Tiene gracia (o no, pero para que vamos a amargarnos…), pero bien podría hacer una crítica conjunta de ambas obras, ya que las dos están caracterizadas por: su egocentrismo, megalomanía, vanidad y una autosuficiencia insufrible. Sobra decir que, como casi siempre suele pasar, ninguna de ellas cuenta con mérito alguno como para darse semejantes aires.
Aunque tienen fácil el creérselo, no en vano, han resucitado esa “hermosa tradición” de los clappers (personas que aplauden porque se les paga para ello), ya sea a través de amigos o parientes, o del propio personal del teatro… a dónde vamos a llegar, por Dios que desvergüenza… y yo pregunto, ¿cómo puede uno no sentirse patético con semejante forma de ovación?, para mí siempre será un misterio.
En fin, últimamente, el Fernán Gómez está que no remonta frente a sus hermanos municipales… y suele ser al revés.
A pesar de ello, la atención al público es muy buena.
Por otra parte, me alegro de volver a hacer críticas malas (y sí, lo digo con amarga ironía), estaba empezando a pensar que me había ablandado, perdido todo ojo crítico o que estaba follando demasiado bien… porque no me explicaba tantísima crítica positiva últimamente en el blog (y las que quedan por publicar, puesto que “Una mujer en la ventana”, que estuvo en la sala Margarita Xirgu del Español también recibirá muy buenas referencias).
-La Maricarmen (un balcón al aire): es increíble lo útil que puede llegar a resultar el programa de mano, no porque diga algo interesante (cosa que demasiadas pocas veces ocurre) sino porque te llevas más de una sorpresa.
Mientras veía esta obra, estaba absolutísimamente convencido de que había sido escrita, dirigida y protagonizada por la misma persona… menuda sorpresa al descubrir que la inutilidad y falta de talento se podía distribuir entre tanta gente como cargos, y aún sería capaz de alucinar, incluso más, al saber que, ¡atención!, se podía llegar mucho más lejos, inventándose cargos que, a juzgar por el resultado final, Dios sabrá que hicieron (¿¡coreógrafo!?, ¿¡música!?… etc), pero cobrar seguro que cobraron igual… madre mía, seguro que gracias a esto consiguieron inflar el presupuesto (así, no me extraña que todo sean ganancias). En realidad, tras leer con detalle la ficha artístico-técnica, lo único que te sorprende es que no se incluya también en nómina otros posibles empleos absurdos como: el adelantado mayor y menor de la sala Jardiel Poncela, el catador de los asientos de la sala o el revisor de la pintura de la pared… etc.
Por lo demás, la obra es absolutamente patética, de vergüenza ajena, es suficiente con decir que, mientras la veía, yo estaba convencido de que la autoría de todo correspondía a la actriz principal, que ni siquiera se había molestado en escribir un texto, sino sólo unas ideas o líneas temáticas, que iba soltando a su libre albedrío, sin orden ni concierto; de hecho, daba la impresión permanente de que se olvidaba del texto continuamente y que improvisaba lo primero que se le pasaba por la cabeza.
Desgraciadamente, no sólo hay que aguantar durante una hora (que parecen mil… haciendo un paralelismo vital: es como cuando te encuentras con esa vecina pesada que te retiene contándote con detalle su vida y la de los demás, mientras tú, víctima de la cortesía, no eres capaz de escapar) a una actriz pésima con un texto ridículo, que parece que no ha sido ni dirigida o que ha sido totalmente dejada de la mano de Dios (y de cualquier otro)… sino que encima “canta”, y lo digo por utilizar el término genérico con el que solemos denominar a aquellas personas que pretenden entonar con la voz… aunque desafinen como gatos a los que se está matando (obviamente, ese es el caso de Mamen Godoy).
Luego también aparece, a modo de comparsa, otro actor tan sobrante como innecesario, a todos los niveles, llamado Iván Luis que, por no ser menos, resulta tan odioso como su partenaire.
Al final, cuando acabas, llegas a la conclusión de que esta producción tiene las características de su personaje principal: resulta patética… y desgraciadamente, nada entrañable, que era lo que se pretendía. Qué vergüenza (o falta de ella) y qué espanto.
