El ángel exterminador
Si en su día os acercásteis a esta trilogía y, como yo, llegais a esta tercera parte sin demasiadas expectativas, tengo que señalar que os sorprenderá para bien. Siendo la más floja de las tres, no es tan mala como uno podría imaginar en un principio. No, tampoco es una obra maestra, ni mucho menos, pero en este maravilloso mundo de las sagas con secuelas a tutiplén uno ya va preparado para cualquier cosa. I spit on your grave (Steven R. Monroe, 2010) era un remake de aquella película de Meir Zarchi que por aquí se tituló La violencia del sexo (1978), un rape & revenge de culto que tuvo en su versión la modernización de la historia de una chica de ciudad que se marcha a un paraje tranquilo a escribir su nuevo libro, es acosada y violada por un grupo de lugareños y regresa para vengarse. Y por modernización entiéndase un mayor nivel de brutalidad, secuencias explícitas y un producto final más limpio y macabramente disfrutable que aquel cutre original. El relativo éxito de la película conllevó una secuela, I spit on your grave 2 (Steven R. Monroe, 2013) que mantenía la estructura de la primera pero en otro contexto y con otra protagonista. Y por supuesto, doblemente salvaje y explícita.
Jennifer Hills (Sarah Butler) ha vuelto, pero su vida no ha vuelto a ser la misma desde los sucesos acontecidos en "I spit on your grave" (2010). En un mundo de cazadores y presas decide tomarse la justicia por su mano y convertirse en una vengadora sin escrúpulos.
Esta tercera entrega se aleja de la estructura de sus predecesoras y retoma a la protagonista de la primera, Jennifer Hills, ahora llamada Ángela, para contarnos en lo que se ha transformado su vida tras la terrible experiencia vivida.Ángela (Sarah Butler) se ha convertido en una mujer insegura, con miedo a que vuelva a ocurrirle lo mismo. Solitaria y todavía demasiado afectada es incapaz de empatizar con la gente, sobre todo con los hombres, a los que considera unos monstruos de oscuras intenciones. Acude a terapia para hablar sobre lo que le ronda la cabeza pero sigue sintiéndose igual. La venganza que llevó a cabo no ha servido para que encuentre la paz. Decide apuntarse a un grupo donde personas víctimas de violación se abren y comparten sus experiencias y allí conoce a Marla (Jennifer Landon, la hija de Michael), una joven cuyas ideas con respecto a sus vivencias son un tanto peculiares. Inmersa en un pozo del que no puede salir, una serie de terribles sucesos llevarán a Ángela a convertirse en una justiciera.
Para esta ocasión, R.D. Braunstein se deja el "rape" en casa y apuesta por más charla. Un discurso reaccionario y en algunas partes un tanto moralizador que se repite hasta la saciedad de una manera bastante fallida. Para entendernos, cansa bastante y se banaliza de una manera extrema. Aunque casa bien dentro de la estructura que se le ha querido dar a esta tercera parte, con subrayarlo una vez creo que era suficiente. Aún así, hay que señalar que se agradece el camino que toma una película que viene como segunda secuela de un remake convertido en franquicia. Es decir, si la primera parte era brutal y la segunda seguía el mismo camino, me parece notoria la vuelta de tuerca que se le ha querido dar a esta entrega en vez de optar por repetir el esquema.
Técnicamente I spit on your grave 3 es normalita y los actores no andan demasiado sobrados de calidad. Pero seamos sinceros, en una película de este calibre uno espera el despendole y aquí viene con cuentagotas. Eso sí, las escenas de violencia siguen siendo igual de brutales y explícitas. El odio acumulado de la protagonista y la pérdida de la fe en un sistema burocratizado que parece estar montado para no ayudar a los que sufren son el motor que mueve a Ángela a tomarse la justicia por su mano. Y cuando decide sacar el odio a pasear es cuando la película alcanza su mejor nivel. Por más que la charla se extienda hasta el final.