Revista Comunicación

Crítica express: Los cuentos de la peste

Publicado el 31 enero 2015 por Universo De A @UniversodeA

Crítica express: Los cuentos de la peste

A veces creo que la gente lee lo que escribo en este blog, además se lo toma en serio y toman nota… bueno, que la gente de la farándula presta atención a lo que escribo está sobradamente probado (y más después de haber vivido aquel histórico asedio, en verdad la realidad siempre supera a la ficción); ahora bien, siempre suelen ser son los mindundis, los don nadies que quieren tener un nombre y les vale cualquier referencia positiva, al igual que les hierve la sangre con otra minimamente negativa; incluso aunque se trate de la de este blog, uno entre mil de la red, ver para creer.

Pero retomemos el tema, lo que ya me hace alucinar, es que anteriormente, escribiendo sobre el Marqués de Vargas Llosa (que no usa el título nobiliario ni en España, no sé para qué lo ha aceptado si no piensa usarlo, es algo totalmente absurdo… una cosa es pasarse, como el Marqués de Castrillón -difunto presidente de la RAH- y utilizar cualquier excusa para sacarlo a relucir… pero no usarlo jamás es un desprecio descarado; aunque bueno, ya hablé extensamente del tema anteriormente, así que lo dejo) en mi muy buena crítica de “El loco de los balcones” (que califiqué de “obra maestra”), que estuvo en el teatro Español esta misma temporada; comentaba, entre otras cosas, que el señor Vargas Llosa recibiría mucha atención por parte de esta institución (y muchos honores por parte del Reino de España, como el ennoblecimiento antes mencionado), pero siempre eramos los segundones a la hora de tener un estreno (que siempre iban primero para Lima); y sus temáticas eran siempre profundamente Peruanas, y totalmente alejadas de España, su otra nacionalidad.

Pues bien, como si el ilustrísimo señor Marqués me hubiera leído, y me quisiera quitar la razón, ahora, estrena en el Español una obra que pronto saldrá publicada. De tema totalmente europeo (una obra basada en el “Decamerón” de Boccacio, una de esas grandes obras de nuestra historia literaria)… aunque no exactamente español.

Así que una de dos; o aceptamos la improbabilísima hipótesis de que Vargas Llosa lee las críticas de este blog; o, y más probablemente que mis argumentos son tan lógicos y razonables que no soy el único que ha llegado a unas conclusiones que caen de cajón. Sea como sea, es para bien.

Aunque bueno, no voy a creermelo tanto, porque en lo del uso de los dichosos micrófonos y altavoces sigue sin escucharme nadie… que cosa más insufrible; quien no valga para proyectar la voz en un teatro que no se dedique al tema, “zapatero a tus zapatos”, más sencillo imposible. Menuda pesadilla, y siempre defenderé que me parece una estafa hacia el espectador.

En cualquier caso, he de reconocer que me emocionaba y estaba expectante e impaciente ante la idea de asistir a tan gran estreno, no es para menos, es casi algo histórico.

Por otro lado, la atención al público sigue siendo excelente.

El programa está bien, pero sigue pudiendo ser más completo (me ha gustado que recogiera tanto la opinión del autor como del director).

 

-Los cuentos de la peste: a esta obra le pasa lo mismo que al filme de “La gran belleza”, quiere ser deliveradamente una delicia de gourmet, un plato con mucha presentación y escasísima comida, tan buscada y rebuscada, que difícilmente puede ser recomendable para el gran público. En el fondo, no se trata más que de una obra para presumir de que se ha visto, y así parecer culto, inteligente y trascendente (tiene gracia, porque, quizás, ese fue uno de los temas que mejor abordó tan inteligentemente el propio Marqués de Vargas Llosa en “Kathie y el hipopótamo” -que pudimos ver en el Matadero-, ¿no es irónico?).

Sin embargo, el resultado es más bien frívolo; el texto teatral no consigue librarse de su origen literario, y a pesar de ser una adaptación libre, estás teniendo la permanente e insufrible sensación de haber acudido a una lectura dramatizada. Así, Sólo funciona a ratos a nivel teatral, hay buenas ideas, indudablemente, pero se quedan en sólo eso.

Por supuesto, hay temas candentes, escandalosos (no sólo hablados, también hay dos desnudos integrales), e incluso escatológicos, de modo que así se completa esa apariencia (aunque se queda sólo en eso) que debe tener toda gran obra de resultar provocadora.

Para sacar un texto tan difícil adelante, se necesitaba una producción llena de grandísimos talentos que estén en pleno y permanente estado de gracia, y una suerte tremenda… que el teatro Español no ha tenido en este caso.

La dirección se pierde en el texto, y no sabe muy bien que hacer con él, la verdad sea dicha.

