Revista Cine
Presentada con gran éxito en el pasado Festival de San Sebastián, "No habrá paz para los malvados" es cine negro en estado puro. Un golpe seco sobre la mesa, una patada en la entrepierna para aquéllos que decían que era imposible igualar los grandes thrillers policíacos americanos.
Enrique Urbizu dibuja un personaje grotesco, perdedor como pocos, cobarde en sus sentimientos y diestro en el manejo del revólver. José Coronado le da forma, personalidad propia, y entre ambos consiguen que esta película pase a la historia del cine español.
Las premisas eran positivas. El tándem Urbizu-Coronado ya nos había regalado tardes de cine de grandes quilates. Aún guardo imágenes en la retina de "La vida mancha" donde la relación entre hermanos derivaba en un thriller de perdedores. Es curioso cómo Enrique Urbizu cae siempre en la tentación de mostrar a las personas que ya no ganan nada y apenas tienen algo que perder.
Santos Trinidad, el corrupto agente que interpreta con maestría José Coronado, es un personaje al más puro estilo western. Solitario, sin ambición y sin más objetivo en la vida que vaciar cada botella de ron que se encuentra, comete un asesinato motivado por una borrachera mal llevada. Buscar el testigo que puede acusarle se convierte en una trepidante aventura que le hunde cada vez más en el hoyo que él mismo se ha cavado.
Hablaba Coronado que si Urbizu le pidiera tirarse por un barranco, él lo haría. Posiblemente la admiración al maestro le haya impedido ver que estuvo al borde de ese precipicio más de lo que pudiera imaginar, porque personajes como éste pueden llevarte al mayor de los fracasos o encumbrarte al éxito. Tuvo suerte, quizás talento, pero el resultado es uno de esos nombres que le acompañarán el resto de su vida; como ya le ocurriera a Luis Tosar con su álter ego "malamadre".
El film tiene todos los elementos que adornan el cine negro. Esos policías y jueces que se creen muy listos pero siempre caminan un paso por detrás de Santos, unos terroristas dispuestos a generar la mayor de las masacres, un compañero de trabajo preocupado por cubrir a su amigo, una familia que se intuye en el horizonte del olvido, un hombre sin paz.
Y Madrid siempre al fondo, como un personaje más. Los bajos fondos de la ciudad puestos al descubierto, un pueblo cansado de sufrir que como siempre vive en la ignorancia del mal que acecha a su alrededor. Como ya presentara Iñárritu en "Biutiful" la cara oscura de Barcelona, el director busca los lugares más conflictivos de la capital para enseñarnos esa otra cara que siempre queremos ocultar.
Menos mal que cuando empezamos a perder la fe en el cine español, algo nos despierta el ánimo y nos hace sentir que también tenemos mucho que decir. Enrique Urbizu lleva tiempo sin callar y ojalá no lo haga nunca.
José Daniel Díaz
Enrique Urbizu dibuja un personaje grotesco, perdedor como pocos, cobarde en sus sentimientos y diestro en el manejo del revólver. José Coronado le da forma, personalidad propia, y entre ambos consiguen que esta película pase a la historia del cine español.
Las premisas eran positivas. El tándem Urbizu-Coronado ya nos había regalado tardes de cine de grandes quilates. Aún guardo imágenes en la retina de "La vida mancha" donde la relación entre hermanos derivaba en un thriller de perdedores. Es curioso cómo Enrique Urbizu cae siempre en la tentación de mostrar a las personas que ya no ganan nada y apenas tienen algo que perder.
Santos Trinidad, el corrupto agente que interpreta con maestría José Coronado, es un personaje al más puro estilo western. Solitario, sin ambición y sin más objetivo en la vida que vaciar cada botella de ron que se encuentra, comete un asesinato motivado por una borrachera mal llevada. Buscar el testigo que puede acusarle se convierte en una trepidante aventura que le hunde cada vez más en el hoyo que él mismo se ha cavado.
Hablaba Coronado que si Urbizu le pidiera tirarse por un barranco, él lo haría. Posiblemente la admiración al maestro le haya impedido ver que estuvo al borde de ese precipicio más de lo que pudiera imaginar, porque personajes como éste pueden llevarte al mayor de los fracasos o encumbrarte al éxito. Tuvo suerte, quizás talento, pero el resultado es uno de esos nombres que le acompañarán el resto de su vida; como ya le ocurriera a Luis Tosar con su álter ego "malamadre".
El film tiene todos los elementos que adornan el cine negro. Esos policías y jueces que se creen muy listos pero siempre caminan un paso por detrás de Santos, unos terroristas dispuestos a generar la mayor de las masacres, un compañero de trabajo preocupado por cubrir a su amigo, una familia que se intuye en el horizonte del olvido, un hombre sin paz.
Y Madrid siempre al fondo, como un personaje más. Los bajos fondos de la ciudad puestos al descubierto, un pueblo cansado de sufrir que como siempre vive en la ignorancia del mal que acecha a su alrededor. Como ya presentara Iñárritu en "Biutiful" la cara oscura de Barcelona, el director busca los lugares más conflictivos de la capital para enseñarnos esa otra cara que siempre queremos ocultar.
Menos mal que cuando empezamos a perder la fe en el cine español, algo nos despierta el ánimo y nos hace sentir que también tenemos mucho que decir. Enrique Urbizu lleva tiempo sin callar y ojalá no lo haga nunca.
José Daniel Díaz
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