Revista Cine
Critiquita 408: El Eternauta, H. G. Oesterheld y F. Solano López, Norma 2010
Publicado el 24 marzo 2014 por Lord_pengallanCuando uno lee la introducción de C. Trillo a El Eternauta es inevitable sospechar que las cacareadas bondades de ese clásico argentino del Cómic se deben al contexto en el que se ha publicado (1º el hecho de contar una historia habitual de Londres o NY en Buenos Aires, 2º la dictadura argentina y 3º el poder invisible y lejano pero poderoso del imperialismo capitalista poscorralito) y no a la calidad del relato dibujado en sí. La lectura lo confirma. La cosa no es para tanto. Es tan entretenido como rancio.
El Eternauta es una apuesta de Oesterheld, el más prestigioso de los guionistas argentinos de comics, ya que a finales de los 50 decidió contar una historia durante muchos meses sin tener una idea muy clara sobre ella. No vamos a decir que fue improvisando sobre la marcha, pero sí que empezó sin saber a donde iba y que planeaba de 50 en 50 páginas. El resultado es una historia entretenida pero, lógicamente, irregular que da 2 bandazos fuertes, el 1º al principio y el 2º al final, de suerte que se puede dividir en 3 partes. La 1º, el inicio, responde claramente a las intenciones iniciales del guionista, contar una historia de una familia de robinsones en el presente. Una historia postapocalíptica en un momento en que eso era algo raro. Pronto desechó esa idea porque vio que tal como la había planteado no había nada que rascar de modo que giró la historia para convertirla en un relato de género bélico, algo muy de moda en todo Occidente en aquella época (la otra parte de la Tierra tenía la guerra en la calle así que no necesitaba ficción sobre el tema). Así, si en la primera parte Oesterheld tenía en mente a Robinson Crusoe de Defoe, en la segunda parte, el nudo y casi 2/3 de la obra, es La guerra de los mundos de H. G. Wells. De este modo casi todo el cómic nos cuenta el enfrentamiento de lo que queda del ejército argentino de la época (con unos cascos "robados" al ejército alemán de Hitler) y unos voluntarios civiles con un despiadado invasor extraterrestre. Esta parte está bien pero sin exagerar. Son destacables las ideas de poner la cabeza de puente de la invasión en un país subdesarrollado porque son lugares débiles y alejados de las potencias de modo que es más fácil afianzarse en terreno enemigo, también el hecho de que empleen la guerra química para acabar con los humanos, cosa inédita en gran parte de la ficción sobre invasiones conquistadoras alienígenas, sobre todo de esa época, el que no aparezcan estadounidenses sino franceses y, por último, el no presentar a los invasores, sólo a sus subordinados. De otra forma jamás habrían parecido tan terribles. Si embargo Oesterheld cometió errores típicos, disculpables por la época pero que no obstante deslucen el relato, la base alienígena es terrestre en vez de espacial (si cruzan la galaxia por qué no tener la base en la órbita?) y su tecnología es demasiado parecida a la humana, la brecha tecnológica debería ser tan abismal como la que hay entre nosotros y nuestros antepasados prehistóricos como mínimo. La pelea casi de igual a igual y la necesidad absurda de los mandos extraterrestres de estar en 1º línea son indigeribles por mucho que la cosa esté bien contada aunque de forma demasiado literaria. La última parte es una huida hacia adelante de un Oesterheld que sabe que tiene que terminar El Eternatuta pero no sabe como. Intentó dar la victoria a la humanidad pero al final no se atrevió porque no lo vio verosímil, luego intentó dar un destino trágico a sus protagonistas pero tampoco se atrevió, se nota que se encariñó con ellos, después de todo representan al argentino burgués de la época, así que finalmente optó por una pirueta temporal, que huele a truco desesperado aunque sea un final aceptable además de dejar la sensación de que se nos ha contado la parte menos interesante del relato. El cómic se titula El Eternauta a pesar de contar la lucha entre unos supervivientes bonaerenses militarizados contra una fuerza invasora extraterrestre porque al final el protagonista, en una pirueta que desafía mucho la credibilidad, escapa por el Tiempo. Oesterheld nos dice que eso le llevó a errar por aquel: no tiene usted idea [...] a qué seres de pesadilla les he preguntado si sabían algo de ellas. Mucho, mucho tiempo me llevó la búsqueda hecha con medios que me llevaría semanas tratar de explicarle. Conocí seres innombrables. Asistí a acontecimientos fabulosos hasta que el azar de los continuum me trajo aquí, lo que cuál es más interesante y diferente que el relato bélico bastante convencional y vulgar que es el cómic por mucho que lo trate de forma más humana de lo habitual, sobre todo para esa época. Así, tras cerrar el cómic es inevitable pensar: jo, el tío tenía que haber concentrado las 350 páginas de la obra en unas 100 y haberse puesto a contar la fuga temporal. Cosa que hizo en su, celebrado pero no es para tanto, Mort Cinder.
Acompañó a Oesterheld en la aventura Solano López, otro clásico argentino. Este en esa época practicaba un estilo realista un tanto torpe en el que prevalece la línea sobre la mancha, cosa que hoy resulta rancia pero que no está mal pues la historia lo es, ya que al ser realista está muy ligada a su época. La tecnología y la mentalidad (la historia es muy machista), el sentir de una época en definitiva, presiden todo el relato de modo que el estilo de la época no resulta dañino. No obstante, el dibujo de Solano López es convencional y mediocre y su realismo no le permitió diseñar ni unas especies extraterrestres singulares vistosas ni una tecnología extraña y asombrosa (sus naves son pobrísimos círculos o huevos), si bien es digno de alabanza el curro que le puso. Así pues, una historia bien contada pero sin originalidad tiene un aspecto visual soso del que sólo se sale cuando el dibujante se marca unas viñetas muy agresivas por su uso del negro y por dibujar unos ojos muy inquietantes.
La edición de Norma, me regalaron estas Navidades la 4º pero ahora está disponible la 5º, no es una buena edición aunque aparentemente lo sea. El objeto en sí es de calidad pero su tamaño apaisado y grosor hacen imposible leerlo si no se apoya previamente en una superficie. Este último factor, que viene por la moda editorial actual de editar de forma unitaria obras que se concibieron para ser serializadas para aprovechar el fetichismo o la ignorancia, además le quita mucho sabor a la lectura. En el momento en que se publicó semanalmente El Eternatua nadie sabía cuanto iba durar de modo que Oesterheld pudo jugar eficientemente con el suspense, la principal herramienta que usa para narrar esta historia, pero aquí sabemos que todo va a quedar en agua de borrajas al saber exactamente lo que nos queda por delante. De esta forma, como todas las ediciones unitarias, deslucen la historia a los ojos del lector que lo lee por 1º vez como era mi caso.
En fin, El Eternauta (1957, 1959) es una historia añeja bien realizada de modo que sólo gustará a aquellos que le guste la Ciencia Ficción pop de los 50, en la que este cómic destaca porque Oesterheld la trató de una forma más seria, adulta e inteligente de lo habitual. Sea como sea El Eternauta es un clásico de la Ciencia Ficción occidental del calibre de Ultimátum a la Tierra (The day the Earth stood still 1951), La humanidad en peligro (Them 1954) y La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the body snatcher 1956), las 3 mejores pelis se Ciencia Ficción de los 50 .
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