Revista Cine
'Invictus' es la última creación del venerable Clint Eastwood (tras la cámara) quien ha contado con la colaboración de Anthony Peckham, guionísta de moda gracias a 'Sherlock Holmes', para adaptar el libro de John Carlin “El factor humano” (“Playing the enemy: Nelson Mandela and the game that made a Nation”) y realizar este drama deportivo con tintes de biopic que sea por la mezcla de géneros o por ser un encargo de un estudio, y no una inquietud personal del director, no nos ha mostrado al brillante Eastwood de títulos pasados como “Mystic River”, “Sin Perdón” o la reciente “Gran Torino”.
La historia trata la consecución por parte de Nelson Mandela, primer presidente de raza negra de Sudáfrica en la década de los 90, de la reconciliación de un pueblo dividido por el Apartheid, aferrado a la desconfianza entre la población blanca y negra del país y apunto de protagonizar una de las muchas guerras civiles africanas utilizando como vehículo de unión la celebración en 1995 del campeonato mundial de Rugby y el equipo nacional de los Springboks.
Hay que destacar que la película al contrario de lo que muchos piensan no se trata de un biopic (o no al menos viendo el planteamiento de la película) porque aunque haciendo uso de la historia nos pasea por los primeros años de gobierno de "Madiba" (tras 27 años de encarcelamiento como preso político) y como llevó a cabo su “revolución pacífica” reconciliando una población mediante el deporte no trata en ningún momento las medidas políticas ni económicas tomadas para la abolición del Apartheid y la democratización de Sudafrica si no que muestra la idea de la Sudáfrica del perdón y del futuro sin mirar atrás mediante una narración dividida en varias tramas enfocadas desde distintos prismas y estratos sociales que en sí mismas muestran la evolución del pensamiento general hacia la unificación del país.
‘Invictus’ arranca de forma prometedora en su primera parte donde nos regala un acertado retrato del Nelson Mandela político, presidente, conciliador y al final héroe pero también expone la gran falta de la película, junto a esa mezcla de géneros que no termina de convencer al espectador, que es la “divinización” del personaje a través de la remarcación de la capacidad oratoria del presidente africano, su faceta de iluminado estadista y su consecución de un plan libre de puntos débiles ni fisuras y fallando en el reflejo de la faceta humana que existe tras esa figura publica, y eso a pesar de la utilización de clichés como el hombre abandonado por su familia o el recordar el total de nombres que componen el equipo nacional, para terminar recayendo en el efectismo de un guión y siendo un producto conformista, blando y de final feliz en el que se observa además la premisa siempre presente de los dramas deportivos del equipo nulo que termina ganándolo todo a fuerza de coraje y trabajo aunque libre de la carga épica típica en un género como este.
A pesar de estas fallas comentadas encontramos un Eastwood casi impecable técnicamente, con una edición muy buena, una fotografía cuidadísima que en ocasiones te deja con la boca abierta en pasajes nocturnos o en los retratos de Sudáfrica, y una elección de planos y enfoques que desde el principio transforman al espectador en uno más sobre el campo, sintiéndote partícipe de cada jugada, pasando entre los jugadores y corriendo con ellos, y que a su vez hace incomprensible tras la ejecución ejemplar de los primeros partidos, arriesgándose incluso con un 360 dentro de una melé, el cambio de dichos esquemas en el último enfrentamiento decisivo del campeonato ante los temibles All Blacks por una realización plagada de cámaras lentas, particularmente a posteriori cuando salta a las celebraciones de la gente en sus hogares del triunfo, que empañan la inercia de la remontada deportiva hacia el momento más importante de la cinta.
No obstante, hay que tener presente la labor de los actores que es sin duda otro de los puntos fuertes de la cinta ya que en ellos recae buena parte del peso argumentativo de este film en el que encontramos a Morgan Freeman interpretando a Nelson Mandela con una interpretación muy creíble, aprovecho para recomendar (como ya hizo alguien conmigo) ver la película en V.O para apreciar el verdadero trabajo del actor para recrear el timbre y la cadencia de voz de Nelson Mandela, y muy contenida de uno de los personajes más elementales del siglo XXI que combinado con una gran caracterización del actor han hecho posible esa nominación al Oscar, y una interpretación correcta pero a la altura de la película del sobrehormonado Matt Damon para dar vida a Francois Pienaar, Capitán de los Springboks, quien es utilizado por Eastwood para dirigir otra de las tramas presentes y es en ella en la que cumple satisfactoriamente con sus funciones en las escenas de los partidos de Rugby.
En definitiva, 'Invictus' es un buen drama deportivo con tintes de biopic, épico a la par que predecible pero emotivo y bien interpretado, en el que Eastwood nos intenta hablar sobre el perdón y la redención tomando a Mandela y Sudáfrica como ejemplo pero que cuando afronta el terreno de lo épico titubea en su narrativa, entrando en juego la sensiblería y un efectismo que estropea un buen trabajo en el que se hecha en falta la acidez, la fuerza y el carisma que ha demostrado a lo largo de su carrera comprensible en parte al ser un encargo de una gran productora (y de ahí quizás la "sobreremarcación" de una de las caras de Mandela y el planteamineto de la película) pero que esperemos sea sólo para volver a darnos las satisfacciones que nos ha dado hasta ahora.
P.D. Quizás puede que la nota sea algo mayor porque me gusta el Rugby y para aquel espectador que no le gusta sería un 6.