-Blanca desvelada: ¿para qué vas a hacer una crítica cuando ya te la dan hecha?, atención, que cito literalmente el programa de mano: “un trabajo interpretativo valiente que trasciende en arte dramático en estado puro para conmover a un espectador que entregará sus cinco sentidos a estos 75 minutos de sensaciones. Una dirección pulcra y medida, que no ha subestimado ningún detalle”; ¡señores!, si sólo algo de esto fuera verdad, ya no escribiría una línea más… pero no es ni parecido. Y a pesar de lo que dijera la protagonista, que si no nos ha gustado, que nos callemos… pues mira, yo siempre he pensado exactamente lo contrario, hay que aprender de las críticas, y, no nos engañemos, no existe la mala publicidad.
¿Conocéis personas que hayan estudiado arte dramático?, ¿habéis aguantado alguna vez sus muestras, llenas de sus comeduras de tarro que no interesan a nadie, pero con pretendida vanidosa profundidad, y en las que se creen muy artistas pero no pasan de “artistos”?; pues he ahí lo que nos encontramos en este caso, pero, por encima, pagando. Y por ahí sí que no paso.
También en esta producción te encuentras con unos cargos que, a juzgar por el resultado final, no te explicas que han hecho a parte de extender la mano para cobrar… ejemplo: si para decidir que hay que subir y bajar de intensidad, un par de veces, unas luces blancas, y poner música al principio y al final, se necesita a dos personas (acreditadas como “iluminación y sonido”)… apaga y vámonos, nunca mejor dicho.
En fin, ¿que se puede decir de esta producción?, pues para empezar que Alejandra Jiménez Cascón se embarcó en un proyecto absolutamente megalómano, y por supuesto, se hunde totalmente porque, simplemente, carece totalmente del talento y las tablas para ello. No digo que la chica no pueda valer para algunas cosas, pero quién mucho abarca poco aprieta… y a ella no fue capaz de retener nada.
Su texto es muy malo, ya no hablemos del estilo, que es infame, muestra perfecta de que no sabe escribir… pero el argumento, ¡madre de Dios, lo que no es un tópico es surrealista!, ¿no me creéis?, bueno, es suficiente con decir que una de las líneas argumentales es… ¡reencarnaciones en la guerra civil española!; sí, lo sé, yo aún me estoy riendo (por no llorar).
¿La dirección de Montse Bonet?, no creo que hubiera tal cosa, esta chica se dedicó a mirar, y a decirle a Jiménez que era fantástica y que no había otra como ella… lo cual fue muy inteligente por su parte, porque así no tuvo que hacer nada, y cobró igual; nunca hubo trabajo más fácil.
Respecto a la nueva y pretendida gran estrella, actriz principal y única (¿cómo fui tan estúpido?, ¿como no me espantó ese lema de: “1 actriz, 2 vidas entrelazadas, 12 personajes y 75 minutos de teatro en estado puro”?, ¿estaba borracho cuando tomé la decisión de ir?), imposible aspirante a artista polivalente; hace lo que puede intentando recrear personajes diferentes continuamente, se lo pasa pipa cambiando de uno a otro, creyendo que sólo ella podía lograr tan magnífica hazaña, viendo como su deslumbrante talento brilla en toda su intensidad… una pena que los espectadores seamos incapaces de estar en su cabeza y ver las maravillas que ella cree que hace; puesto que, desde el patio de butacas, estás permanentemente liado, intentando discernir entre un personaje y otro, cosa que a veces se te pone algo más fácil cuando hace una tópica imitación, mejor o peor, de cualquier acento nacional o extranjero (de España, yo creo que salen todos, debería de mandarle un vídeo de la función a Emilio Martínez-Lázaro, a ver si la contrata para la tercera parte de la saga de los apellidos)… y en general, intentando enterarte de algo, hasta que te cansas y empiezas a preguntarte como has acabado allí.
Y no digo yo que Jiménez no pueda tener talento como actriz, algo de ello se distingue, pero le hacen falta muchísimas tablas, experiencia, hacer personajes secundarios, entrenarse, y sobre todo y ante todo, tiene una gran necesidad de autoconocimiento y descubrir sus propias limitaciones; y su gran desgracia es que, evidentemente, no tiene a nadie alrededor que la pueda ayudar en ello (porque sino, jamás hubiesen permitido que esta obra viese la luz).
En definitiva, “Blanca desvelada” es una producción megalómana, egocéntrica, ególatra, narcisista… defectos que, por otra parte, suelen ser muy habituales en los jóvenes (con mayor o menor intensidad), que se quieren comer el mundo, pero que no les llega la boca para comerse siquiera la finca que tienen delante de la puerta de su casa. La obra se ve, así pues, como un producto amateur que bien podría ser presentada en cualquier muestra de teatro, dónde sería olvidada con aún más rapidez de lo que duró su representación.