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Crítica sombra (2018), por albert graells

Publicado el 01 junio 2019 por Matias Olmedo @DragsterWav3
CRÍTICA SOMBRA (2018), POR ALBERT GRAELLS
Sinopsis: La ciudad china de Jingzhou ha estado ocupada por las tropas de Yang desde hace veinte años. El inmaduro y caprichoso rey de Pei, Liang, ha optado por mantener la paz y no reclamar el territorio, pero su comandante, Yu, ha pactado un duelo cara a cara con el comandante de Yang para recuperar la ciudad. Los dos ejércitos se preparan para la guerra. 
La historia de la película se ambienta en la época de los tres reinos (entre el 184 y el 280 después de Cristo), cuando el país estaba dividido en tres potencias que se disputaban el dominio sobre las demás. Fue un periodo considerablemente bélico, con sin fin de luchas, batallas y enfrentamientos entre ejércitos. La política no era mucho mejor, las intrigas palaciegas propiciaron golpes de Estado día sí día también y el asesinato de reyes, ministros, generales y emperadores. Se calcula que en los 96 años que duró ese periodo llegaron a morir hasta 40 millones de personas víctimas de la guerra, reduciendo la población de tan basto territorio de 56 millones a 16 millones. 
“Sombra” es una espectacular superproducción china dirigida por el prestigioso Zhang Yimou, un cineasta que, a lo largo de su carrera, ha ganado ya un premio en el festival de cine de Cannes, un premio en el festival de cine de Berlín, dos premios Bafta, y tres premios en el festival de cine de Venecia. La película, rodada con un presupuesto de 44 millones de dólares, comparte características con otras tres propuesta del aclamando director: “Hero”, “La casa de las dagas voladores” y “La maldición de la flor dorada”. Las que hasta ahora conformaban su trilogía wuxia comparten con “Sombra” el reclamo o el atractivo de las artes marciales, aunque no son películas de artes marciales sino que son películas con artes marciales. No es lo único en común que caracterizan estas películas, también la relación confusa existente entre la verdad y la mentira. En “Hero” el protagonista y el emperador se debaten en un duelo de relatos verdaderos y falsos, o con partes de verdad y partes de mentira. En "La casa de la dagas voladoras” los protagonistas forman un triángulo amoroso donde las apariencias resultan engañosas y la verdad termina siendo destructiva. En “La maldición de la flor dorada” los secretos que esconden los miembros de la familia imperial terminan saliendo a la luz en un clímax shekaspeariano, y la fachada de portentosa belleza dorada se desmorona en una sangrienta orgía de decadencia dinástica. 
CRÍTICA SOMBRA (2018), POR ALBERT GRAELLS
Del mismo modo, en “Sombra” los personajes crean precisamente sombras, no en el sentido literal sino metafórico, construyen mentiras para hacerlas pasar por verdades. La dualidad entre la verdad y la mentira se vislumbra tanto en el contraste entre el negro y el blanco como en el taijitu del yin y el yang. Pero, mientras que la tres primeras películas wuxia de Yimou eran lumínica y cromáticamente muy llamativas y extensas, ésta película es bastante opuesta en ese aspecto, resulta monocromática y oscura, prevaleciendo destacablemente los grises, incluso en el vestuario y los decorados. La paleta de grises y de degradados del blanco y el negro no sólo predominan en los escenarios artificiales, como el palacio real o el pueblo de Jingzhou, sino también en los escenarios naturales, como los ríos, las montañas, los bosques o el cielo perpetuamente lluvioso. El 95% de todo lo que se ve en la película es gris o degradado del blanco y el negro, el otro 5% lo ocupa mayormente el rojo de la sangre derramada. Dicha decisión artística del director se percibe como una extrapolación escénica y cromática de los tiempos convulsos y confusos de la China de aquella época, el aspecto exterior del mundo en el que viven los personajes es una consecuencia del aspecto interior de sus vidas. Los protagonistas convierten su mundo en un lugar sombrío y decadente, hacen de su entorno una sombra de sus acciones y decisiones, la tristeza y la podredumbre con la que se percibe el espacio escénico es una exteriorización de las mentiras y los engaños que los personajes construyen para sus intereses y tratan de ocultar en el interior de la blanquecina fachada que dibujan alrededor. 
CRÍTICA SOMBRA (2018), POR ALBERT GRAELLS
Dejando de lado su belleza cromática y la poesía de su narrativa visual, la más reciente película de Yimou hace gala también de las señas identitarias del género al que se encuadra, el wuxia: combates espectaculares rodados con dinamismo, enfrentamientos en el que los luchadores dominan destacablemente las artes marciales y el secreto que hace posible desafiar el tiempo y la gravedad y casi todas las leyes lógicas y físicas que limitan los movimientos del cuerpo humano, coreografías de combate tan fantasiosas e imposibles como impresionantes y espectaculares. Las secuencias de pelea marcial en “Sombra” no son tan excesivas ni tan desmesuradas como en “Hero” o “La casa de las dagas voladoras”, por el contrario, se acercan más a la relativa moderación y contención (comparando con las dos cintas mencionadas) de “La maldición de la flor dorada”, película con la que “Sombra” comparte un desarrollo shekaspeariano de la historia y un contexto de familia imperial sin sentido del humor y propensa a las rencillas. 
Las luchas y peleas en “Sombra” destacan por la belleza y el esteticismo de sus coreografías, elegantes y precisas, como si fueran un ballet que mezcla y funde danza y artes marciales. Los cuerpos de los combatientes se entrelazan en saltos y giros aparentemente imposibles, moviéndose con una sincronía apabullante. Dicho espectáculo acrobático nos hace regresar la versión más lírica, violenta y desenfadada de Yimou después del leve desaprovechamiento artístico y temático que supuso “La gran muralla”. 
CRÍTICA SOMBRA (2018), POR ALBERT GRAELLS
El sentido temático de “Sombra” vislumbra la buena salud artística e intelectual que ha hecho de Yimou un disidente consentido, pues en su filmografía destaca un compromiso filosófico incómodo para el régimen chino pero aun así relativamente tolerable para éste. Dentro del film no sólo hay espacio para la lucha de poder entre reinos y entre políticos, igualmente cabe la lucha por el control de la propia vida, no sólo del protagonista, también de los dos personajes femeninos más importantes, la hermana del rey Lian y la mujer del comandante Yu, que ven a los hombres tomar el liderazgo manteniendolas a ellas en un segundo plano y relegándolas a meras observadoras de su propias vidas. Por el contrario, Yimou corrige en parte esa injusticia y les otorga a la hermana y a la mujer una presencia fundamental en el conjunto del relato y un dominio de su propia existencia en el último tercio. 
“Sombra” termina siendo una excelente propuesta magistralmente rodada y con una portentosa belleza visual, donde cada plano puede percibirse como una obra de arte, y cuyo trabajo lumínico y cromático hace de ésta película la producción mejor fotografiada del año pasado. 
Lo mejor: La sensación de que Yimou sigue artística e intelectualmente en buena forma. 
Lo peor: Que la película no la protagonice Takeshi Kaneshiro.
Mi caalificación es:CRÍTICA SOMBRA (2018), POR ALBERT GRAELLS

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