Año: 2012. Duración: 130 minutos.
Nacionalidad: Estados Unidos.
Productora: Ixtlan / Onda Entertainment / Relativity Media.
Director: Oliver Stone.
Guión: Oliver Stone, Shane Salerno y Don Winslow sobre la novela de Don Winslow.
Fotografía: Daniel Mindel. Música: Adam Peters.
Intérpretes: Taylor Kitsch, John Travolta, Blake Lively, Salma Hayek, Benicio del Toro, Aaron Johnson, Emile Hirsch, Joel David Moore, Trevor Donovan, Mia Maestro.
Las caras del camarada Stone
Termómetro Crítico:★★★☆☆
No voy a negar que tengo mis más y mis menos con el cine de Oliver Stone, capaz de lo mejor (rozando la obra maestra) como de lo peor (el bodrio más infumable). Como personaje quizá haya sido el consumo de drogas primero y el síndrome de abstinencia después lo que lo ha convertido en un verdadero cansino, con momentos de reflexión y un devaneo político en sus cintas (y en sus apariciones públicas) que me harta. Se había perdido toda esperanza en el director después de la secuela de su notable "Wall Street" (1987), pero parece ser que a este tipo no hay que darlo por muerto.
En esta ocasión, Oliver Stone resucita como quizá él sólo podía hacerlo: mezclando perfectamente algunas carencias de su cine pero con toda la explosión, la fiereza y los excesos que han marcado algunas de sus cintas (tanto las más recordadas como las más repudiadas). El resultado es un entretenimiento puro y duro, muy bien rodado y mejor interpretado en el que el director mezcla sexo, acción y el delirio más sugerente.
Si, es cierto, Stone vuelve a hacer gala de una estética videoclipera (sin la pretenciosidad de "Asesinos Natos") que le viene a la cinta al pelo.
Desde el principio, Oliver Stone ya nos cuenta una historia rocambolesca (basada en la novela de Don Winslow) en la que una joven (O), encargada de contarnos la historia con una sensual voz en off y que no es otra que la guapa Blake Lively, nos mete en su mundo. Un paraíso que comparte con dos chavales, Chon (Taylor Kitsch) y Ben (Aaron Johnson), junto a los que conforma un triángulo amoroso y una placentera vida que se sustenta gracias a la droga. Pero claro, el mundo del tráfico de drogas no es tan bonito como lo pintan y la joven termina siendo secuestrada por un peligroso cartel mexicano que pedirá un suculento rescate.
La película se sostiene gracias a una estética moderneta que realmente le hace un favor, unos estallidos de violencia que van in crescendo, y un ritmo que no decae en ningún momento (aunque podamos debatir el final). Aunque, claro está, el delirio que nos propone Stone es un entretenimiento viable y efectivo en el que se agradece la implicación del elenco de artistas. Desde la correcta Lively a la grandeza (y diversión) que proponen los personajes interpretados por Benicio Del Toro y Salma Hayek.Un delirio excesivo para disfrutar que rescata al Stone más en forma y que hace honor a su título. Y encima está libre de cualquier carga ideológica y política. ¿Para qué quieren más?