[Ricardo Portmán] @ecosdelviniloEl año pasado Pure Comedy llegaba como un nuevo clásico, un disco conceptual fuera de su tiempo; con God’s Favourite Customer no podemos menos que calificarle como una obra de una belleza absoluta, definitoria de un Father John Misty gigantesco, en la cima de su arte. Surgidos de una epifanía de dos meses en un hotel de New York, los diez cortes de God’s Favourite Customer plasman la fragilidad y la clarividencia de su autor, uno de los pocos compositores actuales a la altura de los grandes nombres de los setentas.Treinta y ocho minutos pueden parecer pocos si nos atenemos a los números, pero es tal la carga emocional que puede convertirse en un viaje directo a vivencias latentes, lugares solitarios y personas ausentes, empezando por la impresionante Hangout At The Gallows, el himno de apertura, donde los arreglos de cuerdas y el casi imperceptible temblor en la voz de Josh Tillman denotan que el sentimiento es real. Just Dumb Enough To Try, Please Don’t Die y God’s Favourite Customer son inmensas odas al desarraigo y la pérdida, capaces de llevar al oyente a ser uno con el sentir de Tillman. Difícil ha sido vislumbrar la joya del nuevo cancionero, pero tras las escuchas continuadas se hace imposible no terminar rendidos ante la perfección de The Songwriter, una canción por la cual un Elton John en sus veintes hubiese dado un brazo. El cierre con We're Only People (And There's Not Much Anyone Can Do About That) funciona como la bocanada de aire fresco tras el exorcismo emocional, la esperanza llevada a unas estrofas tejidas con mimo, flotantes sobre el eco de un piano que nunca abandona la nave.
Father John Misty ha encontrado en la contrapartida de Pure Comedy una historia inesperada, ésa en la cual de la tristeza se saca belleza y de la vulnerabilidad un tomo de certezas. Pocas veces se pueden juntar -con justicia- en una misma frase las palabras ‘disco’ y ‘perfección’; con God’s Favourite Customer es posible y incluso necesario.
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