Volvemos de las vacaciones para toparnos con la cruda realidad. Por ello, dejamos aquí una película que también afronta una cruda realidad. Aunque sea bastante más oscura.
Cowboy de medianoche
Año: 1969
Director: John Schlesinger
Reparto: Dustin Hoffman, Jon Voight, Brenda Vaccaro
Duración: 113 minutos
Productor: Metro-Goldwyn Mayer
Profundidad sin exteriorizar
Debido a los tabús y a lo “políticamente correcto”, hasta bien entrados los años 90 había temas de los que no se podía hablar abiertamente sin entrar en conflicto con “lo que se puede decir”. Por ello, la sutileza y el decir sin decir han sido las técnicas para explicar grandes historias que se han convertido en clásicos.
Cowboy de medianoche es una de esas películas que muestran sin enseñar, y además estrella la realidad contra la pared de la apariencia. Y es que la cinta se dignará a mostrar, desde la perspectiva más interna, la cara más amarga de una gran ciudad.
Gigoló en la gran ciudad
Joe Buck es un humilde lavaplatos de Texas que decide dar un paso importante en su vida: ambicioso como él solo, decide trasladarse a al gran metrópolis, Nueva York, a buscarse la vida como gigoló. Por ello, se viste con una zamarra, unas botas y un sombrero vaquero y emprende el viaje a la gran ciudad.
Allí, sin embargo, descubrirá que el mundo no es tan fácil como creía. El negocio está muy difícil, pues las mujeres están ya cansadas de los cowboys catetos y sin tacto, pero él no cejará en su empeño.
Joe Buck (Jon Voight) recién llegado a la gran ciudad, con su inocente sonrisa.
Su estrafalaria vida le llevará a juntarse con Enrico Rizzo, un pícaro cojo y enfermo que intentará timarle, pero con el que finalmente se mudará a vivir a su destartalado piso en los barrios más bajos de la ciudad, debido al escaso éxito de su oficio. Mientras, seguirá con sus intentos de sobrevivir en la Gran Manzana a toda costa.
Diferencias que unen
Aunque ambos personajes parecen totalmente diferentes, en el fondo se complementan. Por un lado tenemos al joven que viene a buscar una vida mejor, inocente y con afán de superación. Del otro, tenemos a un autóctono que ha visto lo peor de su ciudad de residencia y que afronta la vida con esa realidad. Una realidad que, en un principio, Joe negará e intentará romper a toda costa, pero que poco a poco irá mermando su espíritu.
Mención especial merece la banda sonora, encabezada por el tema Everybody’s talkin’, famosa composición que probablemente muchos conozcáis. Y es que, como sabéis, en mi cabeza una película puede ganar puntos sólo por su banda sonora (y si ésta es buena, mejor). También merecen ovación popular las interpretaciones tanto de Jon Voight como de Dustin Hoffman en sus respectivos papeles.
A pesar del drama, la película deja un buen sabor de boca, pues nos deja el mensaje de que, con ganas, todo puede cambiar. Por ello, tenemos ante nosotros un clásico indispensable que nadie puede perderse.
¿Sabías que en su momento la película fue calificada X, y que fue la primera de esta calificación en ser nominada y ganar un Oscar?
James Ruthven