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Critiquita 396: Los 6 viajes de Lone Sloane, Druillet, EDT 2013

Publicado el 08 agosto 2013 por Lord_pengallan
Druillet es uno de los renovadores del cómic a la francesa. Le teníamos totalmente olvidado por aquí. Afortunadamente EDT, aprovechando la recuperación en Francia de las primeras obras de este autor, nos lo acerca para que aquellos que no sabíamos de él podamos conocer a uno de los autores europeos de cómic más importantes de finales del siglo XX.
Critiquita 396: Los 6 viajes de Lone Sloane, Druillet, EDT 2013
Los 6 viajes de Lone Sloane es impresionante y algo terrible. Lo percibimos primero, naturalmente, por el dibujo. Es tosco pero alucinante. Un delirio gráfico según Hergé. Atormentado y sádico (negros, filos, puntas, máscaras) diría yo (Druillet ha adaptado Salambó y se dispone a adaptar La Divina Comedia). Lo sintetiza perfectamente ese motivo repetido por todo el cómic consistente en un rostro prisionero en un círculo perfecto que grita ultrasónicamente. Lo más llamativo del cómic es que transgrede la tradición narrativa francobelga. Se acerca más a la tradición narrativa estadounidense. La razón está en que Druillet viene de la ilustración. Las pequeñas viñetas dispuestas en filas no le sirven, a la historia que quiere contar tampoco. Por ello en este cómic encontramos algo aún hoy impensable en un cómic a la francesa: splash pages, incluso dobles! Y no sólo eso ya que también Druillet esquiva continuamente la viñeta enmarcada. El francés busca que sus páginas sean un todo visual, algo que recuerda al Sahrazad de Toppi. Coetáneo. Lógico. Misma época, autores que proceden de la ilustración. Druillet necesitó pasar de la tradición porque su historia es transcedente y extraordinaria. Las pequeñas viñetas no podían ser el marco de una historia ambiciosa y gigantesca. El periplo de Lone Sloane necesitaba libertad y verticalidad. En suma, espacio para poder evocar un universo terrible y atormentado. Para lograr que sus ciclópeas y alucinantes arquitecturas y sus grotescas sin abusar de M. C. Escher arquitecturas y ultrahumanas criaturas lo fuesen de verdad. No perdiesen por el paso de su atribulada mente al frío y estático papel. También por esta razón la norma no es el orden de izquierda a derecha y de arriba a abajo. Druillet nos impide transitar por su historia siguiendo las normas de la realidad consensuada para que su mundo fantástico nos parezca verosímil. En el fondo la Fantasía es un estado mental, Druillet es uno de los pocos autores que se ha dado cuenta y por ello se aleja de lo burgués. Está muy lejos del rancio conservadurismo de Tolkien. Hay que alterar la mente no sólo sensorialmente sino intelectualmente. Así, combinando paisajes y seres extraños con una forma inusual de leer, es como Druillet potencia el misticismo y la psicodelia de la historia. No sólo participa de esto la narración inusual, las viñetas gigantescas, la escala enorme, la imaginería fantástica, también lo hace el dibujo tosco pues este también está alejado de la norma y la tradición racional. El estilo recuerda al de Starlin y al de Talbot, no extraña porque Warlock (1975) y Arkwrigth (1978) son personajes del mismo árbol que Lone Sloane. También hay concomitancias con el Cuarto Mundo de Kirby (1970). Es un estilo tosco pero recargado pues el excesivo detallismo es una forma de compensar la torpeza del trazo. El resultado es un dibujo desgarrado por su tosquedad y opresivo por su detallismo, no hay descanso para los ojos. Sin embargo también es un estilo fresco pues la tosquedad proviene de la inexperencia y la pasión. Así pues, el resultado, aunque está muy estudiado, es bastante inmediato. Las páginas están muy pensadas y trabajadas pero el resultado no es racional y académico. Este contraste es el principal atractivo de este estilo muy propio de los fanzines, publicación muy de moda en los 60 y 70 en donde todos estos autores empezaron. Completa el aspecto visual un color oscuro y serio donde predominan los marrones, los rojos, los morados y los grises, estamos en una historia terrible, pero donde también los naranjas, amarillos y verdes tienen su papel pues estamos en una historia psicoactiva.
