Críticas: "Venganza: Conexión Estambul" (Olivier Megaton, 2012)

Título Original: Taken 2
Año: 2012. Duración: 90 minutos.
Nacionalidad: Francia.
Productora: Europa Corp.
Director: Olivier Megaton.
Guión: Luc Besson y Robert Mark Kamen.
Fotografía: Romain Lacourbas. Música: Nathaniel Méchaly.
Intérpretes: Liam Neeson, Maggie Grace, Luke Grimes, Famke Janssen, Rade Serbedzija, Leland Orser, Jon Gries. 

Innecesaria conexión
Termómetro Crítico:★☆☆☆☆

"Taken" (Pierre Morel, 2008), o "Venganza", como prefieran, tenía su aquel. Suponía una película de acción que ya nos sonaba de algo -innovar, lo que se dice innovar, como que no-, entretenía y la acción estaba bien lograda. Lo que viene siendo una película potente sin más pretensiones que las de engordar el cine de acción con un mínimo de seriedad y, más concretamente, engordar el cine de acción galo que se mata por imitar al americano.
"Venganza: Conexión Estambul", o "Taken 2", como prefieran, es justamente lo contrario. El guión no se merece ni que le prendan fuego, la cinta aburre hasta el sopor y las escenas de acción son pésimas, extrañamente rodadas por un tipo que se dedicada al género, aunque tenga un apellido estúpido. 
Olivier Megaton se ha convertido con el paso del tiempo en el hombre de confianza de Luc Besson -antaño notable director- y que, una vez más a través de su productora Europa Corp, ejerce de guionista -por llamarlo de alguna manera- y el tipo se le ve que tonto no es. Sabiendo del inesperado éxito que supuso la primera parte, Besson está decidido no ya en explotar la gallina de los huevos de oro nuevamente -a "Taxi" y "Transporter" me remito- sino en hacerla reventar en millones de pedazos.
"Taken 2", o "Venganza: Conexión Estambul", es una secuela que, además de mala, es innecesaria. Venganza, la venganza de la venganza y un replay de secuestros y liberaciones entre tipos duros pero a la vez imbéciles que no sirven más que para cansar a Liam Neeson (que no es precisamente un jovenzuelo) y para que nos entren ganas de aniquilar a Maggie Grace, que con una edad ya para sentar la cabeza, vuelve a coger un papel de niñata insufrible.
Ni siquiera la belleza de una ciudad como Estambul y sus posibilidades (al loro con la persecución por los tejados) salvan el nuevo engendro de la factoría Besson.