¡Ofertón en el Centro cultural de la villa!, si vas a cualquiera de las obras, o a la exposición del Titanic, y conservas las entradas, tienes un 50% de descuento en la segunda entrada. Teniendo en cuenta que los precios de las obras ya no son de por sí, en absoluto desmedidos, ¡puede llegar a resultar una ganga!. Y la verdad es que me parece muy pero que muy bien que se haga esto, yo siempre he sido partidario y he defendido una cultura accesible a todo el mundo; y aunque, soy perfectamente consciente de que esta también es cara, y de alguna manera se tiene que mantener, considero que siempre se deben de hacer descuentos y gratuidades a los sectores más desfavorecidos, y que quien pueda permitírselo, que pague. En cualquier caso, me alegra que el Centro cultural de la villa haga estas promociones que, indudablemente, ayudarán a aumentar el público… aunque deberían estar más publicitadas.
En cualquier caso, como de costumbre, es un placer acudir a este “escondido” teatro (por lo subterraneo que está) del que no dejo de alabar la atención al público; y a todo esto, cuando salgáis o entréis a las salas, no dudéis en echarle una ojeada a las esculturas mitológicas que hay allí puestas, ¿quizás referencia al origen griego del teatro?, para mí son un misterio, ni siquiera sé exactamente de donde han salido….
Pero unos defectos voy a decir de este teatro Fernán Gómez, y es que no entiendo porque sus obras están tan poco tiempo en cartel (a veces prácticamente sólo un fin de semana); y es una pena, porque encima no hay ninguna programación oficial anual publicada (pera ninguno de los municipales la tiene, al menos en versión impresa), lo que obliga a estar pendiente, no vaya a ser que pierdas algo que merezca la pena… y es una lástima, porque si la hubiera, podrías planificarte con antelación e ir decidiendo los espectáculos que te interesan.
Aunque ya se sabe, esto en el fondo es como el cine, si vas lo suficiente, ves continuamente trailers que te adelantan las películas que te podrían interesar; y en este caso, el lugar siempre está surtido de folletos de todos los teatros del ayuntamiento para que puedas ir decidiendo cuando será tu próxima visita.
Aún así, considero que sería muy necesario publicar una programación anual; beneficiaría mucho al público.
También hecho de menos un servicio de guardarropa en los teatros municipales; que qué no lo haya en el Matadero, con su formato así, más tipo sala que de gran teatro, es algo más admisible… ¡pero en el Español!, resulta raro e incómodo (nunca es agradable tener que ponerse el abrigo encima de las rodillas o ingeniarse a ver donde lo dejas). Y no puede ser porque no haya lugares para ello, puesto que se ven sitios que bien pudieron ser arquitectónicamente diseñados para ello (en el propio Fernán Gómez); la verdad es que estaría muy bien que se dedicase personal para esta función (o se contratase).
Lo ya dicho, ¡cómo me gustan también las originales butacas en la Sala Guirau!.
De esta producción me han disgustado mucho los programas de mano, ¡son un absoluto desastre!, un párrafo entero de argumento y poca más información. Y por si fuera poco, la información técnica no aparece por ninguna parte, algo que me apenó muchísimo pues me hubiera gustado mucho destacar los nombres de los responsables de la iluminación y efectos especiales que en esta obra hacen un trabajo realmente maestro, ¡un inmenso bravo para estos anónimos aunque brillantes trabajadores!.
-Un espíritu burlón: seguro que los nostálgicos ya os habréis dejado seducir por su publicidad (un trabajo magnífico de cartelería, hay que reconocerlo), que da exactamente lo que promete: un clásico con aire intemporal; no hay engaño, no hay trampa ni cartón.