Critiquita 396: Los 6 viajes de Lone Sloane, Druillet, EDT 2013
Así pues, el aspecto de Los 6 viajes de Lone Sloane es poderoso y alucinante. Sólo hay que ver la portada, ese plata inédito en nuestro país junto con esos colores chillones y muy contrastados que pelean a muerte porque unos son cálidos y otros fríos, que roza la tridimiensionalidad. Una idea que es transmitida sensorialmente, no racionalmente o verbalmente. No perdamos de vista esto último. Ya se han dado pistas en el anterior párrafo. Este cómic es una obra mística (violencia y corrupción ... ese es tu Universo). De un misticismo sesentero, basado en las drogas y un orientalismo pobremente entendido. Hay ecos estilísticos de textos místicos orientales así como del Evangelio de Lucas. Todo ello está ya en el estilo. La verticalidad, el horror vacui, la simetría, la terribilitá, lo grotesco, la construcción de lo fantástico a partir de la unión de cosas que en la realidad están separadas, los colores oscuros, el rechazo al realismo y la escala inhumana son elementos del arte sacro. Los colores estridentes, las multiplicaciones y las perspectivas alucinantes son elementos del misticismo. Esto es así porque la historia de Lone Sloane es una búsqueda sagrada, la de la Tierra robada por los dioses. Lone Sloane, en un universo a lo Lovecraft, busca volver al paraíso pero para saquearlo. Así, estos 6 viajes en cierta forma son una especie de Odisea, no en vano la Ciencia Ficción francesa está mucho más cerca de lo fantástico que la anglosajona. Por ello También hay algo de Moorcock en este cómic, lo percibí y lo confirmé al enterarme de que el primer cómic de Druillet fue una adaptación de Elric de Melniboné. Lone Sloane es más astuto que fuerte y guerrero. También es oscuro, rebelde, poderoso y fatídico. Sus 6 viajes, posteriores al Gran Espanto,  no son de ida y vuelta sino etapas, episodios autosuficientes de una búsqueda donde el héroe se marcha y vuelve transformado para llevar a sus tropas a un objetivo tan terrenal como transcendente. Un periplo larguísimo pero directo y trepidante que constantemente pone visualmente en evidencia la pequeñez humana y la contrasta oralmente con su desproporcionada ambición. Todo en este cómic es excesivo.
Critiquita 396: Los 6 viajes de Lone Sloane, Druillet, EDT 2013
Siendo así Los 6 viajes de Lone Sloane no sorprende que acongojase a los viejos y grandes maestros Goscinny y Hergé. Ellos jamás habían soñado que algo así era posible así que cuando lo vieron quedaron alucinados. Más que nosotros pues ellos no eran jóvenes y posmodernos. El primero quedó fascinado por como la pasión de Druillet explotó los relatos ilustrados (esta descripción de cómic revela en toda su magnitud el conservadurismo de quien la ha concebido) acabando con el estrecho marco de sus pequeñas viñetas y el segundo quedó "desorientado" al ver que lo que lo que él creía fantástico era bastante burgués y cartesiano, que había una distancia interesteral entre su obra y este cómic. No acertó al atribuirle onirismo, ya hemos visto que en realidad es misticismo. Por último informa de que conoce la existencia de fanáticos de Lone Sloane. Lógico pues es un texto sagrado.Critiquita 396: Los 6 viajes de Lone Sloane, Druillet, EDT 2013
En fin, Los 6 viajes de Lone Sloane de Druillet es el cómic más impresionante y potente que se ha publicado en España en mucho tiempo. Sobrecogedor, distinto y fascinante. Lástima que la redacción de la traducción falle más de lo permisible (hete aquí a aquel? Cubil para tus rapiñas?). Es lo que han buscado siempre Morrison y Moore y nunca han encontrado tanto por su impericia en el dibujo como el primero por su fe ciega en el caos y el segundo por su excesivo racionalismo. Esto es lo más elocuente que se puede decir de él pues fue publicado por primera vez en 1972. Estamos más de 40 años por delante de Lone Sloane pero aún no lo hemos alcanzado. Está claro que nos falta ambición temeraria para lanzarnos al asalto del Cielo y desafiar a los dioses. Nada de los humanos decidieron extender su poder por por todo el universo [...] el río de las estrellas debía ostentar el blasón del imperio de la humanidad, y esto por siempre jamás. Lo burgués y cartesiano es tan castrante.

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