Revista Libros
Hoy voy a tirar una piedra contra mi propio tejado: los críticos —llámense periodistas culturales, llámense blogueros, llámense usuarios de cualquier red social— también nos equivocamos. Ni siquiera sería necesario decir ese «también». Nos equivocamos, punto. Sin embargo, no pagamos un peaje tan caro como el de los escritores, sí, esos a los que nosotros nos dedicamos a despellejar. Abundan los análisis extensos y detallados sobre libros, pero no existe una crítica de la crítica, porque a nadie le parece importante. Lo peor que puede recibir un crítico es un insulto zafio de alguien que no está de acuerdo con él. El resto del tiempo, los desacuerdos se solucionan con un amable pero carente de interés «todo es cuestión de gustos». Y no, no todo es cuestión de gustos. En ocasiones uno mete la mata, por interpretar una obra en una dirección inapropiada, por no entender un tema o, por qué no, por excederse con los elogios. Es una lástima que esas reseñas desafortunadas se acepten con pasividad, sin cuestionarse, cuando lo que piden a gritos es un debate encarnizado que haga espabilar al crítico igual que el crítico hace espabilar a los novelistas mediocres (bueno, al menos en teoría). Al fin y al cabo, la crítica forma parte de la cultura literaria. ¿Por qué ser menos exigente con ella?Siempre he defendido la importancia del espíritu crítico (para entender, para no dejarse engañar), pero este no debe emplearse solo en el comentario de una obra. Las críticas, sean del tipo que sean, se deben leer de forma crítica, valga la redundancia, y esto se traduce en atreverse a discrepar. Discrepar, eso es, y con argumentos; nada de pasar a otro tema con el cómodo «todo es cuestión de gustos». Con este fin de hacer una lectura crítica de la crítica, he decidido inaugurar una nueva sección: «Criticar al crítico». Cada entrada de la misma estará dedicada a discutir, de forma analítica y desmenuzada, una crítica o reseña literaria. En la sección tendrán cabida tanto críticas de revistas y prensa —a menudo pecan de utilizar elogios desmesurados y de repetir frases manidas que no aportan nada— como de blogs —basta ya de consentir que algunos le den dos estrellas a Jane Austen, ¡basta ya!—. No quiero, de ningún modo, atacar por atacar, sino comentar los textos de una forma que resulte constructiva para todos, que nos ayude a aprender. Por supuesto, todos estáis invitados a participar y discutir conmigo. Estrenaré la sección el próximo domingo 3 de enero y os adelanto cuál será mi primera víctima —una reseña realmente floja, ya lo veréis— aquí.