El beneficio de la esperanza
La vida de Antonia es la vida de una mujer de los años ochenta, con un pasado ideológico de izquierdas, una familia propia del franquismo, una profesión liberal, un matrimonio que se deshace y un hijo, Gabi, con el que mantiene una singular relación, la que ha provocado la desaforada imaginación del niño. No hay nada extraordinario en el planteamiento de Elvira Lindo, y seguramente por ello el volumen tiene tanta calidad literaria, porque como ya ha hecho otras veces, focaliza su narración en lo humano, al tiempo que lo mezcla con sus propias vivencias.
Yendo un poco más allá, la novela ofrece también una magnífica panorámica de los primeros años de la España posfranquista, de aquel Madrid de la ‘movida’, las novedades artísticas e ideológicas, las modas nuevas y hasta el nacimiento de las televisiones privadas. Antonia desglosa su existencia desde ese presente, pero para justificarla, mejor dicho, para explicarla, recurre a su memoria y a la memoria de sus antepasados, la familia materna, pueblerina y menos progresista, el padre hecho a sí mismo, triunfador a base de trabajo y licenciado en la calle, como tantos españoles de los sesenta, los hermanos temerosos de no cumplir con las expectativas paternas, y los amigos juveniles, fieles algunos hasta volver a aparecer años después.
Dos acontecimientos inician la catarata de vivencias: el nacimiento de Gabi y la muerte de su abuela, los dos momentos más importantes en la vida de Antonia, a quien los demás han catalogado siempre como portadora de una gran alegría e imán para el dinero, pero también como una mujer imposibilitada para la felicidad conyugal. Hay quien podrá considerar la novela un tanto triste, es cierto que hay momentos teñidos de un demoledor pesimismo, pero el mérito de Antonia, o de Elvira Lindo, consiste en seguir adelante con su vida, concediéndole siempre a la línea siguiente el beneficio de la esperanza.
‘Lo que me queda por vivir’. Elvira Lindo.
Editorial: Seix Barral. Barcelona, 2010. 272 páginas.