Dirige Leigh Whannell, director más conocido por sus facetas de actor y guionista. Con James Wan firmaron las sagas "Saw" e "Insidious". Ahora dirige su segundo film, tras su debut en la no muy resultona "Insidious (capítulo 3)".
Tras ver cómo su mujer muere asesinada en un atraco intencionado que, a su vez, le deja tetrapléjico, Grey Trace (Logan Marshal-Green) tiene la posibilidad de recibir una cura experimental mediante el implante de un chip de alta tecnología basado en Inteligencia artificial. Mediante una compleja operación que le permitirá así volver a recuperar la movilidad, podrá adquirir habilidades fuera de lo normal y conseguir la tan ansiada venganza de las personas que han arruinado su vida.
Este inicio, que a priori puede resultar bastante típico, desata una carnicería a diestro y siniestro a medida que poco a poco se va desentrañando un guion algo más enrevesado de lo que en un principio aparenta ser. Y es que esta cinta donde combina varios géneros como la ciencia ficción, las artes marciales y un mundo un tanto post-apocalíptico nos lleva a caminos que nos hacen pensar en la moralidad del personaje y su actos más mecánicos que propios.
Una grata sorpresa que enamorará a los amantes de los tres géneros por igual, y nos hará pensar en lo integrada que tenemos la tecnología hoy en día en nuestras vidas, lo poco conscientes que somos y hacia dónde evoluciona todo esto.
Mi puntuación: 8/10
David Sanmartí
@ddsanmarti
Festival de Sitges 2018