocar lo que triunfó la primera vez. La realidad es que hace aguas por todas partes, tal vez porque la primera parte era un proyecto modesto, y este se les ha subido a la cabeza totalmente.

No negaré que no siga habiendo algunos buenos golpes de humor, o que algunas de las parodias no sean muy interesantes (las que se refieren a los hipsters-modernos son todo un hallazgo… aunque no vengan a cuento, y no tengan ningún sentido en esta película; un buen ejemplo de una de las múltiples cosas que funciona sin funcionar en el filme; también mencionar el magnífico personaje de la gallega, que se podría haber desarrollado muchísimo mejor…) e incluso que haya alguna que otra reflexión interesante; pero el producto en general no funciona, resulta incluso pretencioso, defecto que la modesta primera parte no tenía.

La dirección de Emilio Martínez-Lázaro hace su trabajo habitual, nada especialmente destacable.

El apartado técnico se desborda con el presupuesto… todo lo cual no le sirve de nada. Mucho aparato y muy poca sustancia.

Y contagiados de todo este subidón a la cabeza que le ha entrado a esta producción, se dejan llevar también los actores, que ya ni siquiera parece que interpreten a personajes (aunque la vacuidad del producto tampoco se lo permite mucho), sino que se limitan a intentar ser graciosos, resultando sus interpretaciones forzadas, artificiosas, estudiadas, afectadas… en definitiva, nada espontáneas, lo cual, es de lejos una de las peores cosas que le puede pasar a una comedia. Simplemente parecen seguir el viejo lema de todas las secuelas, que siempre se aplica invariablemente en Hollywood: para una segunda parte, más de lo mismo pero más grande. Ello se puede decir del reparto de la anterior película; pero no se quedan atrás las nuevas incorporaciones, que no consiguen sacar adelante sus personajes, a destacar: Rosa María Sardà consigue ser incapaz de tener gracia; y Berto Romero, que está tan convencido de lo gracioso que es, que consigue no serlo en absoluto, por otro lado, es otro de esos casos en los que no hablamos de un actor de verdad, sino de un simple cómico venido a más.

Por tanto, el filme en su totalidad resulta tener, de forma demasiado visible, todos los fallos de la primera parte, y apenas algunas de sus virtudes, y estas, casi siempre, de forma forzada.

Concluyendo: la primera parte fue un éxito cinematográfico casual (el tema de que tenga mayores o menores méritos para ello, es otra cuestión que ya comenté arriba en la crítica); y por casualidad no se ha repetido el triunfo narrativo. Es muy probable que no hubiera nunca el talento para conseguirlo, simplemente, con la primera parte, sonó la flauta.


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