Revista Cine

Crítica: The Terror Live (2013) Dir. Kim Byeong-woo

Publicado el 07 junio 2014 por Proyectorf @Proyectorfant

Ficha Técnica de la película

Título original: Deu tae-ro ra-i-beu (The Terror Live)

Año: 2013

Duración: 97 min.

País: Corea del Sur

Director: Kim Byeong-woo

Género: Thriller / Acción

Hitchcock resucitó. O al menos estuvo al lado de Kim Byeong-woo en forma de espíritu mientras filmaba The Terror Live.

Hitchcock resucitó. O al menos estuvo al lado de Kim Byeong-woo en forma de espíritu mientras filmaba The Terror Live.

¿Hitchcock está realmente muerto? Al ver esta película lo ponemos en duda. De ritmo vertiginoso, con vueltas de tuerca que nos mantienen atados frente a la pantalla, este thriller es un as del género. Pagando tributo a la economía de recursos hitchcockiana, todo transcurre en un estudio de radio, en 97 minutos de tiempo real y con apenas unos diez personajes.

El guión no subestima al espectador y se involucra paso a paso con las pesadillas que preocupan a las democracias globales. ¿Es ético negociar con terroristas? (peor aún, ¿es posible?)  ¿Es tan aséptico y neutral el periodismo, como lo presentan las grandes cadenas de medios masivos? ¿Importan más las obras de la política o los puntos de imagen favorable de sus líderes? ¿Tiene algún poder el ciudadano de a pie? Es a través de esta última incógnita que gira la acción de The Terror Live. Y es también el punto de encuentro que nos hace pensar que daría lo mismo si ocurriera en Corea del Sur, en Suecia o en Brasil. O en Argentina, salvo que no sería verosímil un relato en el que logran concretarse todas las llamadas telefónicas a celulares.

Sorprende que al otro lado del mundo los gajes del juego democrático se parezcan tanto. La mirada del film sospecha que las instituciones que debieran canalizar los reclamos del hombre común sólo existen para neutralizarlo, volviéndolo invisible.

Más allá de lo interesante del guión, hay espacio para construir personajes con aristas y matices. Nadie es todo lo que dice ser, aunque tampoco todo lo miserable que pueda parecer. Si bien el protagonista no es un santo ni un héroe, tiene el espesor suficiente para mostrar los conflictos internos que lo atraviesan a lo largo de la película. Quizás no haga que el espectador lo quiera, le “caiga bien” o lo admire, pero en definitiva no lo deja indiferente.

Aunque después de todo esto parezca superfluo hablar de los efectos especiales, el hecho es que son sorprendentes, funcionales al guión, y -además de una buena factura técnica- tienen su cuota de originalidad. Bastante más que lo que Hollywood viene ofreciéndonos últimamente en cuanto a thrillers de acción. En resumen, para verla con pelotitas antiestrés bien a mano.

Por Pilar Martínez


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