La obra original de Noel Coward a pesar de ser muy representada, no creo que se pueda considerar una obra maestra puesto que el tema ya se había tratado abundantemente cuando fue escrita y su perspectiva no es extremadamente original, ni siquiera sus gags (y el tema funciona aún hoy en día, tenemos un reciente caso español de teatro y cine)… lo que no significa que no sea terriblemente divertida. Así pues, el texto original, está plagado de humor (especialmente negro, todo muy británico), y aunque no sea totalmente redondo, tampoco es imprescindible para una comedia de este tipo, donde, a veces, la frivolidad y la falta de profundidad se agradecen. En definitiva “Un espíritu burlón” de Coward no pretende ser otra cosa que una divertida comedia, en la que no falten las risas, y desde luego, lo consigue.
Pero eso no es mérito de esta producción del Fernán Gómez, de la que, aunque no se pueden dejar de decir halagos, al igual que de la obra, tampoco se puede hablar ni de maestría, ni de obra de arte absoluta; al igual que la obra de Coward, nos encontramos más con artesanía que con arte.
A la dirección de César Oliva le falta dinamismo y ritmo a la hora de llevar la comedia, y una mejor dirección de actores (que solían ir muy poco picados, algo que mata totalmente la comedia); aunque hay que reconocer que no le falta cierta sensibilidad, pues sin duda alguna, lo más destacable de esta producción es la estética, que está cuidadísima en absolutamente todo: unos decorados encantadores, un vestuario precioso, una esmerada peluquería, una iluminación muy imaginativa, unos efectos especiales (¡sí, efectos especiales, tal y como lo oís, en el teatro!) realmente deslumbrantes, muy bien hechos e inesperados (¡nuevamente mis felicitaciones a esos grandísimos profesionales que son los técnicos de los teatros municipales!, ¡cada cosa en su momento de forma milimétrica y perfecta!)… en definitiva, asistir a esta representación es un goce estético en sí mismo, puesto que lo que se nos presenta a los ojos es sumamente bello, interesante, y realmente bien hecho. Sin embargo, Oliva parece estar lastrado por cierto academicismo, que si bien disimula los fallos, no es capaz jamás de crear una obra maestra, pues no deja de resultar un ejercicio caligráfico.
En lo que respecta a los actores, no hacen nada del otro mundo, unas interpretaciones por lo general sobreactuadas, pero aceptables para este tipo de comedia, nada verosímiles ni creíbles, pero que en este tipo de obra no están fuera de lugar (destacar de forma especialmente negativa a Berta Ojea, mala actriz donde las haya, y aún peor en el teatro –como ya habíamos comprobado anteriormente-, pues su voz no tiene modulación alguna); concluyendo, las actuaciones son un puro cliché, pero en este caso no resulta difícil aceptar ese juego y se lleva bien.
En definitiva, no nos encontramos ante una obra artística sino de artesanía, lo que no significa que no valga la pena; no es una obra maestra, no es un imprescindible, pero es muy divertida, te ríes muchísimo, y en general, se puede decir que está muy bien hecha, con cuidado, amor, y además es muy agradable de contemplar; francamente, dudo mucho que nadie se arrepienta de verla de decidirse a hacerlo; no te cambiará la vida, ¿pero es imprescindible que eso pase siempre?. Termino pues, haciendo una analogía pictórica: tener un Picasso puede ser maravilloso, pero poseer una preciosa cajita, hecha a mano, lacada de Palekh no lo es menos.
Sorprende la inmensa escasez de público en este espectáculo (apenas una fila de butacas fue rellenada), y más cuando en Madrid, es cuestión de que haya zarzuela de por medio, para que acuda la gente en masa.
Yo como fan de este género que soy, tenía muchas ganas de verla… una pena que resultara tan sumamente decepcionante.
Como curiosidad, comentar que en mi función debieron estar los creadores, porque no pararon de aplaudir y gritar “bravo” (además de que los intérpretes los señalaron), mientras la gente hacía amago de recoger sus cosas para marcharse… un disimulo cuanto menos ridículo ante tan evidente fracaso.
-Gracias al sol: normalmente, suelo hablar de la idea original de la que parten los textos, puesto que en ocasiones, esta puede ser muy buena, pero no haberse desarrollado bien, pero lamentablemente, en este caso, soy incapaz de hablar de tal cosa pues no creo ni siquiera que haya una idea de partida.
