Con la emoción y las sensaciones a flor de piel más de 72h después de salir de la sala de cine, sigo con la tensión en el cuerpo y las llagas entre los dedos. Y es que Whiplash será probablemente un fracaso en la taquilla española, pero también una revelación, una apuesta segura para los valientes que se animen a verla. La gran tapada se coló a última hora en la categoría reina de los Oscars, entre otras nominaciones.
El film nos cuenta la relación entre un estricto profesor, el sr. Fletcher, y un dedicado y ambicioso alumno, Andrew, quien lo dará literalmente todo para contar con el beneplácito del profesor y llegar a lo más alto. Andrew es un chico joven que asiste al conservatorio Shaffer, la institución más reconocida de Nueva York y que cuya vida normal que consistía en los pequeños placeres de ver películas con su padre y perder la vergüenza para pedir una cita a la chica que le gusta, dará un giro de 180º.
La película no cuenta con una historia particularmente original, pero el cómo consigue sorprender a propios y extraños. Como ya hiciera Warrior, otra película que pasó desapercibida en el territorio español, Whiplash busca la total inmersión del espectador de forma extrema. Apela a la persona que se esconde en la butaca y poco a poco te arrastra hasta un duelo, entre profesor y alumno, abrumador y de máxima tensión.
El film va a por ti de forma visceral, no escatima en sudor y sangre que poco a poco a medida que va avanzando se vuelve más constante y presente. Este brillante frenesí lo consigue gracias a un vibrante, vívido y excelente montaje que juega con unos planos detalle más propios del videoclip (como la constante sincronía con la banda sonora) con la mirada de los personajes con una cámara más fija y contenida.
El guión y la dirección de Damien Chazelle están construidos como una lucha constante entre dos personajes, el eterno conflicto entre el experimentado y el novato, el cascarrabias y el inseguro, el viejo y el joven. Este choque va redefiniendo y va dando matices a ambos personajes principales a medida que avanza el metraje, quien se guarda un antológico duelo final que cual western crepuscular desata una cascada de sensaciones para con el espectador.
Whiplash cuenta además con una explosiva e importantísima banda sonora con gran importancia de una furiosa batería bajo unos temas fantásticos de jazz, al formar parte de la propia historia y usar la mayoría de canciones como partituras presentes y con los temas introducidos de forma diegética en la historia.
Otro elemento en el que sobresale el film es en las actuaciones. El joven Miles Teller y el veterano J.K. Simmons protagonizan un enfrentamiento interpretativo electrizante. Simmons ha recibido todos los halagos posibles, hasta el punto que su Oscar a mejor actor secundario es una de las apuestas más seguras de la noche del próximo 22 de Febrero; mientras que Teller, aunque no ha recibido tantos elogios, consigue hacerle frente muy dignamente, y será una promesa a tener en cuenta.
Whiplash no solo logra una interesante reflexión sobre los límites de la ambición, o la moralidad y la ética a la hora de motivar y enseñar a una persona, sino que se transforma en una intensísima experiencia que el espectador no solo contempla sino que vive, siendo el primero en coger las baquetas y dejarse llevar por la batería.
NOTA