NEDS (Non-Educated DelinquentS), traducida aquí por “No educados y delincuentes” es la tercera película del cineasta y actor Peter Mullan que fue la galardonada con La Concha de Oro a la mejor película y con La Concha de Plata al mejor actor Conor McCarron en el pasado Festival de Cine de San Sebastián 2010 en la categoría de Sección Oficial (como ya os contamos en las crónicas del festival), y que calló en nuestras manos gracias al sorteo realizado por el magnífico Emilio Luna del blog de “El Antepenúltimo Mohicano”.

La historia de NEDS nos traslada a la Escocia de a principios de los años 70, en concreto a la ciudad de Glasgow, donde John McGill (Conor McCarron), un inocente chaval de 15 años está apunto de abandonar el agradable seno de la enseñanza primaria en un colegio protector para comenzar una nueva etapa de su vida: la secundaria.
John procede de una familia pobre con una problemática en forma de padre borracho, al que odia por atemorizar a su familia siempre que bebe, y un hermano mayor “nacido” en las calles donde el respeto comienza en los puños.
Lo que empieza siendo una usual entrada en un instituto público como un chico inteligente, sensible y con ganas de aprender, termina transformándolo en un camorrista de puño fácil (que rápidamente aprende de los chicos de las zonas degradadas que debe hacerse valer mediante la violencia) por culpa del estigma familiar legado por su hermano mayor Benny, la férrea educación bajo amenaza y sufrimiento del antiguo sistema educativo inglés (algo tan superado en la actualidad) y por un entorno adulto en el que el poder se basa en la fuerza y el sometimiento del débil.

El cine inglés nunca ha tenido miedo en analizar a su sociedad y diseccionarla. Marcada especialmente por grandes diferencias en clases sociales, económicas y con un nivel de violencia palpable, una multitud de películas británicas han puesto de manifiesto los lados menos agradables de esta sociedad, le han dado protagonismo y periódicamente surgen más títulos que se adentran sin contemplaciones en lo más oscuro que Inglaterra, aunque esta película no sea como el resto, ya que pronto se aleja del convencionalismo de la crónica social como “This is England” de Shane Meadows o “Fish Tank” de Andrea Arnold, y solo vemos esa referencia, o casi herencia cultural, en forma de reprimenda al arcaico sistema educativo británico experto en segregar, enemistar, alimentar el odio y eliminar el sentido de la solidaridad (uno de los temas centrales en la filmografía de Mullan) en unos muchachos que antes de acudir a la escuela ya estaban suficientemente desorientados y asustados por el entorno en el que se han criado.
Es admirable ver como Mullan ha creado una película atrevida; con un mundo único, misterioso, volátil y a menudo violento que gira alrededor de un chico que intenta encontrar su lugar desesperadamente, dibujándola pincelada tras pincelada hacia el cuadro final, partiendo de la brillantez más cálida (niño promesa, situaciones incluso cómicas…) y caminando poco a poco hacia la oscuridad llegando a veces a momentos de total opacidad.

Ya estoy oyendo las comparaciones visuales con cierto actor americano.
Es quizás ésta parsimonia en las dos horas completas que dura, esa intención de exponer todos los motivos para gestar ese odio en el protagonista lo que hace que en muchos momentos peque de repetitivo y falto de ritmo y junto con la desembocadura en la última media hora del film en una sucesión de excesos (la onírica escena religiosa y la alegoría final con los leones rozan peligrosamente el precipicio del ridículo) hacen que una obra que podía ser redonda no lo sea tanto.
Sobre los actores, casi toda la responsabilidad recae sobre las espaldas de adolescentes destacando entre todos al protagonista Conor McCarron, quien debuta en el cine a sus dieciséis años creando un personaje afable a la vez que despiadado, que si bien se notan sus carencias interpretativas hace uso de una expresividad dentro de gestos aparentemente convencionales con tal grado de realismo que lo convierten en el auténtico bastión en el que la película se sostiene. En este sentido, como ya lo ha sido con otras películas de este tema, es inevitable de nuevo la comparación con el debut de Thomas Turgoose en “This is England” y “Somer’s Town”.

En definitiva, Peter Mullan parece haber encontrado un sello de identidad como director urgando en la infancia y adolescencia, y en los problemas derivados, directamente o no, de una educación inadecuada o represiva que tan cerca le ha tocado vivir. La experiencia vital es la razón por la cual es idóneo para dar vida a el padre permanentemente borracho y perverso que aparece en ‘Neds’ (al parecer nada comparado con lo que fue su padre en la realidad según el propio Mullan) y para ser un hábil narrador al reflejar que los grandes culpables de esta violencia juvenil, más allá del entorno que vence interiormente al protagonista, son los adultos.
