[Crítica] ‘Las aventuras de Peabody y Sherman’: Animación educativa inusual
Carlos Jordán Gonzalez 12 marzo, 2014 0
A veces tengo la sensación de que en la gran pantalla la animación siempre ha sido conocida con dos grandes apellidos. Dos compañías que se han metido en el bolsillo a lo largo de la historia los grandes títulos animados que permanecen latiendo en la memoria colectiva. Hasta que el poder de una absorbió a la otra, aunando así bajo un mismo nombre un poder y una fuerza arrolladores.
Por si aún no lo han adivinado estoy hablando de Disney y Pixar, y si difieren de esta reflexión solo tienen que ojear qué productoras se han hecho con la estatuilla dorada en la categoría de Mejor Película de Animación en la última década.
Datos como este apuntan a un menosprecio hacia las mal llamadas productoras de segunda fila, pero el destino en ocasiones da reveses a dos manos para acallar las lenguas viperinas. Y Las aventuras de Peabody y Sherman es un claro ejemplo de ello.
Con una magnífica animación en 3D, este proyecto pionero, que supone llevar por primera vez a la gran pantalla a unos personajes que debutaron en la pequeña en los 60 (concretamente en The Rocky and Bullwinkle Show), se ha actualizado en medio siglo. Lo ha hecho de la mano de Dreamworks Animation, la compañía que fundó un tal Steven Spielberg y que ha sido responsable de otras joyitas animadas como Shrek, Kung Fu Panda o Cómo entrenar a tu dragón. Y de la mano también de un veterano director, Rob Minkoff, que tiene a sus espaldas títulos como El rey león o Stuart Little.
Es imposible obviar las similitudes entre Peabody y Brian Griffin, el perro de Padre de Familia. Desde luego luce su misma elocuencia, aunque también se hace eco de la arrogancia de Sheldon Cooper, el ególatra científico de The Big Bang Theory. A fin de cuentas es un can parlanchín y sabiondo, cuya vida perruna queda frustrada y se resarce escorándose en la sabiduría y el arte, y en su hijo adoptivo Sherman.
Ambos desafían la lógica espaciotemporal realizando viajes en la máquina del tiempo que Peabody inventó, y en la que recorren los momentos históricos más relevantes para conocerlos de primera mano y subsanar los datos erróneos que manejamos. Pero la trama carecería de interés si no apareciera la pequeña Penny, compañera del colegio de Sherman, para descubrir el invento y perderse en la historia, lo que obligará a nuestros protagonistas a saltar de época en época viviendo aventuras y resolviendo problemas.
Cierto es que la animación se presta más que la ficción a educar a los más pequeños, pero esta aportación lo hace a un nivel mayor si cabe. Historia, ciencia, matemáticas… todas tienen cabida en esta aventura, y las inyecta entre chascarrillos cómicos e inteligentes que harán las delicias de niños y adultos.
Es inusual estrenar una película tan divertida como educativa en esta época del año, en las postrimerías de los Oscar, cuando el nivel cinematográfico desciende notoriamente. Y precisamente por eso hay que agradecerlo doblemente. Anótese dos puntos señora Dreamworks.
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