Revista Cine

Críticas: "La Cabaña del Bosque" (Drew Goddard, 2011)

Publicado el 07 septiembre 2012 por Alvaro83 @enestadocritico

Título Original: The Cabin in the Woods
Año: 2011. Duración: 100 minutos.
Nacionalidad: Estados Unidos.
Productora: Metro Goldwyn Mayer.
Director: Drew Goddard.
Guión: Drew Goddard y Joss Whedon.
Fotografía: Peter Deming. Música: David Julyan.
Intérpretes: Kristen Connolly, Chris Hemsworth, Frank Kranz, Richard Jenkins, Bradley Whitford, Anna Hutchison, Jesse Williams, Amy Acker, Brian White, Jodelle Ferland.


Pervirtiendo las reglas.
Termómetro Crítico:★★★☆☆
"La Cabaña en el Bosque" es ese tipo de película de género que aparece en nuestras pantallas muy de vez en cuando. La propuesta es original y refrescante y hará las delicias de los aficionados al género. Por lo cual, queda implícito que no es una película para todos los públicos. Del mismo modo, tampoco es la obra maestra definitiva a la que muchos se agarran ni tampoco -ni mucho menos- otra basura más de terror adolescente que intenta tapar con su pretenciosa propuesta todas sus carencias.
Resulta que la cinta andaba muerta de risa por algún cajón hasta que se decidió limpiarle el polvo cuando Joss Whedon, uno de los autores del guión y productor, dio el pelotazo con "Los Vengadores" (The Avengers, 2012). Cosas de Hollywood.
Bajo la dirección de Drew Goddard, quien también firma el guión, los dos colegas se divierten dando forma a este entretenimiento que en su conjunto es un homenaje al género del horror. A su fondo, a sus formas y a sus reglas.
 
Del mismo modo que Wes Craven y Kevin Williamson en su necesaria "Scream" (1996), realizada con más gracia y más solera, la cinta de Whedon y Goddard va de pervertir las reglas del género. De una forma bastante peculiar, por cierto. Por eso, no debe extrañarnos que durante la hora y media de metraje, "La Cabaña del Bosque" sea un interesante -y fallido en su ejecución- viaje por las más variadas vertientes del género del terror. Del slasher ochentero al fantástico con aroma a Lovecraft. Desde el mismo comienzo, Whedon y Goddard se pasan al homenaje y las referencias con el único objetivo de hacer pasar un buen rato a su audiencia y, al mismo tiempo, decirles que saben un huevo de todo lo que concierne al terror. Así, el espectador que haya degustado los grandes clásicos del género no tardará en reconocer los ecos de "Posesión Infernal" (Evil Dead, Sam Raimi, 1981), "Viernes 13" (Friday the 13th, Sean S. Cunningham, 1980), "Hellraiser" (Clive Barker, 1987) o, incluso, "Cube" (Vincenzo Natali, 1997). Cada momento del género -por ridículo que sea- está retratado en su película de un modo original, en una nueva vuelta de tuerca a lo que poner en solfa las intocables y sagradas reglas del terror se refiere.

Así, la película comienza con un grupo de adolescentes estereotipado hasta la saciedad que se van de fin de semana a una cabaña en el bosque. Nada nuevo bajo el sol. El deportista Holden (Jesse Williams), el malote Curt (Chris Hemsworth), el fumeta Marty (Frank Kranz), la guarrilla Jules (Anna Hutchinson) y la recatada y virginal Dana (Kristen Connolly), lo están pasando como nunca hasta que descubren un sótano lleno de objetos que están ahí sólo para despertar a terribles criaturas. Paralelamente, en una oficina comandada por Hadley y Sitterson (Bradley Withford y Richard Jenkins en dos geniales actuaciones), alguien mueve los hilos de lo que se convertirá en un espectáculo de sangre. 

Ahora bien, en toda la juguesca de guiños, referencias y homenajes, el tándem Whedon/Goddard olvida una de las reglas básicas e inherentes a toda gran película de terror que se precie. El clímax final. La vuelta de tuerca. El giro sorpresa que preludia el "the end" de la función. Y aquí básicamente no existe porque ya nos lo han chafado a las primeras de cambio. Si, es cierto que los 20 minutos finales son un espectáculo (aparición estelar incluída), pero no son suficientes.
Perdérsela no será un delito, pero para los amantes del género puede que sea casi necesario su visionado. Porque todo me hace sospechar que terminará por convertirse en película de culto. Al tiempo. 


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