Tenía ganas de ver esta nueva entrega de Piratas del Caribe. De verdad. Había llegado a un punto de autoconvencimiento que me permitía olvidar por completo la desastrosa, aburrida y avergonzante tercera parte y estaba dispuesto a darle una nueva oportunidad a la saga. Esta vez con Rob Marshall a los mandos de la película en vez de Gore Verbinski.
“Piratas del Caribe: En mareas misteriosas misteriosas”, por si no lo sabeis aún, trata de la búsqueda de la fuente de la juventud eterna. Un tema que puede parecer simple y conciso ¿verdad? Pues no. No sé que leches les pasa a Tedd Elliott y Terry Rossio (los guionistas y culpables también de “Piratas 3″ y “La Búsqueda 2″) pero no hacen más que complicarle la vida al espectador con giros argumentales absurdos y detalles que casi siempre carecen de importancia. Con lo fácil que hubiera sido un viaje con dificultades y aventurillas hasta encontrar la fuente… ¿Para que liarnos con los cálices, la jodía lágrima de sirena o el extraño funcionamiento de la fuente (que al final se enteró su tía de como iba porque yo…)? En fín que tenemos otro guión que hace aguas por todos lados, nunca mejor dicho.
Además de esto, el personaje de Jack Sparrow me empieza a cansar. Por cuarta vez tenemos los mismos gestos, los mismos andares, el mismo tipo de humor… Vamos que ya pueden pasar 30 años que el personaje no va a evolucionar lo más mínimo. Penélope Cruz está bastante mejor de lo que podríamos esperar. Responde bastante bien a su compañero, soporta la carga de ser la chica de la película y está guapísima pero desde luego no hay ningún típo de química con Sparrow. Cero. Nichts. Rien.
Entre los secundarios volvemos a tener a bordo a Barbossa que deja de ser un pirata (al menos en apariencia) y nos ofrece una versión descafeinada y sin alma de un personaje que se había convertido en favorito de todo el mundo por derecho propio. Y qué decir de la joven pareja que sustitye a la formada por Keira y Orlando… Que su historia de amor está cogida con pinzas y carece de interés más que ninguna otra cosa de la película. Y encima, para más inri la catalana Atrid Berges-Frisbey (la sirena) se dobla a sí misma. Terror de los terrores… Por cierto, Barbanegra (Ian McShane) está totalmente desaprovechado ya que infunde respeto con su sola presencia pero sus acciones no tienen el más mínimo sentido, sobretodo las relacionadas con su hija. Aún no sé a que viene la escena de la ruleta rusa en medio de la jungla.
En lo referente al diseño de producción, eso sí, sigue siendo de lo mejorcito que se ha visto en una película. El vestuario, los decorados y los efectos especiales son simplemente impresionantes.
Conclusión: Seamos claros: Piratas del Caribe 4 es un coñazo. Las dos horas y diez que dura (tampoco es que sea demasiado) se hacen interminables. Los personajes, antaño interesantes y originales, han quedado reducidos a una versión plana de sí mismos que no da más de sí y la historia tan simple como rebuscada esta llena de giros argumentales sin sentido. Hay muchas setpieces pero ninguna memorable y la banda sonora de Hans Zimmer, brillante en las primeras entregas de la saga, ahora es una repetición constante de su tema más conocido cambiando algunos detalles aquí y allá, por lo que a la hora y pico de martilleo constante ya estamos de la cancioncita hasta los kinders. En fín, una decepción en toda regla (me río del que diga que esto es mejor que ”El cofre del hombre muerto”). Por mucha perla negra que haya en la quinta yo he perdido todo el interés…
Nota: 3