Para el montaje, se ha desarmado el teatro Español, dándole un aire a la sala 1 del Matadero, lo cual hace que resulte especialmente inexplicable porque no la han hecho allí y ha habido que desmontar todo el patio de butacas y ponerlo en donde estaba el escenario; llevando a cabo una acción que el espectáculo es incapaz de justificar (no es como, por ejemplo, el “Cabaret” de hace unos años en el que se desmontó el teatro Nuevo Alcalá para reconvertirlo en un local de esas características, y que sí quedaba bien, funcionaba, y resultaba lógico), y que se ve como un irrisorio medio de llamar la atención sobre una obra en la que ni siquiera quienes la llevan a cabo parecen tener demasiada confianza; o eso es lo que parece, si tienen que recurrir a semejantes formas de pretender destacar; sin mencionar la mala imagen que da, cuando un producto tiene que recurrir a las formas en vez de al fondo para hacerse valer, muy mala señal es.

La escenografía no da resultado y no es bien utilizada, al igual que la iluminación. Del apartado técnico se salva el vestuario, que es agradable a la vista (y que esta producción no merece), y nada más.

En cuanto a los actores; Aitana Sánchez-Gijón los devora a todos de forma arrebatadora, es la única capaz de mantener nuestra atención durante todos sus textos de forma permanente, y también consigue mantener la verosimilitud de sus personajes.

Como novedad, Vargas Llosa actúa… bueno, por decir algo, en realidad hace una lectura, no creo que muy diferente a las que hará de sus libros en diversas ocasiones, pues él interpretar, no interpreta, simplemente suelta frases, una tras otra, con la misma modulación tonal, sin gestualidad, sin nada de nada, no hay interpretación, ni mala ni buena, simplemente no la hay.

Y en el fondo no creo que sea culpa suya, es evidente que no le han dirigido, que nadie se ha molestado en decirle que no estaba actuando, que lo que hace no es suficiente. Esa es la gran tragedia de subir a tan altas cimas como las que él ha alcanzado, que nadie te dice luego tus fallos, y no hay quien se atreva a ponerte un “pero”; al fin y al cabo, ¿qué director se atrevería a decirle nada de cómo debe de interpretar su propio escrito a un ilustrísimo señor Marqués, un premio Nobel, Cervantes, miembro de Reales Academias, doctorado honoris causa por múltiples universidades… y eso sólo mencionando algunos de los reconocimientos más importantes?.

Pero eso sería salvar a Joan Ollé de una mala dirección de actores (puesto que ya hemos visto que su dirección de escena también deja que desear) debido a su deslumbre con una gran figura literaria; desgraciadamente, tampoco parece hacerlo mejor con el resto.

En el reparto que me queda por comentar encontramos a Marta Poveda, a la cual parece que contratan por su prodigiosa memoria para textos complejos (aparece muy a menudo en los montajes de la Compañía nacional de teatro clásico en el teatro Pavón, esta misma temporada estuvo en la obra que la inauguró, por poner un ejemplo, aunque siempre está en alguna) en vez de por su talento dramático (voz escasamente modulada, sobreactuación descarada…); o Pedro Casablanc, muy conocido por haber sido el obispo Carrillo en la serie “Isabel”, y que a mí no me ha vuelto a convencer en ningún papel (como en este otro ejemplo), pues no soy capaz de ver ningún personaje, sólo a él, dándome la impresión de que siempre hace lo mismo.

Al final, lo que más gracia tiene es el programa, dónde, en foto promocional, aparecen todos los actores evocando al supuesto público de la obra, con caras de fascinación, interés y sesuda intelectualidad… que es lo contrario de lo que provoca la obra, donde se pueden observar los síntomas típicos del aburrimiento entre el público: potentes toses y carraspeos, gente que saca el móvil, conversaciones en susurros y gente mirando hacia otros lados.

En definitiva, mucho humo pero nada de sustancia; es una propuesta medianamente aceptable (porque hay algunas buenas ideas), un tanto cursi, gafapastera, de intelectualidad de segunda. Con sinceridad, no creo que nadie que vea esta obra pueda decir, con absoluta franqueza, que le ha gustado; ¿pero, al fin y al cabo, desde cuando la verdad prima más que las apariencias?, y, ¿acaso en el arte no son los nombres lo verdaderamente importante y relevante?; pues eso, seguro que no faltará quien la califique de obra maestra… mientras ahoga, para su fuero interno, lo que realmente le pareció; y nadie desdice jamás a “los que saben”, que para eso lo son. Y así se encumbrará un nuevo, y reluciente, falso ídolo, ¡todos a adorarlo!.


Volver a la Portada de Logo Paperblog