SPOILERS
“Ouija” es una película española dirigida por Juan Pedro Ortega, cuya única experiencia antes de dirigir algo tan complejo como un largometraje fue ser asistente del director de segunda unidad de un cortometraje rodado ocho años antes.
Si alguien con prácticamente ninguna experiencia se mete a dirigir un largometraje en inglés (no entiendo porqué, con la fácil que hubiera sido rodar directamente en español) con un rodaje de seis semanas y con muy bajo presupuesto es normal que lo haga mal. Antes ha de coger experiencia trabajando de esto y de lo otro en proyectos menos ambiciosos como cortometrajes, videoclips o anuncios, y ya entonces, a medida que coge experiencia, entonces ya puede ir haciendo proyectos más complejos. Pero si se mete de lleno en lo más difícil claramente no hará un buen producto.
“Ouija” es consecuencia de una moda pasajera de la cinematografía española a principios del siglo XXI. Como a finales de los noventa se hicieron muy populares las películas de terror slasher adolescente (como “Scream”, “Sé lo que hicisteis el último verano”, “Leyenda urbana” o “Destino final”), en el cine español se puso de moda hacer lo mismo pero a la española, y así se hicieron productos como “Más de mil cámaras velan por tu seguridad”, “Tuno Negro”, “School Killer”, “El arte de morir”, “Cámara oscura”, “La monja”, “XP3D” o esta “Ouija”.
Pero más que en este grupo, en dónde verdad merece estar la película (porque “Ouija” hace muchos méritos para eso) es en el grupo de auténticas porquerías que deberían tirarse tan ricamente en una fosa común de despropósitos insultantes para el cine y pésimas chorradas cinematográficas, y enterrarlas a gran profundidad bajo cemento como si de un cementerio de residuos nucleares se tratase.
Bueno, después de describir la película como lo que realmente es, una mierda, voy a razonar porqué lo es. Esta es una de esas películas en las que la historia no tiene lógica y los personajes son odiosos y no usan la lógica.
“Ouija” empieza como cualquier otra película española, con la interminable lista de ochenta mil millones de instituciones que han financiado o subvencionado semejante porquería, como TVE, TV3, Consell de Cultura de Generalitat de Catalunya, ICAA, Ministerio de Cultura de Gobierno de España, no sé qué no sé cuantos, en definitiva todas las siglas del abecedario y en la práctica todos los españoles con sus impuestos.
Después de todo este rollo patatero que bien podrían haber puesto después de los títulos de crédito finales para no abusar de la paciencia del espectador, la película presenta a los protagonistas, a cada cual más odioso. Tenemos al chuloputas follagolfas, al heavi rockero con greñas, al yonki motorista calentorro que esnifa coca incluso en un hospital, a la puritana que quiere llegar virgen al matrimonio (y que siempre pone la misma cara de cómo si le hubieran matado el gato), y a la golfa que se tira a todos los cuerpos danone sin importar que estos sean unos capullos y que se cree superior a todos (esta tiene todos los números para morir).
Después tenemos a personajes secundarios. Tenemos a la madre de la puritana, una católica extremista que no deja de gritarle a su hija y que la trata como si fuera su prisionera. La hermana de la puritana, que primero es china y después inglesa. Y el tío de la golfa, un sacerdote que se quedó ciego después de un accidente de coche cuando conducía pedo.
Ninguno de los actores hace una buena actuación, ninguno. No es sólo por la falta de experiencia de los actores, que también influye, sino la pobredumbre del guión, que es lo que más afecta al trabajo de los actores. Si un actor no puede creerse lo que dice y hace su personaje porque el guión es basura, por mucho que lo intente podrá ofrecer una actuación convincente.
Bueno, los protagonistas viven en un pueblo de aspecto medieval, Mura, municipio que está en la comarca del Bages, en la provincia de Barcelona. Es un pueblo de poco más de 200 habitantes y que todavía conserva su aspecto medieval, con su iglesia y todo.
Bueno, el chuloputas, el heavy y el yonki van a la discoteca y allí conocen a la golfa. Esto al principio de la película. Pero claro, tú te preguntas: ¿Cómo cojones hay una discoteca con decenas de jóvenes bailando en un pueblo de mala muerte perdido en medio de una zona rural, montañosa y boscosa? Es absurdo, es una tontería. Si fuera una discoteca de Barcelona entonces sí ¿pero cómo cojones va a haber una discoteca en un pequeño pueblo medieval dónde la actividad más frecuente de los habitantes es ir a misa? Pero bueno, admitamos pulpo como animal de compañía.
Como los cinco protagonistas son jóvenes y viven en la quinta forca donde no hay más diversión para ellos que la única discoteca del mundo construida en un pueblo de menos de mil habitantes, además de centenares de kilómetros de carreteras por las que poder conducir y hacer carreras, practicar música en el trastero de la iglesia, y bajar música y pelis por internet, pues deciden jugar con un tablero de ouija, que es muy divertido y de lo más normal. Yo jugué a la ouija el pasado sábado y me lo pasé genial, mucho mejor que ir al cine o ir de copas, dónde va a parar.