El texto o dramaturgia de Pilar Mateos no es malo, es pésimo, espantoso, horroroso, de auténtica vergüenza ajena; por todo tipo de razones: es incapaz de crear un argumento coherente; utiliza recursos tópicos y manidos a más no poder; sus personajes son vulgares estereotipos; y el lenguaje utilizado es pedante. Y en medio de todo esta historia que pretende crear, y que no tiene ningún interés, que se arrastra intentando fingir que es un argumento teatral, se incrustan, embuten, acoplan, cuelan… de la manera más vulgar una serie de composiciones de música española (generalmente zarzuela); ¿tiene que ver lo uno con lo otro?, ¡por supuesto que no!, ¿es un completo desastre?, ¡claro que sí!. Todo ello ya sin mencionar el final absurdo y estúpido a más no poder (si es que se puede decir que hay un final).
En definitiva, el material de partida es tan desmedidamente paupérrimo, tan terroríficamente lamentable, tan insalvable… que difícilmente puede salir adelante semejante producción (que no me explico como alguien tuvo el valor de llevar a escena, porque es imposible leer esto y pensar que puede funcionar), y por supuesto, no lo hace.
En realidad, si ya el texto era muy malo, el resto del conjunto (con dos únicas excepciones que luego citaré) terminan de hundirlo aún más en el fango de la mediocridad del que ya nunca se levantó; me refiero por supuesto a la dirección de Ramón criado, incapaz de un sólo acto de originalidad, que no consigue ni siquiera jugar con lo poco que le aporta el texto a ese nivel (un ejemplo: tanto que se habla del sol, y la utilización de la iluminación es completamente patética y garrafal), y por supuesto, no consigue darle dinamismo a una obra que, ya de por sí carente de verosimilitud y repugnantemente afectada, se vuelve aún más falsa y artificial; y por supuesto, opta por la simplicidad en la puesta en escena, el típico recurso de aquellos que no poseen ni la creatividad ni el talento para lograr otra cosa.
Y por supuesto, esa duplicación del reparto, y formalísima e implacable división entre actores y cantantes, no funciona en absoluto. En realidad, es otra de esas cosas ininteligibles, en esta producción, como lo es también que el reparto artístico va variando continuamente de función en función (hasta los que no son cantantes) sin ningún sentido… empiezo a pensar que hay alguna triquiñuela económica de por medio que se debería investigar seriamente.
Pero ya centrándonos en el reparto artístico en sí mismo, no encontramos absolutamente nada destacable: entre los actores sobreactuaciones a cada cual peor y más desfasada, carentes de verosimilitud, nada creíbles, estereotipadas y profundamente vulgares. Tampoco ninguno de los cantantes tiene una voz especialmente excepcional o deslumbradora (y encima se desgañitan como si estuvieran en el Teatro de la Zarzuela, teniendo que llenar un espacio de varios pisos, en vez de en una reducida sala con las butacas justo al lado… que hay que tener una medida y ser conscientes de donde se trabaja; aunque claro, eso también es culpa de la pésima dirección).
Eso sí, hay dos excepciones a la regla anteriormente dicha y son: Nicolás Gutiérrez, que interpreta el papel de Nino de una forma totalmente brillante, con una naturalidad absoluta y perfecta; y no se lo ponen fácil, pues como ya digo, algunas de las frases que tiene que decir son tan absolutamente repipis, que sólo su talento consigue sostener un personaje que de otro modo hubiera perdido toda credibilidad sin remedio, todo ello, sin mencionar las zancadillas que también le pone la dirección; se trata por tanto de una actuación absolutamente fantástica. Y la otra excepción es el barítono Federico Gallar, que es capaz de deslumbrar y emocionar con su bella, educada y portentosa voz; un gustazo oírle cada vez que apareció en escena.
En definitiva, es un producto, en general, realmente malo, que ya no se sostenía en el papel escrito, para cuanto más hacerlo en la escena. El resultado final es, como era de prever; patético, ridículo, pomposo, y sobre todo, profundamente cursi (además de aburrido).