¿No os ocurre a veces que oímos hablar de una película con un título sugerente, y después nos sorprende un argumento radicalmente opuesto al que nos imaginábamos? Pues bien, eso NO ocurre con Objetivo: La Casa Blanca, o como luce su título original, Olympus Has Fallen. Y es que esta película es lo que sugiere: un ataque terrorista al Capitolio. Sin embargo sí que llega a sorprender por varias cosas.
Lo primero que sorprende es la licencia que se ha tomado su director, Antoine Fuqua, para recrear este asalto. Este hombre no ha escatimado en crueldad, sadismo y sangre para plasmar el ataque de una guerrilla norcoreana al que quizás sea el lugar más protegido de la Tierra. Y lo que impacta no es esa licencia, sino el hecho de que EEUU no se haya pronunciado ante tal recreación, aunque si nos paramos a pensar la película aún no ha sido estrenada allí, y no sé si lo hará. Y si añadimos la situación actual que se está viviendo con Corea del Norte, frente a la cual el Gobierno de EEUU lleva más de 60 años colocando sus tropas para proteger a Corea del Sur, el asunto se vuelve más peliagudo.
Lo segundo sorprendente es el guion con el que cuenta, un guion muy elaborado y sobre todo muy documentado. Fuqua es un cineasta curtido en el género de acción, y cuando tuvo en sus manos el guion de este filme se preguntó si realmente era posible que un ataque como el que contenía a la Casa Blanca podía cabar siendo fructífero. Entonces comenzó una labor de documentación, estudiando los planes de seguridad de la guardia del Capitolio, y se sorprendió de que, con un grupo militar lo suficientemente amplio y preparado, era algo muy posible. De modo que se lanzó al reto.
Y una tercera sorpresala encontramos en el potente reparto que han conseguido para respaldar esta historia, y que sin duda será una de las claves del posible éxito de esta película. Por un lado tenemos a Gerald Butler, que además de productor es el protagonista, y que interpreta al antiguo jefe del Servicio Secreto del Presidente. Por un desgraciado accidente es relevado de su cargo, siendo apartado de un mundo que adoraba, pero llegado el momento no dudará en convertirse en el yankee iron man y boina verde que todo norteamericano lleva dentro. Por otro lado tenemos a Dios (perdón, Morgan Freeman), que con su simple e imponente presencia se come a Aaron Eackhart, quien encarna al Presidente de los EEUU. Pero curiosamente este papel queda relegado a un plano secundario en favor del de Freeman, que como portavoz del Gobierno ejerce las funciones del Presidente cuando éste y el vicepresidente no pueden ejercer. Y completando el reparto están Dylan McDermott (uno de los protas de American Horror Story), Rick Yune (a quien ya vimos como malo malísimo en Muere Otro Día) o a Melissa Leo entre otros.
Hay que destacar el trabajo de producción que ha hecho Butler, sobre todo en la recreación de los escenarios. Este hombre decidió no recrear, mediante efectos especiales, el asalto del guion, sino que para hacerlo más grande construyó una réplica de la Casa Blanca en Luisiana, y también una de Pennsylvania Avenue.
Arrasamos físicamente la Casa Blanca, por eso tuvimos una conversación importante al respecto.
Después de ver la película puedo extraer tres conclusiones:
- Gerald Butler no ha matado al Leónidas que lleva dentro, y cada vez se consolida más como tipo duro y actor del género de acción (obviaré sus papeles en comedias románticas).
- La maquinaria propagandística norteamericana a través de Hollywood sigue bien engrasada, y desbordando patriotismo por los cuatro costados (BSO bélica, banderas tiroteadas y cayendo a cámara lenta, soldados por los suelos y Butler con lágrimas en los ojos…)
- Los amantes del género pueden sumar a su lista una buena película de referencia.