[Crítica] The Purge: la noche de las bestias: homo homini lupus est

[Crítica] The Purge: la noche de las bestias: homo homini lupus est

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Patricia Esteban 12 julio, 2013 0

Si durante una noche al año pudieras cometer cualquier crimen sin temer las consecuencias, ¿qué harías? ‘The Purge’ acompaña a una familia en esa noche donde se ponen a prueba sus convicciones morales; ¿Deben proteger a sus seres queridos a toda costa o rebelarse contra esas nuevas leyes que les acercan a la animalidad?

En esta distopía que sucede en el año 2022 el crimen es legal en Estados Unidos durante 12 horas al año porque el nuevo partido entiende que la catarsis violenta colectiva hará de éste un mundo mejor a costa de la muerte de algunos, sobre todo de los que no tienen trabajo ni hogar, los elementos “sobrantes” de la sociedad.

Con esta premisa el director y guionista James DeMonaco (Staten Island, 2009) nos presenta esta historia mezcla de thriller, ciencia ficción y terror donde Ethan Hawke (Antes del anochecer, 2013) es un empresario dedicado a la venta de sistemas de seguridad que pretende pasar una tranquila noche de purga resguardándose en su protegida casa (“Cosas como esta se supone que no pasan en este vecindario”) con su esposa, interpretada por Lena Headey (300, Juego de tronos), y sus dos hijos.

La familia no quiere colaborar activamente en la purga aunque esté de acuerdo con su “beneficio social”, pero el hijo, Charlie, deja entrar en casa a un vagabundo perseguido por una banda de “purgadores”. Éstos quieren que entreguen al hombre o morirán con él por lo que se les plantea a los protagonistas la disyuntiva de lo que es moralmente correcto, ¿sacrificar a un extraño o protegerle porque su vida vale tanto como las suyas?

En el inicio vemos una secuencia que puede resultar sugerente donde la hija adolescente y su novio, cuya relación no es aprobada por el padre, deciden dejar de decirse que se quieren y, en su lugar, emitir gruñidos. Esa animalidad que asumen, abandonando el lenguaje, lleva al novio de la hija a preferir aprovechar la noche de la purga para “arreglar” sus diferencias con el padre de la chica de una manera poco civilizada.

Y es verdad que la película tiene un atractivo inicio, incluyendo esas imágenes de cámaras de seguridad que muestran bárbaros actos de violencia entre ciudadanos acompañadas de alegres sonatas musicales que, con ese brusco contraste, introducen al espectador en la premisa del filme; ¿realmente ciertos actos de violencia en situaciones reguladas y sin consecuencias pueden conllevar ventajas como la reducción del paro e incluso de la violencia? ¿O pueden comportar otros problemas debido a la impunidad de la acción?

Además, es inevitable acordarse durante el filme de películas donde desconocidos violan el espacio familiar, ya sea la Funny Games de Michael Haneke o La naranja mecánica, de Stanley Kubrick. Pero solo es eso, un recuerdo, porque el abuso de clichés provenientes del terror como son las caretas grotescas, los cánticos aniñados de los agresores o directamente el dibujo de personajes que resultan caricaturescos y sobreactuados hacen rozar la risa en algunas escenas y quedan a años luz de esas obras magnas del cine.

Al final se trata de un thriller que no funciona, por previsible e incluso aburrido, por tosco y sin la tensión necesaria. Y la moralina final tampoco añade nada original por lo que la supuesta buena idea inicial, la posible solución propuesta por el gobierno para erradicar la pobreza o el desempleo y la exploración de la violencia animal que todos llevamos dentro, de la que podrían salir buenas reflexiones además de buenos ratos de sustos y suspense, se queda en un bluf.

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