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Critiquita 359: Nippur, R. Wood y L. Olivera, ecc 2012

Publicado el 10 octubre 2012 por Lord_pengallan
 El mercado del cómic español, aunque hoy es más variado que antes (quizás que nunca), no tiene de todo. Tiene cómic europeo, estadounidense y japonés pero estas etiquetas en la realidad están superespecializadas. Lo europeo es casi todo costumbrista u onanista, lo estadounidense es mainstream o se dirige al comprador europeo y el japonés es eminentemente adolescente (y eso que cualquier otaku presume que en Japón lee Cómic todo el mundo; pues en España no lee todo el mundo pero no todos somos quinceañeros y eso no se nota en la oferta editorial). Así, hoy el cómic europeo pop o de género, Aventuras, Histórico, Fantasía, etc., un tipo de cómic que estaba muy presente a finales de siglo XX, prácticamente ha desaparecido del mercado español (otra ausencia clamorosa es el del cómic europeo juvenil). Presumiblemente es porque el lector ocasional, el que solo busca entretenimiento, ha desaparecido. Sólo queda el adolescente filonipón, el pijamero, el gafapasta y el fetichista (sólo compra si tiene tapas duras y papel grueso, no importa el contenido si el continente es bonito), clientes cautivos porque nunca salen de sus respectivos nichos. Los eclécticos, a la vista está, somos muy pocos. Pero de un tiempo a esta parte hay una tímida resurrección de la oferta de europeo de género, pero curiosamente no con material actual sino con añejo. Es menos arriesgado. Nippur es la última incorporación a esta "nueva ola" del europeo de género. Critiquita 359: Nippur, R. Wood y L. Olivera, ecc 2012
Nippur es cómic argentino pero está dentro de los canones de lo que se entiende por europeo. Está ambientado en la Edad de Bronce Occidental y en Sumeria, un tiempo y un lugar muy exóticos porque nunca cuentan en la ficción europea ya que en aquel período, salvo Grecia y al final, Europa estaba poblada por tribus primitivas. Pero no es un cómic histórico, tiene muchos anacronismos (por ejemplo aparecen los micénicos), aunque se cuida el aspecto histórico. Así, el tiempo de Nippur es un tiempo antiguo y real pero también imaginativo y fantasioso. Lo que se busca es dar verosimilitud y beneravilidad a las historias imaginadas por todo un clásico del cómic sudamericano, el guionista R. Wood, un tipo autodidacta especializado en ficción de aire histórico que está viviendo ahora en España su etapa de máximo esplendor con una producción que en el caso más reciente tiene 20 años (el principio de Nippur tiene ya 45 años). Algo extraño ya que obedece a los caprichos de los editores pues ningún cliente cautivo lo ha reclamado porque Wood es un guionista de género desconocido por el público joven. Nippur son historias cortas de extensión variable hiladas porque responden a las exigencias industriales del momento en que se crearon, la revista. Así, son historias simples, breves y directas que fían mucho al exotismo y a la violencia para gustar. Características que le permiten capear el tiempo mejor que obras más sesudas y sofisticadas coetáneas, pero que no le hacen que sea digna de reeditarse por entero. Nippur se publicó durante 30 años. Por tanto, lo deseable hubiera sido que el editor trabajase de tal y seleccionase, de esa ingente producción, lo mejor pues no es una novela río. No es necesario leer todo para seguir la historia. Los personajes van y vienen sin que se les recuerde y pocos acontecimientos dejan huella. En cambio, como siempre en este país, tenemos garrafón. No obstante, ya digo que Nippur no es malo. Es correcto. Lo único malo de eso (para la editorial fundamentalmente) es que no justifica la compra o su seguimiento. Los guiones de Nippur no están mal, el cómic es original, Wood captura bien la mentalidad guerrera antigua y su voluntad de entretener suma, pero no consiguen que las historias del exiliado Nippur, el típico héroe moderno: fuerte, duro, solitario, errante, melancólico, guapetón e inteligente (una variante de Ulises u Odiseo), encandilen por la simpleza de sus vivencias y porque el esquema de la serie, el héroe errante resuelve con violencia el problema de una comunidad a la que acaba de llegar porque su sentido del honor lo convierte en personal, está ya muy gastado. Así, hoy en día el verdadero valor de las primeras historias de Nippur de Lagash es el dibujo de L. Olivera. Es espartano y, por ello, atractivo. Es un dibujo rudo, seco, lacónico y con la inmediatez y la frescura del boceto. Un dibujo duro pero ligero que destaca por el predominio del blanco, cosa que emula bien la intensa luz mediterránea, lo inhóspito del pasaje mediterráneo y la sencillez del pasado lejano, y porque su dinamismo hace que la violencia sea bastante animada. Así, el severo Olivera del principio es mejor que el manierista Olivera del final. El resultado de todo eso es que el atractivo de este tomo de Nippur está un su dibujo tosco pero singular y expresivo. Así pues, estamos ante un cómic correcto, con un dibujo atractivo y razonablemente bien editado que tiene el valor de abrir la oferta editorial española pero es un poco justo. Nippur entretiene y su exotismo sigue funcionando, pero no invita a releerlo (única razón para comprar algo). Seguramente la serie mejore, es de los primeros trabajos de los autores, pero eso es el futuro. En el presente el tema es que a los guiones de este tomo les falta algo, son demasiado genéricos.

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