Bueno, durante la sesión de ouija los cinco protagonistas contactan con un ente demoníaco llamado Audscias, aunque también recibe el nombre de Alubias, pero no le acompañan ni Chorizo ni Cebolleta. El tal Alubias es un conocido ángel del infierno aficionado a la música y que comanda hasta 29 legiones de demonios del infierno, también es capitán jefe de la comandancia civil de ingenieros de Olot y general supremo de los ejércitos del señor oscuro Sauron, por añadir algo más a su currículum.
¿Qué hace Alubias? Pues como todo buen ente demoníaco se dedica a atormentar a los protagonistas mediante sucesos paranormales y fantasmagóricos. Pero es que encima los protagonistas se quejan. ¡Coño, pues no haber invocado al demonio, joder! Es que es de puta lógica.
En el guión hay muchas cosas sin sentido, el guión entero no tiene sentido. Hay subtramas que no finalizan, o que vuelven y van, o que narrativamente están fuera de lugar. Uno de los protagonistas descubre un método para expulsar al ente, lo menciona a sus compañeros, pero no lo ponen en práctica. Los protagonistas invocan al ente en el trastero de una iglesia y no se les ocurre llamar al sacerdote para que les ayude en un problema diabólico, y eso que el sacerdote se pasa media película intentando que los chicos le expliquen el problema que hay en su propia iglesia.
Entre otras de las tonterías que se dice en la película, hay una que es muy burra, y es que al parecer el violín es un instrumento del demonio. No la ouija, no, el violín. En fin, todo un disparate.
Lo peor de esta supuesta película de terror slasher juvenil es que ni cumple las reglas básicas de dicho subgénero, entre otras que ha de haber muchas muertes y muy sangrientas y brutales, que las chicas no vírgenes tienen que salir desnudas o con los pechos al aire, que el negro siempre muere (aquí no sale ninguno), mostrar a los mayores como unos ineptos inútiles (aquí el sacerdote es el que tiene más sentido común), los que follan han de morir brutalmente asesinados, la chica virgen sobrevive y mata al psicópata.
En “Ouija” tenemos que sólo hay tres muertes, pero claro, las dos primeras no se ven y ni siquiera son asesinatos. Sólo hay una muerte que se ve y que es un asesinato y ocurre al final de la película, y además no hay mucha sangre.
Así que en esta película de muerte “brutal” sólo tenemos una.
Después tenemos que no sale ningún desnudo, norma obligatoria en toda película de terror slasher juvenil que se precie. Después tenemos que la beata se suicida por haber sido violada por el yonki calentorro, ¡pero el chuloputas mata a la golfa y no se suicida!
Hablando de eso, la última burrada de la película es que el chuloputas se pasa 60 años en la cárcel por matar a la golfa. ¡¿60 años?! Si el Código Penal español no permite penas mayores de 30 años de prisión. Todo el mundo sabe que en España la justicia es un cachondeo. De Juana Chaos mató a 25 personas y sólo estuvo 20 años en prisión, y cuando le sacaron de la cárcel por poco que no le dan el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. ¿Y a un chaval que mata a una golfa le meten 60 años en prisión? Venga, hombre, eso no es creíble. Si ocurriese de verdad el chaval a los cinco años ya saldría en libertad, o antes.
Otra burrada de la película. La beata y el yonki pasean por una calle transitada a plena luz del día, y tienen miedo al oír el aullido de un perro. Tócate los cojones, tener miedo en una calle transitada a plena luz del día, no en un cementerio de noche no, en una calle, de día, transitada.
En fin, los personajes son odiosos y el guión es un sinsentido de principio a fin. ¿Y en el aspecto técnico? En el aspecto técnico la película también es basura.
El director de fotografía de “Ouija”, Gaizka Bourgeaud, tuvo la genialidad de rodar la mitad de las escenas en vídeo y la otra mitad en digital, ole, seguro que no se nota. En la mayoría de las escenas, sobretodo en exteriores, la imagen está bastante quemada. Y para disimular su inexperiencia Bourgeud metió millones de filtros de color azul y naranja a la hora de etalonar la imagen. Así que la fotografía sólo puede considerarse como apoteósicamente horrible.
Los efectos especiales son escandalosamente cutres. Hay una escena en la que se ve a Alubias en el infierno. Un centauro con voz ronca tocando el violín en una roca rodeado de llamas. ¿Y cómo se representa eso? Pues con una animación ridícula y muy poco trabajada. Y los efectos especiales de maquillaje son todavía más penosos. En la escena en que la golfa se encuentra con un perro reventado dentro del microondas, se nota que en realidad es un peluche manchado con mermelada.
Pero es que encima, para disimular el escaso presupuesto, se recurre a trucos tan evidentemente patéticos que hacen que la película caiga aún más en el ridículo.
La película es totalmente horrible y desastrosa. Y está tan patéticamente y ridículamente tan mal trabajada y realizada que más que miedo da risa. Es un ejercicio de aficionados, casi de amateurs, y hay propuestas amateurs mejores que esta.
Mi calificación es:
No le pongo media estrella porque crea que se la merezca, sino porque no se puede poner peor nota.