Revista Cine
El 24 de agosto del año 79 d.c. entró en erupción el monte Vesubio que enterró en una capa de lava la ciudad de Pompeya matando a todos sus habitantes. Eso hizo que los edificios, las esculturas así como los adornos y una gran cantidad de material se conservaran. A mediados del siglo 18 se descubrió la ciudad y nos permitió conocer cómo era la vida de estas personas y su cotidianidad. En esta película de Pompeya no vamos a encontrar ningún tipo de rigor histórico y si realmente hubiera pasado tal como nos lo cuentan aquí no hubiera quedado ni una sola piedra en pie en toda la ciudad. Eso sí, divertida es un rato y si no tenemos muchas expectativas hasta podemos disfrutarla. La historia es una copia descarada de la historia de Titanic de James Cameron con mucho de Gladiator y unas gotas de Lo imposible. Se nos cuenta la historia bastante inverosímil de amor entre un esclavo al que van a mandar a luchar al circo y la joven hija del gobernador de Pompeya que cansada de la ciudad decide volver a la vida pueblerina para ayudar a sus padres en unos momentos económicos complicados. El chico no es irlandés pero es celta y la chica es una rica venida a menos, lo mismo que Leo y Kate. También la protagonista cuenta con un malvado pretendiente que nadie quiere pero que resulta que es el que les puede salvar de la ruina. El y el protagonista, en vez de buscar una salida a la catástrofe que se les avecina se dedican a darse de mamporros. De todos modos la chica de la película no tiene nada que ver con la de Titanic, si Rose acababa siendo una mala víbora que dejaba morir congelado a su amante en las frías aguas del atlántico cuando estaba claro que los dos entraban en la tabla, aquí toma otra decisión que hará que la queremos un poco. Esto por la parte de Titanic, en cuanto a Gladiator, es la que se lleva gran parte de la acción y la verdad es que las luchas son bastante bien coreografiadas. Lo que sí que resulta un poco absurdo es lo de meter un más que improbable tsunami que hace que los protagonistas no puedan salir huyendo por mar de la ciudad en llamas.
Como ya he dicho la ciudad quedó sepultada por lava y eso fue lo que permitió que toda la ciudad y los habitantes quedaran congelados en el tiempo. Pero en la película esta apenas se ve. Que este fluido quede creíble debe de ser lo suficientemente caro o complicado porque optaran por otras opciones pero que hacen que el resultado sea bastante deficitario. Realmente hacer una película sobre Pompeya y no ver ríos de lava cruzando las calles de la ciudad se puede considerar como un engaño manifiesto ya no sólo a la Historia sino a los espectadores que es lo que deberían de ver. Ya no digo nada de los personajes que son completamente estereotipos y planos. Y sobre todo asombra porque no están interpretados por actores de segunda sino que tenemos a gente como Kiefer Sutherland en el papel del malo, Carrie-Ann Moss como la madre de la protagonista.
Hace unos días algunos pudimos verla gracias a los amigos de Sensacine en un pase especial en los Kinépolis de Madrid. Lo especial era que se trataba de una proyección en 4D en la que además de las ya gafas para ver la imagen en tres dimensiones contábamos en la entrada y antes de la película con un grupo de actores que animaban con sus gritos de guerra lo que animaba un poco la cosa. Durante la proyección contábamos con efectos visuales y sonoros así como una lluvia de confeti (mejor no sentarse en las primera filas). Resulta entretenido ver imágenes del volcán y que de repente empiece ha salir humo y luces como de fuego, te hacen formar parte de la historia aunque también sirve de distracción y ayuda a tapar los fallos que pueda tener la película. Hay una primera parte de la película introductoria que se hace algo aburrida por lo lento que va todo y porque no tiene ese extra de animación. La película es bastante mala por mucho envoltorio bonito con el que nos lo vendan.