El Cine ha hecho que el Cómic dé dinero. En EE.UU. eso ha atraído a gente que ha creado editoriales. Como es difícil introducirse en el mercado estadounidense por el sistema cerrado de la tienda especializada, estas han a recuperado viejas glorias del cómic yanki como ariete. Así, se han vuelto a ver por allí Dreadstar, Starstruck y American Flagg! Por ello en España hemos podido volver a disfrutar de ellas precisamente gracias a editoriales que, incapaces de acceder al mainstream, publican material yanki comercial. Nos vamos a ocupar de la última, publicada en un tomaco incómodo de leer, por Norma a principios de este, ya moribundo, año. La gran crisis de los 70 convirtió a EE.UU. en un lugar efeverscente no dominado por grandes empresas y con un gusto por la Ciencia Ficción, en parte por aquello de que el presente era algo chungo y en parte por el petardazo de Stars Wars. Esto propició que en 1982 comenzase la década de Oro del cómic estadounidense que alcanzó su cenit en 1987 con Watchmen. A finales de 1983 (así que estamos hablando de una antigualla, casi 30 años) apareció American Flagg! Como los otros cómics mentados, de Ciencia Ficción, pero de mayor impacto y quizás mejor calidad. Dreadstar, al margen de sus preocupaciones filosóficas y humanísticas, es un Space Opera corriente y visualmente clásica y Starstruck es una obra delirante e inclasificable pero visualmente clásica, por ello quien lo petó fue el cómic de Chaykin. Es menos pesado y más vistoso que Dreadstar (por eso ha envejecido mucho mejor) y más comprensible y más dinámico que Starstruck (tan moderno que aún no hemos llegado a él).
American Flagg! es una serie regular que, como todas las autorales, fue perdiendo fuelle con el tiempo, pero su comienzo fue explosivo. Este inicio es lo que contiene el tomo de Norma, 14 nº (y un breve especial posterior) que forman una primera historia tripartita con epílogo. La parte del león es, menos el color, obra de Chaykin, uno de los autores de cómic modernos estadounidenses más importantes. Se sitúa en un futuro cercano en el que Occidente se ha hundido por una catástrofe atómica de modo que su elite se ha trasladado a Marte. Aunque Chaykin no trata de presentar un futuro plausible, American Flagg! no es escapista. Todo lo contrario, es regeneracionista. American Flagg! es una obra comprometida con su tiempo, trata de colaborar en la reconstrucción de un EE.UU. roto por su caída en el pozo de los 70 (Nam y las crisis económica y política). El futuro que presenta es la exageración casi hasta la caricatura de las ideas sombrías que había en aquella época sobre este porque la intención de Chaykin es criticar aquel decadente presente y, sobre todo, a la derecha estadounidense (que, como vemos en el Tea Party, sale a la luz cuando su país está en crisis) por su demente y sesgada idea de lo que es la esencia de EE.UU. La obra apunta a la política de Reagan, el presidente que pensaba que volviendo a los 50 los problemas de su país se arreglarían. Chaykin cuenta la historia de como Reuben Flagg, un ranger, acomete la regeneración moral de un EE.UU. hundido recurriendo al imaginario de aquella década (la de su infancia), unos tiempos más éticos por sencillos, para criticar la visión estrecha, la mercantilización de la sociedad y el gusto por las armas y la violencia de esta pero sin caer en la complaciencia, en la deformación o en la ciega añoranza (como Reagan) pues ante todo el autor es un tipo rebelde, irónico y transgresor. Sus obras siempre son adultas porque son difíciles y sexuales sin melindres (bondage y trasvestismo). Esto y el cuestionamiento de la idea de lo que es la esencia de EE.UU. de la minoría estadounidense de ultraderecha (hombres blancos, protestantes, machistas, racistas y armados), no puede ser de otra forma pues Chaykin es judío, es lo que diferencia a American Flagg! del discurso pueril, conservador y pronvinciano de Reagan que se encuentra muy bien explicado en la filmografía ochentera de Stallone (sobre todo en Rambo III y Rocky IV) y Norris (sobre todo en las sagas Desaparecido en combate y Delta Force e Invasión USA; no las vean en sus casas).
Pero no fue eso sino su aspecto lo que hizo que la obra de Chaykin causase gran impacto. Este autor es un dibujante (muy influenciado por G. Kane) torpe y tosco, pero, como Miller, es un genio narrativo de forma que sus grandes carencias son disimuladas por la potente historia, su desarrollo y por su narración en imágenes. De este modo en American Flagg! encontramos un aspecto visual muy potente y dinámico, tanto que no ha envejecido nada, y una forma de hacer las cosas que ha influido en todos los autores posteriores (incluso en J. Lee aunque no se note en nada). En sus páginas encontramos un uso perfecto e imaginativo de las onomotapeyas que preludia al hecho por Simonson en su celebrado Thor. También el uso de la tv como elemento narrativo que posteriormente consagrará Miller en su Batman: Dark Knight y la concepción de la página como un todo estético que usará con menos acierto y potencia Charest entre otros. La narrativa en un cómic, además de visual, es literaria y en ello también impactó Chaykin. Su prosa literaria, la integración y la complementariedad de textos e imágenes, la complejidad del argumento, el no explicar todo, la riqueza del mundo de ficción creado, la socarronería y la superación de la acción para llenar una grapa son elementos que encontramos en las obras de Moore y Morrison y también en las de brillantes artesanos como Giffen&DeMatteis. Su sitcom JLA/E tiene su origen en American Flagg! Una idea de lo seminal que es este cómic lo da su enorme influencia en el Batman, el DD y, sobre todo, la saga Martha Washington de Miller, un autor más capaz que Chaykin. El futuro distópico estadounidense, la crítica a Reagan y el diseño de la protagonista (claramente es Medea) de esta última obra están inspiradas por American Flagg!
Así pues, American Flagg! es una lectura para adultos muy interesante y divertida e indispensable para el aficionado al cómic estadounidense. Va de más a menos, pero el carisma de sus personajes, su frescura, su originalidad, su solidez, su valentía, su ambición, su tosca potencia visual y su dinamismo mantienen siempre la atención y nunca dejan de sorprender. No extraña por ello que no haya envejecido, estar situada en un futuro ficticio, el certero conocimiento de la humanidad de Chaykin y situar el conflicto entre la ética y el dinero lo han convertido en un clásico.