Alfonso Cuarón es un director que siempre sorprende. Ya sea filmando una historia de iniciación con sabor amargo (Y tú mamá también), poniendo su talento en la saga del mago más famoso del cine (Harry Potter y el prisionero de Azkaban), o en la ciencia ficción, con esa excelente distopía que fue Hijos de los hombres. Aquí lo ha vuelto a hacer y con creces. El virtuosismo técnico (bien sea en el maravilloso plano secuencia del accidente inicial, en sus primeros planos...), la belleza de sus imágenes (¡qué fotografía de Emmanuel Lubezky!) se funden en una historia sencilla, que en el fondo (más allá de todo lo que le acontece a sus protagonistas) narra una resurrección, una vuelta a la vida.
Algunos dirán que el argumento es escaso o que el trauma de algún personaje busca emocionarnos a toda costa. Es posible, pero sería injusto infravalorarla por eso. Gravity es algo más que un espectáculo visual. A medida que la trama se despliega ante nuestros desorbitados ojos la tensión va en aumento. Somos testigos de una carrera contrarreloj por la supervivencia de sus dos únicos protagonistas, y en medio de esa carrera, la película consigue que empatices con la doctora Ryan Stone. Una astronauta en su primera misión espacial, al contrario que el personaje de George Clooney, quien por cierto es solo un satélite girando alrededor del estupendo papel de Sandra Bullock. Digamos que Clooney hace de Clooney. Su astronauta es un tipo resuelto y simpático, un seductor enamorado de su trabajo... siendo este la antítesis de la doctora Stone, quien conecta a nivel emocional con el espectador por su falta de pericia, y sus miedos interiores. Cuarón no escatima en planos subjetivos para que nos pongamos en la piel de una doctora falta de fe y contemplemos a través de sus ojos que el espacio -como ya contaron otros- puede ser aterrador.
En definitiva, Gravity con permiso de 2001, una odisea del espacioes algo nunca visto antes, y no me quiero ni imaginar como será en 3D. En cualquier caso, el espacio nunca fue tan real y la Tierra, observada desde la lejanía, pocas veces fue tan bella. Una película hipnótica solo recomendada para ser vista en una pantalla grande. Solo así se podrá valorar en su justa medida.
Lo mejor: Su espectacularidad visual. Sandra Bullock en uno de sus mejores papeles, un personaje con mucha humanidad. La música de Steven Price y la ausencia de ella (el silencio más perturbador) que contribuye también a crear una sensación única.
Lo peor: La peluca de la Bullock (mejor con casco).