Redactor-colaborador de la revista de cine Versión Original
Siempre es de agradecer que nos sorprenda así, sin excesivas campañas de marketing previas, una película sencilla, inteligente, valiente, crítica, cálida y sutil, capaz de ofrecernos una mirada sobre la situación que vive la mujer en un punto determinado del globo, muy diferente a la que estamos acostumbrados a ver en España, en el resto de Europa Occidental y en Estados Unidos. Todo ello se cumple con la primera película escrita y dirigida por una mujer en Arabia Saudí: La bicicleta verde.
Hay que tener mucho valor para ser como Haifaa Al-Mansour y lanzarse a escribir y a dirigir una cinta en la que se plantea el deseo de una niña de tener una bicicleta, en un país en el que, aparte de ser una de las pocas monarquías absolutas del mundo, existe una adhesión casi sin fisuras a los preceptos islámicos, con una de las más rigurosas interpretaciones de la sharia; lo que supone, entre otras consecuencias, que la mayor parte de las libertades fundamentales, si no prohibidas, estén seriamente restringidas. Y la mujer, como ocurre por desgracia muchas veces, se erige en una de las víctimas fundamentales de esta injusticia. Además, en Arabia Saudí los cines están prohibidos y la industria del cine prácticamente no existe.Sin embargo, la directora –y ello es quizá lo más difícil– no plantea una confrontación sobre lo “mal” que se encuentra la mujer en su país sino que se hace eco de una realidad: las circunstancias de la mujer en Arabia Saudí sin entrar en debates estériles ni victimismos, dándole voz y visibilidad a través de una historia personal, honesta, valiente y que rezuma un profundo optimismo. La bicicleta verde nos relata la historia de una niña de once años llamada Wadjda (título original de la cinta), que lleva una vida normal: vive en una barriada del Riad actual, asiste a una escuela segregada por sexos donde ha de enfrentarse a las duras imposiciones morales y religiosas existentes para la mujer y que lucha por lograr una bicicleta verde que ha visto en la puerta de una tienda cercana a su casa. La razón por la que quiere una bici es la propia de un niño o una niña (da igual el sexo) de su edad: quiere jugar y echar carreras con su amigo Abdullah pero se topa con una sociedad tan tradicional que ciertas cosas, como este medio de transporte, están prohibidas para las mujeres. Su madre cree que la bicicleta pone en peligro la dignidad y el honor de una chica y no se lo permite. La chica hará todo lo posible por adquirir la bici aunque para ello tenga que participar en un concurso de recital del Corán en su escuela, y cuyo premio es una jugosa cantidad de dinero.Para interpretar a Wadjda se optó por la joven Waad Mohammed, que puede presumir ya de ser una carismática actriz capaz de encandilar al público con su frescura, vitalidad y deseos de evolucionar, sin romper frontalmente con lo establecido. La historia de Wadjda, basada en la vida de una sobrina de la directora, es la de una niña que se revela, sin pretensiones, jugando en la calle con niños, escuchando música endiablada de los Estados Unidos y calzando zapatillas de deporte. Además, cuando se cansa de llevar el velo en la cabeza se lo quita, sin darle demasiada importancia a este hecho, y dejando así el pelo descubierto ante la vista de los hombres.
El filme no adopta los derroteros de confrontaciones o discusiones. Gracias a la heroína Wadjda –que trata de batallar para conseguir su propósito dentro del sistema– se puede observar también el reflejo de otra mujer valiente: la de su directora, Haifaa Al-Mansour, que, en un ambiente hostil, logra su objetivo: rodar la película que quiere en su país, en medio de una sociedad sexista y segregada. El rodaje, como podemos llegar a imaginar, no tuvo que ser nada fácil. La propia realizadora tuvo que dirigir desde una camioneta oscura, sin poder ser vista en la calle detrás de la cámara por ser mujer, en mitad de uno de los barrios más conservadores de Riad.En suma, La bicicleta verde ha de ser vista, creo, como una osada película en su país, y a nivel internacional, que trata de abrir camino y, sobre todo, mostrar una realidad: la de la mujer en Arabia Saudí pero con un claro sentido del optimismo y alejada de la oscuridad que, en algunas ocasiones, nos transmite el cine de Oriente Próximo. Arabia Saudí es, casi más que ningún otro, un Estado de contrastes en el que la mujer no puede conducir en la ciudad pero puede estudiar, incluso fuera del país, y desarrollar una profesión, siguiendo eso sí algunos límites. Está claro que asistimos, en ese país, a un lento pero continuo proceso de cambio, hacia una mayor autonomía para la mujer, y La bicicleta verde pasará a la historia por haber puesto su granito de arena en la consecución de este más que justo objetivo. Lo mejor: el optimismo que desprende pese las injusticias que retrata, y en el que mucho tiene que ver la frescura y espontaneidad de una niña que trata de sortear la delgada línea entre lo que está permitido y lo que está prohibido. Lo peor: basarse en algo anecdótico para tratar de mostrar la realidad de la mujer en un país tan complejo como Arabia Saudí.