Revista Cine
Está naciendo otro cine español, sin hacer ruido, sin elocuentes manifestaciones y sin utilizar la vía fácil. Hay una nueva generación de cineastas, en su mayoría desconocidos por el gran público, que están ganando adeptos día a día. Entre los integrantes de este grupo está Alberto Rodríguez que logra con "Grupo 7" un thriller trepidante, lleno de acción y de una calidad cinematográfica indudable.
Hablaba de ese grupo de cineastas que está naciendo a la sombra de los míticos títulos de los 80. Ya lo decía Kike Maíllo (director de "Eva"), "me parece raro que no salgan más directores influenciados por esa década". Es cierto. Sin embargo saltan nombres como los del propio Maíllo, Rodrigo Cortés, Nacho Vigalondo ó Alberto Rodríguez para empezar a olvidar ese cine social tan necesario en su momento pero a la vez tan inocuo actualmente, y empezar a pensar en el futuro, en lo que el espectador espera al sentarse en la butaca.
En este sentido, Alberto Rodríguez consigue el más difícil todavía, mirar al futuro sin evitar guiños al cine social que comentaba. Su filmografía se reduce a cinco películas de las que destacaría las tres últimas, una trilogía que no se ha vendido como tal pero que no podemos evitar conectar. "7 vírgenes" deslumbró y maravilló a partes iguales, "After" se atrevió con los cuarentones bien situados pero vacíos por dentro y ahora "Grupo 7" se consagra como un thriller policíaco que transmite verdad por los cuatro costados.
Sorprende que en tan escaso margen de tiempo, el cine español haya realizado dos thrillers de altísimo nivel. "No habrá paz para los malvados" tiene muchos puntos en común con "Grupo 7" pero sin tocar la fibra de la marginalidad de la forma tan profunda en que lo hace Alberto Rodríguez. Sería más real decir que es una mezcla entre el título de Urbizu y "Tropa de élite", film brasileño que se atrevía a destapar la marginalidad carioca.
Ambientada en Sevilla, entre los años 1987 y 1992, un grupo de policías forman un equipo dispuesto a erradicar la droga del centro de la ciudad, cara a mejorar la imagen de la capital hispalense para la Expo Universal. Sus métodos son discutibles y, cuanto más pasa el tiempo, más peligrosos, ilegales y corruptos se van convirtiendo.
Nadie sabe mostrar Sevilla como Alberto Rodríguez, demostrando que tiene un compromiso real con su ciudad de origen. Uno de los puntos más fuertes es la estructura de personajes. Eso ya no es novedad en el director sevillano; si algo caracteriza sus films es la perfecta evolución de los protagonistas, marcando sus estados de ánimo con simples ejercicios visuales basados en detalles, miradas y primeros planos. El diálogo pierde importancia en pro de la imagen.
La dirección de actores es magistral. Antonio de la Torre vuelve a demostrar que es uno de los grandes talentos del cine español mientras que a Mario Casas parece difícil poder sacarle más partido. El plantel de secundarios es tremendamente efectivo. Excepto Inma Cuesta y Julian Villagrán (fantásticos ambos), el resto de los actores son desconocidos para el gran público aunque en apenas unos minutos de metraje se convierten en nuestros mejores compañeros de viaje.
En definitiva, un título que nadie se puede perder. Esto es cine español señores, y ahora nadie lo puede criticar. Si la taquilla da la espalda a "Grupo 7", entonces habrá que pensar que en este país el problema no es nuestro cine, sino nuestros espectadores.
José Daniel Díaz
Hablaba de ese grupo de cineastas que está naciendo a la sombra de los míticos títulos de los 80. Ya lo decía Kike Maíllo (director de "Eva"), "me parece raro que no salgan más directores influenciados por esa década". Es cierto. Sin embargo saltan nombres como los del propio Maíllo, Rodrigo Cortés, Nacho Vigalondo ó Alberto Rodríguez para empezar a olvidar ese cine social tan necesario en su momento pero a la vez tan inocuo actualmente, y empezar a pensar en el futuro, en lo que el espectador espera al sentarse en la butaca.
En este sentido, Alberto Rodríguez consigue el más difícil todavía, mirar al futuro sin evitar guiños al cine social que comentaba. Su filmografía se reduce a cinco películas de las que destacaría las tres últimas, una trilogía que no se ha vendido como tal pero que no podemos evitar conectar. "7 vírgenes" deslumbró y maravilló a partes iguales, "After" se atrevió con los cuarentones bien situados pero vacíos por dentro y ahora "Grupo 7" se consagra como un thriller policíaco que transmite verdad por los cuatro costados.
Sorprende que en tan escaso margen de tiempo, el cine español haya realizado dos thrillers de altísimo nivel. "No habrá paz para los malvados" tiene muchos puntos en común con "Grupo 7" pero sin tocar la fibra de la marginalidad de la forma tan profunda en que lo hace Alberto Rodríguez. Sería más real decir que es una mezcla entre el título de Urbizu y "Tropa de élite", film brasileño que se atrevía a destapar la marginalidad carioca.
Ambientada en Sevilla, entre los años 1987 y 1992, un grupo de policías forman un equipo dispuesto a erradicar la droga del centro de la ciudad, cara a mejorar la imagen de la capital hispalense para la Expo Universal. Sus métodos son discutibles y, cuanto más pasa el tiempo, más peligrosos, ilegales y corruptos se van convirtiendo.
Nadie sabe mostrar Sevilla como Alberto Rodríguez, demostrando que tiene un compromiso real con su ciudad de origen. Uno de los puntos más fuertes es la estructura de personajes. Eso ya no es novedad en el director sevillano; si algo caracteriza sus films es la perfecta evolución de los protagonistas, marcando sus estados de ánimo con simples ejercicios visuales basados en detalles, miradas y primeros planos. El diálogo pierde importancia en pro de la imagen.
La dirección de actores es magistral. Antonio de la Torre vuelve a demostrar que es uno de los grandes talentos del cine español mientras que a Mario Casas parece difícil poder sacarle más partido. El plantel de secundarios es tremendamente efectivo. Excepto Inma Cuesta y Julian Villagrán (fantásticos ambos), el resto de los actores son desconocidos para el gran público aunque en apenas unos minutos de metraje se convierten en nuestros mejores compañeros de viaje.
En definitiva, un título que nadie se puede perder. Esto es cine español señores, y ahora nadie lo puede criticar. Si la taquilla da la espalda a "Grupo 7", entonces habrá que pensar que en este país el problema no es nuestro cine, sino nuestros espectadores.
José Daniel Díaz
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