Es posible que en estos momentos sólo ver la miseria de los demás nos ayude a olvidar la nuestra propia. Esta triste afirmación cobra sentido cuando la tristeza que transmite la pantalla se muestra firme y real. Icíar Bollaín pone el foco en Nepal, entre los más desasistidos, para realizar una película de tinte social que mejora con el paso de los minutos.
La mujer es un denominador común en todas las películas de Icíar. Desde la libertad feminista en "Hola, ¿estás sola?", pasando por la violencia machista de "Te doy mis ojos" y las caravanas de mujeres en "Flores de otro mundo", hasta la inserción de la mujer en el mercado laboral desde una perspectiva muy peculiar en "Mataharis", su labor social ha ido dirigido a representar las virtudes y problemas del colectivo femenino.
Verónica Echegui se encuentra con un papel complicado del que sale airosa. Titubeante en algunos momentos, saca fuerza en las situaciones más complejas, apoyada en la siempre magistral dirección de Icíar Bollaín. Sin lugar a dudas es su papel más carismático e importante desde "Yo soy la Juani", y la evolución desde esos inicios con Bigas Luna hasta ahora ha sido espectacular. Con un look mucho más intelectual y madura, entra de lleno en las duras condiciones escolares nepalíes.
Libremente basado en hechos reales, Laia (Verónica Echegui) es una joven maestra catalana que se traslada a Katmandú para dar clases en una escuela. Descubre la extrema pobreza de importantes sectores de la población y será capaz de cualquier cosa por sacar adelante proyectos que ayuden a esos pequeños sin escolarizar.
El reparto se compone, en buena parte, de actores de la zona como Summyata Battarai y Norbu Tsering Gurung. Mayor complejidad, por tanto, en un proyecto arriesgado rodado en inglés y en la lengua materna de Nepal, destinado a un público muy definido y fiel a la directora.
Icíar Bollaín, y es mi opinión personal, es la mejor directora del panorama español junto a Gracia Querejeta. Me enamoró en "Te doy mis ojos" y desde entonces me convertí en fan incondicional. Si bien sus últimos trabajos no han sido tan interesantes como se esperaba (y me estoy refiriendo a la decepción de "También la lluvia"), siempre es cita obligada asistir a cada estreno que presenta. "Katmandú. Un espejo en el cielo" no se sitúa en la nota de sus primeras películas pero al menos recupera la sensibilidad y riesgo que había olvidado en algún rincon de su cámara.
Dos nominaciones a los Goya (Mejor Actriz y Mejor Guión Adaptado) para esta dura historia donde se rinde homenaje a todas esas personas anónimas que dan su vida por ayudar a los demás. Seres humanos dispuestos a arriesgarlo todo en pro de un objetivo mucho mayor, poner una piedra para que algo cambie a nuestro alrededor.
José Daniel Díaz
Revista Cine
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