Luis Buñuel es uno de los mejores directores de la historia del cine, y de eso no cabe la menor duda, y posiblemente el mejor de toda la historia cinematográfica española. Su vida comenzó en Zaragoza, pero sus pasos en busca de la realización de películas le llevó mucho más lejos. Naciendo en una España que poco le permitía debido a la censura estuvo en Francia, en México e incluso una temporada en Hollywood. Su vida está plagada de anécdotas e historias tremendamente interesantes. En sus últimos años, cuando tras una larga y fructífera vida escribió, con ayuda de su gran amigo Jean-Claude Carrière, unas memorias fascinantes que llevan por título Mi último suspiro.
En la autobiografía de Buñuel se nos contará pormenorizadamente todo lo que más ha afectado a la vida de este genio, por supuesto que sí, pero escribe de una forma desordenada, tal como le vienen los recuerdos. Además de los sucesos más importantes de su vida podemos encontrar muchísimas anécdotas de las que él llama picarescas, divertidísimas sin lugar a dudas.
La personalidad de Buñuel es completamente magnética, una persona culta, inteligente, que ha vivido muchísimo y que nunca ha cesado en su interés por continuar viviendo según sus ideales. Por sus películas hace un repaso más bien breve, se centra más en su vida, en sus pensamientos. De esta forma nos puede hablar de su afianzado ateísmo como nos da la receta del mejor dry Martini que él mismo ha perfeccionado a lo largo de muchos años.
Buñuel no se contenta con contar su propia vida, sino que claramente esboza las características definitorias del siglo XX, que él conoció desde el primer año ya que nació en 1900. Estos primeros movimientos culturales que bullían en Europa quedan plasmados de una forma prodigiosa, recordando a la novela Los detectives salvajes de Bolaño, y él no paró de moverse por estas lindes. En algunas ocasiones llega a mostrársenos el Buñuel más íntimo, relatando un apartado de su vida en la que se enamoró de una chica joven teniendo él ya cuarenta o cincuenta años, por otra parte tema muy recurrente en su cine.
El terminar de leer este libro provoca una tristísima sensación. Por una parte es una lectura apasionante, casi que solo la podría comparar en este aspecto a la magistral autobiografía de Stefan Zweig, es intensa y tremendamente divertida, llena de jugosas declaraciones. Por otro, al terminar la lectura te percatas del grado de compenetración, casi diría de amistad, al que se llega con Buñuel, de una forma tremendamente humana. Libro recomendable como el que más. Una joya maravillosa.